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Asesinato en la isla de Iki. - por Lidia VillaR.+18

Recordaba haber escuchado más escándalo en esta calle. El sonido de los árboles meciéndose o las chicharras cantando se sentían amplificados, mientras que no había cavidad en mis pensamientos para el ruido de los transeúntes o vehículos que pasaban junto a nosotros.

La atmósfera de silencio incómodo que nos envolvía iba desapareciendo cada vez más conforme nos acercábamos a la casa de los Hosokawa.

Al llegar, una gota fría me trajo de vuelta a la realidad. El silencio no era tan profundo como lo había percibido; la realidad en aquella casa estaba llena de dolor. El llanto desgarrador de la señora Hosokawa opacaba por completo las palabras de su marido, quien nos recibía en la puerta.

Como cada quincena de junio, mi familia era invitada a su casa en la isla Iki. Pero esta vez nos esperaban unas vacaciones completamente diferentes.

A pesar del calor, el cielo estaba tan negro como el vestido de la señora, quien, desparramada en la mesa de la cocina, solo encontró fuerzas aquella mañana para abrir una botella y vestirse de luto por su hija de veinticinco años.

Todos los habitantes de aquella isla parecían haberse reunido en el salón para velar a Misaki, quien había fallecido en un trágico accidente automovilístico. Era tan solo ocho años mayor que yo.

Según nos habían contado los presentes, todo fue una cruel casualidad, así que no tenía sentido que los policías siguieran registrando la casa.

— Es normal que mi mujer esté así… Debí impedir que viera el cuerpo de nuestra hija carbonizado… — Se lamentaba el señor Hosokawa.

— Señor agente, disculpe. ¿Cómo pudo quemarse la víctima si solo perdió el control del volante en una carretera que es sencilla, incluso con lluvia?

— Se me hace que eres muy joven para hacer preguntas tan rebuscadas. Hazte a un lado, los adultos están teniendo una conversación privada.

Su respuesta no me impresionó, pero siempre trato de conseguir datos por la vía más fácil cuando necesito resolver algo.

Salí al porche donde había más vecinos que habían venido a mostrar sus condolencias. Todos decían que perdió el control de su coche, pero nadie hablaba sobre un fuego.

Frente a la negativa de los policías para resolver mis preguntas, decidí llamar a la estación de bomberos con mi alias estrella para sacar información a las autoridades: “La agente Stacy”. Todavía no entiendo cómo me sigue funcionando ese truco.

El caso, es que los bomberos no habían recibido ningún aviso de incendio aquella mañana, y entonces ¿Cómo se quemó el cadáver de Misaki?

Ya entrada la tarde, me aventuré a husmear el jardín trasero. Buscando cualquier pista que a los policías se les hubiera podido pasara por alto. Allí reconocí dos vehículos aparcados. El del señor Hosokawa, y el del novio de Misaki, Katsu Kimura.

— Señor Hosokawa, una pregunta, ¿Le ha pasado algo a Katsu? No lo hemos visto en todo el día y mis padres preguntan por él. — Mentí.

— Katsu está de viaje querido Yuki. Llegará mañana.

— ¿Le importa si me siento en su coche? Estoy cansado, todas las sillas están sudadas y el nuestro está bajando la cuesta.

— Claro que no hijo. — Pulsó el botón de la llave para que pudiera abrir la puerta. — Ahora si me disculpas, voy a terminar de despedir a los invitados. Mi mujer tiene que descansar.

Ambos deberían de estar ensuciados por la lluvia, pero solo el del señor Hosokawa lo estaba.

En ese momento me percaté. Aquí estaba pasando algo raro.

Abrí la puerta del conductor y me senté. Se dejaban ver huellas de un polvo anaranjado en el volante y la palanca de cambios, como si la persona que lo condujera por última vez hubiera estado comiendo Cheetos.

No podía ser el señor Hosokawa. Hacía años que no tomaba comida procesada debido a sus problemas renales.

Sin tocar demasiado, continué revisando el interior. Cogí un papel de mi bolsillo y lo utilicé para abrir la guantera. Además de varios papeles, encontré una caja de cerillas también recubiertas de huellas anaranjadas. Le di la vuelta para leer la inscripción y ese momento todo cobró sentido.

“Si en Iki no hay humo, el hombre hace arder a las almas cuando nadie ve.”

Misaki no murió en un accidente…

Los restos quemados, la ausencia de incendio, el vehículo inmaculado, las huellas naranjas en el interior, y la única persona que conozco aficionada a los Cheetos, junto a aquella inscripción en la caja de cerillas…

No fue un accidente. Fue un asesinato.

Comentarios (3):

Diana T

19/06/2025 a las 16:48

Hola Lidia, creo que aquí tienes una buena premisa para una interesante historia de detectives, sin embargo hay cosas que no me terminan de gustar.

Empecemos con algunos errores técnicos:
– En el primer párrafo, creo que el “mientras que” no es el nexo más adecuado al contexto.
– El “Ambos deberían de estar ensuciados por la lluvia” no está bien dicho. Puedes poner “Ambos debían estar sucios por la lluvia” o “Ambos se debieron haber ensuciado por la lluvia”.
– Los diálogos, en especial los primeros 3 me parecen poco naturales, y hasta robóticos, lo cual los vuelve poco creíbles.
– Cuidar los signos de puntuación, con una atención especial a los diálogos, ya que la puntuación y uso de mayúsculas antes y después del guión no son las adecuadas, y faltan algunas comas como en “Claro que no hijo” por “Claro que no, hijo”.

Respecto a la historia, probablemente es debido al límite de palabras, pero creo que se siente muy apresurada y ese ritmo es poco realista en esta clase de histotias. En especial hay 2 aspectos que no me gustaron del todo:
– El protagonista habla con un policía tras llegar a la casa, pero justo antes se menciona que no tenía sentido que siguieran investigando la casa, entonces ¿por qué estaban ahí?
– Esto es más personal, pero me hubiera gustado más que hubiera habido una referencia a los cheetos antes, quizás un empaque tirado o la idea de un detalle, que lo ligara con el novio, porque su aparición fue muy abrupta, y yo al inicio no comprendí lo del polvo naranja.

Dejando de lado esto, creo que es la base de una historia que se puede desarrollar para ser algo muy interesante con mayor cantidad de palabras. Me gustó tu personaje, es observador y tenaz. Curioso y que no se queda con el “eres muy joven” y el “un trágico accidente”, sino que lucha por las respuestas que busca. Esta clase de historias las disfruto mucho, y ánimo, que con la práctica se mejora.
Saludos y nos leemos 😊

Alberto Suárez Villamizar

22/06/2025 a las 20:19

Hola Lidia Villa
Tu historia me parece muy buena, y juegas al rol del investigador de una misteriosa muerte, que desde un principio deja ver reparos por el estado de la víctima, que muestras las huellas de n incendio que no se ha presentado. Interesante como planteas las dudas que llevan a la protagonista a hacer sus pesquisas.
Como se trata de leer y comentar aún los errores, te presento estos apartes que a mi parecer podrían ser mejorados en tu escrito:

1. Salí al porche donde había más vecinos que habían venido a mostrar sus condolencias.
Utilizas la palabra había muy cerca, creando una repetición que podías mejorar utilizando otra palabra o suprimiendo la segunda.

2. Ya entrada la tarde, me aventuré a husmear el jardín trasero. Buscando cualquier pista que a los policías se les hubiera podido
En esta frase podías dar continuidad al texto colocando una coma, en cambio del punto seguido.

3. No podía ser el señor Hosokawa. Hacía años que no tomaba comida
Aquí también podías suprimir el punto.

Espero que interpretes mis comentarios para mejorar, ya que de eso se trata. Finalmente te invito a visitar mi historia ubicada en el #41, y hacer tus comentarios sin reparos – te lo agradeceréé

CARMELILLA

25/06/2025 a las 11:08

Hola, Lidia.
Creo que logras en tu relato crear una atmósfera de misterio rápidamente.
Queda muy bien expresado el dolor de los padres.
Me gusta que lo hayas escrito en primera persona, he empatizado con ese joven, atrevido y perspicaz, aprendiz de detective.
Que se haga llamar Agente Stacy es poco creíble, pero…
Hay algunos otros aspectos que resta credibilidad al relato.
Comparto lo ya comentado por Diana y Alberto.
Buen trabajo, Lidia.
Saludos.

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