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El guardián del último viaje - por Ricardo S.

Los gritos del viento y el crujido del mástil roto fueron lo último que escuchó antes de que el mar lo reclamara. Cuando abrió los ojos, la luz le quemó las pupilas y la lengua era una piedra reseca dentro de su boca. La arena se le había pegado al rostro como una segunda piel. Durante largos minutos solo pudo respirar, jadeando como un pez varado. Luego, poco a poco, se incorporó.
Estaba solo. El mar brillaba detrás de él, tranquilo e indiferente, como si no acabara de engullir un barco y a toda su tripulación. No había restos de madera, ni velas rotas, ni cadáveres. Solo la playa y una isla silenciosa que no aparecía en los mapas.

Nebamon, comerciante de incienso del Alto Egipto, sabía que no debería estar vivo. Lo había perdido todo: su cargamento, su barco y, sobre todo, a Hori, su hijo muerto hacía tres lunas por una fiebre traicionera que se lo llevó en menos de una noche. Desde entonces, su alma se había vuelto un peso muerto, y cada paso que daba era un arrastrar de cadenas invisibles. Había tomado la ruta marítima como quien huye del mundo. Ahora, la corriente lo había arrojado a esta isla extraña, como si le dijera: aquí termina tu viaje.

Caminó sin rumbo, desorientado por el sol y el cansancio. Fue entonces cuando las vio: huellas. No humanas. Grandes, ondulantes, como si una criatura gigantesca hubiese reptado por la arena. Las marcas eran recientes, profundas, con surcos en forma de escamas. Se hundían hacia el corazón de la isla, entre arbustos resecos y árboles torcidos por el viento.

Durante horas caminó tras las huellas, internándose en la espesura. Solo el murmullo lejano del viento y su respiración. Entonces la vio. Una serpiente colosal, negra como la obsidiana, enroscada sobre sí misma. Tenía los ojos cerrados, pero Nebamon sintió que lo percibía. Nebamon cayó de rodillas, no por miedo, sino por una paz súbita, inexplicable. Desde la muerte de su hijo, no había sentido más que vacío. Pero allí, ante la criatura, sintió un calor en el pecho, leve pero real. Como si el alma de Hori aún estuviera cerca.

La serpiente abrió los ojos. No habló, pero Nebamon sintió un pensamiento nítido dentro de su mente.

—Has cargado el luto como un ancla —dijo la serpiente en su pensamiento—. Pero has seguido las huellas. Aún puedes elegir.

El comerciante intentó hablar, pero solo salió un susurro:

—¿Qué elección?

La criatura giró y comenzó a deslizarse hacia la espesura. Por donde pasaba, el suelo ardía levemente, sin consumir. Caminaron así durante días. Cada noche, Nebamon dormía bajo los árboles torcidos, soñando con su hijo. La serpiente no hablaba más, pero Nebamon entendía. Estaba siendo puesto a prueba. No por su fuerza ni su habilidad, sino por su capacidad de soltar. De perdonar a la vida. De encontrar paz. Finalmente, llegaron a un acantilado. El mar se extendía abajo, oscuro como la noche. La serpiente se detuvo. Sus ojos centelleaban.

—Este es el borde entre lo que fuiste y lo que puedes ser —transmitió—. El fin de tu viaje no es la muerte. Es el regreso.

Nebamon sintió un nudo en la garganta. No quería volver. El mundo allá afuera estaba lleno de recuerdos. De vacío. De ausencia. La serpiente giró su cuerpo, y con su cola trazó un círculo perfecto de fuego a sus pies.

—Pisa dentro —ordenó.

Nebamon dudó. Pero luego entendió: el luto era el precio del amor, pero también era una puerta. No podía cambiar el pasado, pero podía aprender a caminar con él. Entró en el círculo. El fuego lo envolvió, cálido y silencioso. Todo se volvió luz. Despertó en una barca pesquera, a la deriva.

—¡Está vivo! —gritó una voz—. ¡Por Ra, está vivo!

Un pescador lo sacudía suavemente. Nebamon abrió los ojos. Estaba en el delta, cerca de una aldea, sin embargo todo era ya distinto. El dolor seguía allí, sí, pero ya no era una herida abierta. Era una huella. Una marca cálida. Un recuerdo que no quemaba, sino que iluminaba. Se incorporó lentamente, agradeció con una mirada y caminó hacia el horizonte, sin mirar atrás. Sabía que había estado en una isla fuera del tiempo. Que había seguido el rastro de fuego de un guardián silencioso. Y que, en ese lugar sagrado, había dejado su luto. No para olvidarlo, sino para transformarlo.

Comentarios (3):

Osvaldo Mario Vela Sáenz

19/06/2025 a las 15:57

Hola Ricardo, Saludos.

Solo puedo decir que bello, bello, bello. Bello el recuerdo, bella la historia y bello el desenlace.

La lectura total, en un solo repaso. no sentí consumir el tiempo solo lo hice. para al final acompañar a alguien sano de su padeceres.

Te felicito y enhorabuena.

Dios mediante te sehuire leyendo.

Dante

22/06/2025 a las 23:23

Hola, Ricardo S.

Soy tu vecino de relato y me ha tocado comentar el tuyo. He tenido suerte: me ha gustado mucho.

Tanto en forma como en contenido prácticamente todo es positivo. Solo indicaré algunas pocas cuestiones sobre las cuales se podría reflexionar y, en su caso mejorar (si estuvieras de acuerdo en esos puntos).

Comenzaré con la FORMA.

El TONO es más bien grave, el LENGUAJE es rico, preciso, medido y el GÉNERO podría calificarse como una fusión entre lo histórico y lo mitológico y fantástico. La coherencia entre esos tres elementos formales es total, lo que es muy destacable.

La ATMÓSFERA o AMBIENTACIÓN es perfecta. Transporta al lector al antiguo Egipto y, en particular a esa isla. Esto en lo histórico y espacial. Y en lo emocional se siente el aislamiento, el peligro, la soledad, el peso del dolor, la inminencia de la muerte y todo lo que rodea al encuentro con la extraña criatura. Este elemento formal está tratado de manera excelente.

El RITMO, visto desde el punto de vista de la ACCIÓN no es lento sino pausado. No podría ser rápido: lo “rápido” está antes, ya que el relato, aunque quizás no lo parezca, comienza in media res. El incidente detonador es el naufragio (e hilando más fino, hasta podría ser la muerte del hijito del protagonista), luego viene el naufragio en sí y el relato comienza con el resultado de ese naufragio, no con el protagonista en la isla “porque sí” o porque ya estaba ahí. Otra cosa que podría decirse del ritmo es que es intenso: esto podría aplicarse a lo que no se ve, a lo que está antes, que es el naufragio (de ritmo que podría asumirse vertiginoso) como a lo que viene después: el recuperar la conciencia en la isla (a partir de lo cual el ritmo es pausado). También el ritmo es constante, lo cual es positivo y, sobre todo, coherente con la historia que contás y querés contar.

El RITMO, analizado desde la CONSTRUCCIÓN DE LAS FRASES es adecuado. En general, las frases están muy bien construidas. La GRAMÁTICA, la ORTOGRAFÍA y la PUNTUACIÓN son correctas. Esto sin perjuicio de un par de pequeñeces a las que referiré más adelante.

La SONORIDAD es adecuada, precisa para la historia narrada.

El PUNTO DE VISTA tiene relación directa con el narrador. En este caso es un narrador tercera persona omnisciente que sigue a Nebamon, el protagonista. Creo que es adecuada la elección del narrador.

Sin embargo, y sin que esto sea una crítica, me pregunto: ¿cómo hubiera sido esta maravillosa historia contada en primera persona protagonista desde Nebamon, considerando que lleva consigo el dolor más grande o uno de los más grandes que un ser humano puede padecer y que ha vivido la desgracia del naufragio que, al menos, hasta ahora no lo ha “liberado” con la muerte? Creo que el narrador en primera persona funcionaría también. No tengo dudas de que si, aunque sea para probarlo, decidieras reescribirlo así, también llegarías a un relato excepcional.

En resumen: la elección del narrador ha sido pertinente, adecuada y nos permite acceder a la historia. Pero ésta, la historia, es tan buena y profunda que, en mi opinión, también hubiera podido ser contada con un narrador totalmente distinto. Esta conjunción de una historia digna de ser contada, que además está bien construida, y de un narrador cuidadosa y correctamente elegido merece un sincero elogio.

Los DIÁLOGOS son pocos, pero en este relato y en su trama, ello está completamente justificado. En lo que hace a este elemento formal (diálogos) no puedo pensarla de otra manera que tal como fue escrita.

El contenido de los diálogos está muy bien construido y su representación gráfica también es correcta. Esto sin perjuicio de un par de pequeñeces a las que referiré más adelante.

En cuanto a las DESCRIPCIONES, se trata de un texto que usa una buena cantidad de ellas, pero están completamente justificadas. No solo pueden ser necesarias sino que en algún caso son fundamentales y, además, suelen cumplir la premisa de que es mejor mostrar que contar. En particular me gustó mucho la referencia “la lengua era una piedra reseca dentro de su boca” o la asimilación de la arena a una segunda piel. Ambas imágenes son muy gráficas y valen más que mil palabras.

El elemento CONFLICTO también está presente. Hay, como mínimo, tres bien diferenciados pero a la vez íntimamente entrelazados. El conflicto hombre-naturaleza, el conflicto hombre-muerte y el conflicto intrapersonal de Nebamon consigo mismo. El primero ocurre antes del inicio (en el mar, durante el naufragio) y luego en la isla, si es que en algún momento en el plano real se planteó la cuestión de la supervivencia (lo pongo así porque el status ontológico de la isla es un lindo tema para analizar respecto del contenido del relato…). El segundo atraviesa todo el relato, desde el incidente detonador (al que se refiere pero no se nos narra) hasta el mismísimo final. Y el tercero es el núcleo emocional del cuento: el duelo, el pasado, el peso que carga Nebamon y con el que tiene que aprender a viajar durante su vida. Excelente planteo y excelente manejo de los tres.

La INTRIGA deriva del elemento conflicto. Cada uno de esos conflictos enciende o amplifica a los otros, y al retroalimentarse, concitan nuestra atención. Luego sostienen nuestra inquietud de principio a fin. Hacen que nos importe la suerte del protagonista, que empaticemos con él y que no nos sea indiferente lo que le pasa. En esto ayuda también que la información está correctamente dosificada y que la trama va creciendo gradualmente. Muy buena construcción de la intriga.
Todo relato genera EXPECTATIVAS: el tuyo las cumple sobradamente. Desde el mismo inicio nos despierta curiosidad y abre la trama, genera pregunta, nos confronta con temas profundos y nos expone a lo emocional. De modo tal que esperamos que todo esto de alguna manera se conjugue y resuelva, lo que ocurre satisfactoriamente al final.

Una vez que he analizado todos los elementos formales en cuanto han sido trabajados de manera positiva, me referiré ahora a aquellas cuestiones formales que podrían ser objeto de reflexión y en su caso, si así lo estimaras, constituir áreas susceptibles de mejora. Como ya había adelantado son pequeñeces ante tamaño relato.

En la oración “Durante largos minutos solo pudo respirar, jadeando como un pez varado.” creo que tu intención narrativa (lo que quisiste contar y cómo quisiste hacerlo, independientemente de cómo se concretó) iba por el lado de subrayar la dificultad de esa respiración. Como un “estar vivo de milagro”. Esto me hace pensar que la palabra “solo” (que funciona como “solamente”) si bien se entiende, podría no resultar del todo armónica con “jadeando”. Si no me equivoco, quizás iría más en línea con tu intención narrativa “apenas”: “Durante largos minutos apenas pudo respirar, jadeando como un pez varado.” O, en su caso: “Durante largos minutos apenas pudo respirar: jadeaba como un pez varado.”

En el párrafo que sigue a ese, te sugiero para reflexionar: ¿no convendría aislar a la oración “Estaba solo.”?

Con esto me refiero a colocar un punto y aparte después de “solo”, de manera tal que la oración “El mar brillaba detrás de él…” fuera la que iniciara un párrafo aparte. Esto nos mostraría esta secuencia: Nebamon apenas respira, jadeando como un pez varado – se incorpora de a poco – vemos su completa soledad / él la advierte – el mar se yergue vasto, inabarcable, inmenso (lo que refuerza esa sensación de soledad y de pequeñez). No quiero decir que la puntuación original esté mal, porque no lo está. Pero percibo que tu intención narrativa va por este lado, por eso realizo esta sugerencia.

En la oración: “Ahora, la corriente lo había arrojado a esta isla extraña, como si le dijera: aquí termina tu viaje.” sugeriría revisar la pertinencia de la palabra “ahora”. Yo mismo alguna vez la he usado, otras me he visto tentado de hacerlo, y otras la he leído en textos ajenos. Sin embargo, hay algo que no termina de convencerme: “ahora” indica momento presente, y el relato y esa oración en particular están en pasado. Se entiende perfectamente, pero podría no ser la mejor opción. Por eso lo dejo como para que lo consideres (es posible que no coincidas conmigo).

En cuanto a la oración “Solo el murmullo lejano del viento y su respiración.” siento que se comprende, pero que no estaría totalmente completa. Si no me equivoco tu intención narrativa iría por el lado de “oír” ese murmullo y la propia respiración de Nebamon. Si ese fuera el caso quizás debería formularse: “Solo oía el murmullo lejano del viento y su propia respiración”.
En las oraciones: “Entonces la vio. Una serpiente colosal, negra como la obsidiana, enroscada sobre sí misma.” percibo que tu intención narrativa va por el lado de remarcar la magnitud del encuentro, la sorpresa y la importancia de ese descubrimiento. Si así fuere, quizás después de “vio” podrías considerar dos puntos o puntos suspensivos: “Entonces la vio: una serpiente colosal, negra como la obsidiana, enroscada sobre sí misma”. O: “Entonces la vio… una serpiente colosal, negra como la obsidiana, enroscada sobre sí misma”. Los puntos suspensivos reflejarían la concreción de lo que vio y los puntos suspensivos, además de literalmente reflejar el suspenso, por ese mismo suspenso resaltarían lo que hay detrás, cuando éste se resuelve. Esto por supuesto es una cuestión más que opinable, y la puntuación del texto no es objetivamente incorrecta. Menciono esta cuestión porque creo que tu intención narrativa iba más para este lado.

En el bloque:

“La serpiente abrió los ojos. No habló, pero Nebamon sintió un pensamiento nítido dentro de su mente.”

“—Has cargado el luto como un ancla —dijo la serpiente en su pensamiento—. Pero has seguido las huellas. Aún puedes elegir.”

Sucede que la palabra pensamiento aparece en la narración y luego en la acotación del diálogo y su proximidad es alta. Esto comprometería la sonoridad del texto que, en términos generales es inobjetable. Lo que quizás convendría, siempre que estuvieras de acuerdo, sería usar sinónimos en algún caso. Creo que sería mejor en la narración que en la acotación, dado que querés reflejar que lo que la serpiente dijo Nebamon lo escuchó dentro de su pensamiento. Pero también podríamos invertir la cuestión y que todo gire en torno al “escuchar”. Te doy el ejemplo que ilustraría esta idea:

“La serpiente abrió los ojos. No habló, pero Nebamon que un pensamiento nítido lo invadía.”

“—Has cargado el luto como un ancla —dijo la serpiente, a quien escuchó dentro de su mente—. Pero has seguido las huellas. Aún puedes elegir”.

De este modo “pensamiento” no se repetiría, eliminarías “mente” en la misma oración que “pensamiento” (con lo que dejarías de lado una miniredundancia), y “mostrarías” el pensamiento mismo: lo que la serpiente dice y dónde y cómo lo escucha Nebamon. Esto sería coherente con el resto de tu relato, donde prevalece el mostrar sobre el contar.

En relación a la línea de diálogo “—¿Qué elección?”, si bien se entiende, no estoy seguro de que la formulación sea la más precisa. La serpiente le dice “Aún puedes elegir”. Si Nebamon contesta “¿Qué elección?”, la correlación nos daría: Elegir—elección (Elegir una elección). Habría muchas maneras de formular la pregunta, pero como también el narrador nos hace saber que Nebamon quiso hablar y apenas pudo susurrar, la pregunta-réplica debería ser breve. Por ejemplo: “¿Qué puedo elegir?”

Con respecto a la oración “Caminaron así durante días.”, dado que el verbo en tercera persona el plural refiere a un “ellos” que incluye a Nebamon y a la serpiente, ésta no camina sino que repta. Quizás lo mejor fuera cambiar “Caminaron” por “Marcharon” o “Anduvieron”. Puede que no sean tan sonoros, pero sí serían más precisos.

En las oraciones “Estaba siendo puesto a prueba. No por su fuerza ni su habilidad, sino por su capacidad de soltar.”, me surge la duda de si la preposición “por” es la más adecuada. Quizás la prueba recaería “no en su fuerza ni su habilidad sino en su capacidad de soltar”. Respondería a la pregunta “¿Dónde o en qué sería probado Nebamon?”. No estoy seguro de esto ni tampoco del uso del “por”. Por tal motivo, dejo planteado esto para la reflexión.

En las oraciones: “Nebamon dudó. Pero luego entendió: el luto era el precio del amor, pero también era una puerta. No podía cambiar el pasado, pero podía aprender a caminar con él.”, se repite tres veces la palabra “pero”. Cierto que es una palabra de muy difícil sustitución, dado que “mas” (sin tilde) puede sonar algo “artificial” o formal, y ni que hablar de “sin embargo”, o “no obstante”, que, aunque admisibles, podrían ser más expresiones más propias de un texto académico o profesional que de uno literario. Pueden aparecer en textos literarios, sí. Aunque no es habitual ni siempre queda bien (vos usaste sin embargo al final del relato y queda muy bien, pero en estas oraciones no sucedería lo mismo). ¿Cómo solucionar este problema, entonces, que podría comprometer la sonoridad del texto? Se me ocurre realizar algunos reemplazos y ajustes. Por ejemplo:

“Nebamon dudó. Luego entendió: el luto era el precio del amor, y al mismo tiempo una puerta. No podía cambiar el pasado, pero sí aprender a caminar con él.”

Con respecto a las oraciones: “Estaba en el delta, cerca de una aldea, sin embargo todo era ya distinto. El dolor seguía allí, sí, pero ya no era una herida abierta.” en mi opinión podrían considerarse un tanto largas. Aunque esto es una cuestión de preferencia meramente subjetiva, una materia opinable te invito a considerar si no iría más en línea con tu intención narrativa subdividir estas oraciones: “Estaba en el delta, cerca de una aldea. Sin embargo, todo era ya distinto. El dolor seguía allí. Sí, pero ya no era una herida abierta”. O: “Estaba en el delta, cerca de una aldea. Sin embargo, todo era ya distinto. El dolor seguía allí, sí. Pero ya no era una herida abierta”.

Estas son mis sugerencias para la reflexión que, en caso de que estuvieras de acuerdo, podrían considerarse áreas susceptibles de mejora. Sin embargo, no quiero dejar de remarcar que son pequeñeces frente a todo lo que funciona bien y que ya he destacado.

Ahora voy a referirme al CONTENIDO.

Lo primero que resalto muy positivamente es que, hasta donde recuerdo haber leído aquí en Literautas (puedo ser parcial dadas mis limitaciones, esto es, no haber leído la totalidad de relatos publicados en todas las consignas), nunca encontré algo del antiguo Egipto. Esto es algo original, refrescante.

Además, la reconstrucción es muy verosímil, perfecta podríamos decir.

No solo muestra lo histórico (los barcos de madera, las profesiones, los nombres -que no sé si existían pero al menos “suenan” a egipcio antiguo “Nebamon”, “Hori”-) sino que se adentra en lo mitológico y lo toma como “natural”. El lector lo acepta así. Ese “¡Por Ra, está vivo!” aparece de una manera absolutamente orgánica, incuestionable. El lector ya “vive” por un rato en ese Egipto antiguo.

En cuanto a la serpiente, dado que mi conocimiento de mitología egipcia es muy reducido, he tratado de buscar información.

Por lo que he podido ver, las serpientes tenían un significado dual, a veces positivo y a veces negativo. Si no me equivoco, esta criatura “no es cualquiera”. Sería Nehebkau, una deidad que tiene distintas versiones.

Si estuviera en lo cierto, es una especie de “reversión” de Nehebkau, y una muy interesante, por cierto. Una deidad benévola que interviene en el momento de la muerte.

Por eso decía al comentar de la forma: ¿cuál es el status ontológico de la isla? ¿Es real o por un tiempo –no precisado- Nebamon estuvo muerto, o entre la vida y la muerte?

Ese es un punto importante, que cualquiera fuera su respuesta, y aunque pudiera parecer contradictorio con otros análisis posteriores, enriquecen al relato.

Otra cuestión que me ha llamado la atención es esta:

“Estaba solo. El mar brillaba detrás de él, tranquilo e indiferente, como si no acabara de engullir un barco y a toda su tripulación.”

Aquí Nebamon se acaba de incorporar. Y el mar se encuentra atrás… En general, o al menos como se suele mostrar en series y películas, los náufragos lo primero que ven es el mar. Vos, por el contrario, lo situaste atrás. Me pareció muy original.

El hecho de situar atrás el mar hace que la isla sea presente y futuro, lo que está por delante.

Recuerdo haber leído alguna vez (como nota al pie en una Biblia o Evangelio) que en las cosmogonías antiguas el mar era como una representación del mal. La referencia la hago porque la región (antiguo Egipto) es próxima. Así que bien podrían haber compartido ese trasfondo, pese a las diferencias de religión y cultura.

Si así fuera, Nebamon dejó el mal atrás y, tal vez, también a la muerte. Y esa isla pasa a ser nada menos que la verdad. La soledad es la de él y la verdad. En un lugar rodeado pero no contaminado por el mal.

Es en ese contexto que se encuentra con ese ser, con esa serpiente misteriosa.

Ahora bien, hay una frase que ella dice que me parece clave:

“—Este es el borde entre lo que fuiste y lo que puedes ser —transmitió—. El fin de tu viaje no es la muerte. Es el regreso.”

Esta frase me parece central, porque dispara otra interpretación riquísima.

El mar quedó atrás. Por ende, el mal quedó atrás. Ese mal se sitúa en el pasado. Por lo tanto, una vez que el pasado quedó atrás, AHORA Nebamón está en la isla, que es donde está ese borde.

¿Cuál es entonces el borde entre lo que fuiste y lo que puedes ser? EL PRESENTE.

La isla, de esta manera, se transforma en una metáfora el tiempo y de la libertad. El presente como instante en el que se ejerce la libertad, y la libertad como llave de construcción del propio destino.

Si Nebamon estuvo, real o metafóricamente entre la vida y la muerte, el tener el mal y el pasado atrás, significa tener a la muerte atrás (porque aquello ya no es) y tener el futuro delante, aunque no sea muerte, todavía no es vida. Por lo que nos muestra que esa isla, el PRESENTE es la VIDA.

Nebamon está vivo porque TIENE PRESENTE y quizás por eso la serpiente le dice: “el fin de tu viaje no es la muerte. Es el regreso”. Metafóricamente se transmitiría este mensaje: si llegaste a un punto que creés que es el fin de un viaje y viajaste con una carga, estabas muerto por eso. Si el fin ahora es el regreso, volvés a la vida.

Es decir que detrás de una historia ficticia, con tintes –valga la aparente redundancia- históricos y mitológicos se esconden profundas cuestiones éticas y filosóficas.

Por otra parte, me parece excepcional el manejo de la simbología: la serpiente traza un “círculo perfecto” y éste es “de fuego”. Cuando lo hace entrar a Nebamon estaría simbolizando el “cierre” de un ciclo o proceso, y el fuego, entre otras interpretaciones simbólicas, purifica. De manera tal que lo que la serpiente hace, para devolverlo a la vida es purificar su dolor, cerrar ese círculo para que, aún cuando nada pueda cambiar del pasado, sí pueda resignificarlo y desde ahí vivir.

Párrafo aparte para el tratamiento de una cuestión central para la naturaleza y experiencia humanas, transversal a filosofías, culturas, ciencias y religiones: el dolor.

Me llamó la atención de cómo enfocaste el dolor de Nebamon por la pérdida de Hori y su cambio al respecto.

En algunos MUE publiqué unos relatos encadenados y luego, en el pasado (N° 70) un relato no secuencial pero relacionado con los anteriores). Son las versiones condensadas de capítulos de un proyecto de novela. Una de las dos protagonistas (aunque esto se revela después en la trama) sufrió grandes pérdidas, entre ellas, su hijita. Y al igual que lo que sucede con Nebamon, transformó ese dolor que jamás la abandonó y desde ahí resurgió (su hijita se convirtió en su luz) y llegó a ser quién y cómo es.

Pese a la diferencia de los textos (de géneros –llamémosle editoriales-, de época y de sexo de los protagonistas) y de que, hasta donde recuerdo nunca nos habíamos leído mutuamente, me llamó la atención de la aproximación del enfoque. Esto es, de personas que se reconstituyen desde el dolor más profundo (o uno de los más profundos) que puede sufrir un ser humano.

Se trata de una cuestión sin respuesta, pero sobre la cual la literatura puede dejar algunos destellos. Como creo haber leído alguna vez al filósofo José Pablo Feinmann: contaba (lo recuerdo de memoria, así que puedo equivocarme) que él daba un taller literario. Y un alumno, que no tenía idea de filosofía, había escrito un cuento que se asemejaba a ideas de algunos filósofos. De lo que concluía algo así como que a través de la literatura podía haber aproximaciones a cuestiones densas, profundas, filosóficas.

Más allá de lo que el autor o los lectores sepamos o no de filosofía, ciencias, religión o teología, lo cierto es que con este relato sucede algo parecido: nos abre la puerta a reflexiones muy pero muy profundas y que valen la pena. Y encima “nos pagan” para eso: porque lo que recibimos al leerlo es el disfrute de una historia digna de ser contada que ha sido narrada de modo excelente.

En conclusión, y a modo de COMENTARIO PERSONAL, puedo decir que en tu relato los elementos formales están muy bien trabajados, que las cuestiones a reflexionar o mejorar son menores y que esa forma está al servicio del contenido.

Un contenido muy profundo, una historia atractiva que convoca al lector, le despierta emociones y lo deja pensando. Que, usando una de las palabras de la consigna obligatoria, le deja huella.

Me gustó mucho esté relato y he disfrutado mucho al leerlo. Conjeturo que no seré el único compañero que experimente eso.

Ojalá hayas disfrutado al escribirlo como nosotros al leerlo.

Excelente trabajo.

Saludos y nos seguimos leyendo.

Mila G.

26/06/2025 a las 08:05

Hola Ricardo:
No dispongo de mucho tiempo para comentar tu texto, pero mejor poco que nada ¿no?
Me ha gustado la historia que cuentas y la forma en la que está escrita. Ya te digo que, por falta de tiempo, no he podido profundizar mucho pero te felicito por qué has conseguido esa mezcla de realidad y fantasía difícil de lograr.
Un abrazo fuerte y felices vacaciones.

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