Literautas - Tu escuela de escritura

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SONATINA - por Chus Galego

La princesa Lelé casi nunca había salido del palacio real custodiado por cien negros feroces con sus cien alabardas blablabla como se contaba en aquella Sonatina de Rubén que la niñera le cantaba por las noches para consolarla de la evidencia atroz de su destino impuesto.

Pero nada la consolaba más que acercarse a la cocina sin ser vista y despachar su desasosiego con un helado furtivo de… fresa. ¡Ay, la pobre princesa de la boca de fresa!

Pero aquella mañana no fue como las demás porque aquella mañana la princesa Lelé temió ser descubierta y no tuvo más remedio que esconderse en la despensa entre chorizos de olor picante y panes de maíz recién horneados. Mas todo había sido una falsa alarma. Un gato gruñón le había salido al paso y allí estaban ambos, a punto de salir, cuando los ojos brillosos de Lelé se posaron en un cajón entreabierto del que sobresalía el rabillo de una cuchara oxidada. Su sorpresa fue grande cuando descubrió que no era una cuchara sino una extraña llave. A su lado, un papel que llevaba escrito: “dos vuelvas a la derecha para entrar en Villa Malva.

¡Villa Malva! El hogar de su difunta abuela, tras el sendero que llevaba a las montañas. Su recuerdo le dio fuerzas. Tenía que trazar un plan para no morirse de asco en aquel palacio atroz.

La princesa Lelé se sorprendió de su hazaña. Había conseguido salir del presidio burlando la implacable mirada de su atolondrado guardaespaldas Guido. Recolocó su faldita plisada y observó con horror los arañazos en sus zapatos rojos de charol. El plan de saltar por la ventana baja de la cocina mientras descansaban las criadas la tenía tan trastocada que olvidó lo fundamental, utilizar un calzado cómodo para su marcha. Nunca había salido caminando del palacio, en realidad, pocas veces había salido del palacio, pero desde el carruaje real había observado que la carretera se desviaba en un estrecho camino de piedras que llevaba a las montañas. En sus sueños de princesa arropada por mantas de lana merina y doncellas que se anticipaban a sus caprichos de niña malcriada siempre imaginó un mundo mágico en el hogar de la añorada abuela Filipa. No conocía el significado de la palabra peligro porque jamás se había enfrentado a ninguno. Pero ansiaba la vida llena de aventuras que había leído en los libros llenos de imágenes que contaban historias de heroínas medievales,… regalos, por cierto, de la audaz Filipa.
Lo había previsto todo. Se acercaría a los altos muros que rodeaban el palacio y esperaría la ocasión para salir por la puerta infranqueable cuando esa se abriese para despedir a las aldeanas que ayudaban en las tareas domésticas. Había robado un chal marrón, propio de las mujeres que acudían a limpiar.

No podía creer la suerte que había tenido. Estaba fuera y estaba sola. Ahora, el camino de piedras le esperaba lleno de aventuras y se adentró en él.

Mientras tanto, el guardaespaldas Guido empezaba a ponerse nervioso. Había perdido de vista a la insoportable princesa Lelé. ¿Y si hubiera caído al pozo o si un traspié inoportuno la hubiese dejado desfigurada… No quería ni imaginarlo. En un acto de desesperación suprema decidió huir del palacio aprovechando la salida de las aldeanas que ayudaban en las tareas domésticas.

Guido pensó en seguir el sendero detrás de aquella aldeana paticoja que zigzagueaba monte arriba. ¿Dónde podría refugiarse para evitar la iracundia real? Quizás aquella muchacha podría ayudarlo, así que caminó tras ella hasta ponerse a su altura y entonces…

Tal fue el sobresalto que sintieron al unísono que sus brazos se agarraron movidos por un impulso irreflexivo que los dejó a un soplo de juntar sus rostros espantados. La princesa se sintió descubierta sin entender cómo y el infeliz Guido, en realidad, no entendía nada.

Chillaban a la vez sin escucharse, como pasa tantas veces. La princesa Lelé pedía clemencia mientras Guido buscaba explicaciones. Su revuelo les impedía sentir el olor floral del atardecer, el roce tenue de las mariposas saltarinas, el bálsamo cantarino de los gorriones. Solo cuando oyeron en la lejanía el siniestro toque de corneta que anunciaba una desgracia en palacio comprendieron que había llegado el momento de huir como si un caballo con alas los llevase por la escala luminosa de un rayo hacia un futuro incierto. El amor, tal vez, viniese después.

Comentarios (4):

Codrum

20/05/2025 a las 10:19

Hola, Chus.
Que texto tan interesante.
Parece que hoy no entiendo ningun final. Perdón mi torpeza. Me ha sonado muy brusco que los dos quisieran huir.

Del texto destacaré que tiene un lenguaje muy adecuado para la historia que cuenta. Las frases y el ritmo se compaginan para hacer un muy buen relato ?infantil?

La primera frase me descolocó por completo con Blablabla. Luego el texto me atrapó y seguí leyendo con facilidad. Me ha parecido limpio y ordenado hasta el final.
Creo que hay alguna errata , como algún signo de puntuación que falta o alguna cosa parecida que no restan merito a tu texto.
Alguna frase, dada mi lentitud leyendo, me ha parecido muy larga.

Buen trabajo.

Pd: si tienes algún comentario a mi reseña, por favor, responde en mi texto. ( no hace falta que lo leas ni que lo comentes si no quieres) es simplemente para no perderme tu comentario

Mónica Bezom

20/05/2025 a las 22:17

Hola, Chus.
La lectura del primer párrafo sin una coma me resultó algo densa, aunque luego se aclara el relato montado sobre una suerte de ironía sobre la Sonatina de Rubén Darío.
Encuentro un hilo narrativo zizagueante entre el sarcasmo y el típico cuento de hadas, ocurrente y gracioso por momentos, hasta desencadenar en el “chillaban a la vez sin escucharse”, que colocó los colores finales de una huída común tan abrupta como interesante.
Nos estamos leyendo.

Eviana

21/05/2025 a las 16:27

Hola Chus , tú relato me ha hecho sonreír en varios momentos de la narracion. He podido imaginar a tu protagonista, la rebelde princesa Lele , huyendo del palacio con sus zapatitos rojos, gracias a la excelente descripción que nos das de su personalidad y carácter .Sin embargo me he quedado con la intriga de saber que habría encontrado en ” villa malva ” si hubiera logrado alcanzar el hogar de su abuela . Una lectura entretenida. Me ha gustado.Un saludo

Codrum

23/05/2025 a las 08:51

Gracias por tu comentario en mi texto.

En cuanto al primer párrafo , lo que me sorprendió fue lo de blablaba… pero no desmerece al resto del texto

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