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LA CASA - por ABALR.
⎯¡Estás guapísimo! ⎯me dijo al verme bajar del coche.
⎯Hola Amparo. ⎯Y me encasquetó un beso en cada mejilla.
⎯He arreglado el cuarto de tus padres. Estarás más cómodo. No me hablaste de cuántos días te ibas a quedar.
⎯El fin de semana ⎯respondí entrando al amplio zaguán.
La casa era grande, antigua hacienda de labradores. Aunque eso, estaba encarcelado en el recuerdo de otros tiempos.
Después de refrescarme, bajé a cenar. Amparo estaba en el comedor, pues escuchaba como se movía.
⎯¿Te ayudo en algo? ⎯dije en voz alta al pie de la escalera esperando que me oyera.
⎯Sí, trae los cubiertos ⎯oí mitigada por la distancia.
⎯¿Dónde siempre?
⎯Sí cariño.
Fui a la alacena y abrí el cajón. Los cubiertos estaban desperdigados y como no eran iguales, fui rebuscando hasta encontrar las parejas, tenedor, cuchillo…, cuando descubrí una sofisticada llave antigua. La tomé con los dedos maravillado de lo bien labrada que estaba, desde la cabeza hasta el diente, de hermosas filigranas que se retorcían por la caña queriendo buscar una cerradura. La solté sorpresivamente dejando que cayera sobre el cajón. El ruido alertó a mi tía.
⎯¿Qué ha sido eso? ⎯le escuché decir.
⎯Nada, nada ⎯respondí de inmediato. Cerré el cajón y me dirigí al comedor.
Ella estaba de pie, junto a la mesa, esperando con su mirada a que atravesara la puerta. Las bombillas de la lámpara del techo la envolvían extrañamente. Quedé encandilado sin haber pasado del umbral. Sí, era mi tía Amparo, pero distinta, más alejada del parentesco que nos unía y más cercano al de una mujer.
⎯¡Vaya chico! ⎯exclamó⎯. Te has atolondrado.
Razones había, su ceñido vestido negro, marcando la madurez de sus curvas como no había imaginado. Sus labios encendidos de rojo o su pelo suelto a lo Rita Hayworth. Me desperté al oír sus pasos acentuados por los tacones.
⎯¡Trae! ⎯Y me quitó los cubiertos de la mano⎯. Aún es pronto ⎯dijo, dándose media vuelta contoneando su figura. O eso me pareció.
No entendí sus palabras y seguí intentando quitar de mis pensamientos su imagen de mujer. No era mucho mayor que yo, tan solo siete años. La llamaban la “tardana”. Y gustaba de decir, en el pueblo y en la comarca, que Amparo, era una bendición para la casa y la tierra. Aunque también gustaba decir, en conciliábulos, otras versiones maldicientes.
Sentados intenté disuadirme de mirarla como hacía un momento y opté por una conversación trivial.
⎯¡Vaya Amparo! ¡Qué olor tan bueno despide ese pescado! ¡Y qué jugoso! ¿Sabes que es mi plato preferido?
⎯¿Es lo único que se te ocurre? ⎯dijo torciendo el morro.
⎯Y que estás muy guapa ⎯apresuré a decir.
⎯Gracias sobrino ⎯agradeció satisfecha con una sonrisa.
Después de la cena y de recoger, nos acomodamos junto al fuego de la chimenea. Amparo sentada sobre sus piernas recogidas y yo, frente a ella, viendo a las temblorosas llamas bordando de claroscuros su rostro. Los hielos del whisky tintineaban en los vasos a cada sorbo, mientras la conversación se hacía más íntima.
⎯Me contaron lo de tu divorcio ⎯mencionó.
⎯Sí, todavía no está cerrado.
⎯¿Has pensado… en la casa, en…?
⎯¿Por qué lo dices? ⎯hablé sin dejar que terminara.
⎯No sé, es tu herencia y…
⎯No te preocupes. La casa esta fuera del acuerdo. ⎯Volví a interrumpirla. No quería seguir y la tranquilicé⎯. Eres la guardiana y… ⎯callé sin terminar la frase sacándole otra sonrisa.
⎯¿Que ibas a decir?
⎯Nada, déjalo, una tontería ⎯mentí. El oculto deseo prohibido me estaba seduciendo cada vez que miraba a Amparo.
⎯Me alegro de que sea así ⎯dijo, mientras se mordía el labio inferior de forma provocadora.
El crepitar de los troncos nos había sumido en el silencio, a la vez que las agotadas llamas, jugaban burlonas con nuestras sombras. Se levantó y mientras se iba, antes de salir…
⎯Sé que has encontrado la llave. Has mal gastado tu tiempo. Te esperaba desde que te fuiste… igual que yo.
⎯¿Qué abre? ⎯pregunté.
Soltó una carcajada moviendo la melena con un volteo sugestivo y dejó la habitación.
Desconcertado cogí la llave. Sentí un tacto cálido, como si cada filigrana se encendiera, para mostrar un camino perdido. Subí las escaleras excitado, guiado por los latidos, que desde su alcoba me llamaban. Su puerta estaba entreabierta. Una estrecha franja de luz la atravesaba iluminando el pasillo. Miré la llave una vez más. Empujé la hoja de madera con suavidad y entré consciente de que esa sería mi última morada.
Comentarios (11):
Don Kendall
19/05/2025 a las 18:33
Hola, Abal. Me corresponde comentar el texto que propones al taller.
En lo formal hay alguna cosa que tal vez mereciese la pena darle un par de vueltas.Por ejemplo el uso excesivo (EnMiDespreciableOpinión) EMDO de los puntos suspensivos, o esta anotación , tal vez mejorable :Sí, trae los cubiertos ⎯oí mitigada por la distancia.
En cuanto a la historia, EMDO cumple con la prpuesta, y se entiende la historia. Gracias por tu aportación al taller.
ABAL
19/05/2025 a las 19:48
Gracias “EMDO”. De todo se aprende. Quizás la limitación en las palabras te hace ser rácano al escribir y en algún caso es un recurso y en otro puede que sea innecesario. La frase que dices, estoy de acuerdo. Ahora se me ocurren otras maneras. Reitero, gracias.
Codrum
19/05/2025 a las 22:55
Hola, Abal
Un texto muy interesante .
Has mantenido la tensión brillantemente durante todo el texto.
Los diálogos me han parecido naturales. Rozan el estereotipo, pero fluyen bien.
He visto alguna pequeña falta de ortografía, pero como no es mi fuerte, no te lo comento.
Te comento las comas vocativas
Gracias, sobrino
Vaya, Amparo
Porque es lo único que mi ojo ve.
La historia me ha gustado la facilidad con que se lee. Los tiempos que manejas y el suspense que te anima a seguir leyendo. No soy un lector asiduo de este tipo de relatos. Este me ha gustado.
Pd: si tienes algún comentario a mi reseña, por favor, responde en mi texto. ( no hace falta que lo comentes si no quieres) es simplemente para no perderme tu respuesta.
Buen trabajo.
Ricardo
20/05/2025 a las 16:50
Hola Abal:
Reconozco que me ha gustado, no soy fan del suspense pero este me ha resultado fácil de leer y con ganas de continuar la historia.
Como mejora, repasar algunas faltas ortográficas, pero nada grave
IGNACIO Zrgz
20/05/2025 a las 20:17
En menudo jardín te has metido: el incesto es uno de los tabúes de nuestra cultura . Muy valiente y muy ingenioso. Al leerlo por segunda vez encaja todo más. Enhorabuena.
Codrum
21/05/2025 a las 08:54
Muchas gracias por pasarte por mi relato y por comentarlo.
Me hizo mucha ilusion.
Respondiendo a tu pregunta ¿Y si las cosas soñaran? ¿Qué les gustaría ser? Tendríamos una pelicula “Toy story” jajaja. pequena broma.
Antonio
21/05/2025 a las 09:14
Hola Abal, insisto como casi siempre, en el aspecto formal soy malisimo y anarcoide osea que poco puedo ayudar en eso, afronto mas los relatos en mi aspecto lector que en el de corrector, es decir que alla voy:
Los dialogos fluyen de manera bastante natural, aunque yo no tenga una tia asi, buena poesia en tus palabras, sugerentes y conducentes hacia el climax propuesto, adjetivacion acertada, “filigrana” en la llave me parece genial, asi como la descripcion de “queriendo buscar una cerradura”, los juegos de luces y sombras del fuego, muy bien introducido.
Si acaso el detonante de la llave me lleva a pensar, que no es en si el hecho central de la trama, hubiera estado bien que esa portentosa llave hubiera abierto algo, quizá el dormitorio de Amparo, quiza y para resultar mas calentorro ¿un cinturon de castidad?…ya te digo, yo la puerta la hubiera dejado cerrada, y el sobrino abriendola con esa llave…hacia el infierno…o el paraiso.
Enhorabuena Abal, mi relato anda en el 34 por si te apetece ponerme la pilas, salud!
Don Kendall
21/05/2025 a las 09:18
Gracias, Abal por tu comentario al texto que he presentado a MUE-70.
Un abrazo y salud
Carmenigne
23/05/2025 a las 13:22
¡Hola Abal! me parece un giro bien interesante. Esa llave que abre nuevas miradas, transiciones, etc. es todo un acierto. Es un relato ágil, impregnado de una gran voluptuosidad. Vas colando la seducción entre los personajes atrapando al lector. Generas imágenes que aún las paladeo: “los cubiertos estaban desperdigados……hasta encontrar las parejas “las agotadas llamas jugaban…”….Disfruté leerte.
Alberto Suárez Villamizar
24/05/2025 a las 17:25
ABAL
Me parece muy bien manejada tu historia. Las descripciones y la narración, pero, en particular la manera como planteas los diálogos entre los personajes la hace muy comprensible, me parecen excelentes y muy naturales, convirtiéndose en la fortaleza de tu escrito. Felicitaciones.
Te invito a visitar mi historia, ubicada en el #9
Pato Menudencio
10/06/2025 a las 16:23
Buen relato, hay tensión entre los dos personajes que convergen a un final ¿prohibido?
Pd: como dirían en mi país respecto a Amparo “A ese tarro todavía le queda manjar”.
Saludos y nos leemos.
Pd: perdón por la demora en pasar por tu relato.