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1, 2, 3... - por Antonio Martínez GómezR.+18
1, 2, 3…
Ahora que todavía estoy vivo puedo contarlo todo.
Ahora el que aún no haya muerto puede escucharlo.
Lo raro y temerario es que lo esté haciendo, que no me hayan matado de momento; de todas formas, ¿Quién me puede matar ya?
Incluso firmando un vinculadísimo documento de confidencialidad, me implantaron un microchip con 100 microgramos de batracotoxina, una mierda que exudan las ranas dardo colombianas, no me daría tiempo ni a decir Pamplona, en caso de que me fuera de la lengua, estoy super-monitorizado.
Quién me mandaría a mí aprender ruso en todas sus variantes, inglés oxoniense, fabla aragonesa y todas lenguas minoritarias, maldita torre de babel, maldita estulticia humana, malditos roedores.
El caso es que, con los ojos vendados, aparecí, según deduje, en la sala de alguna terminal aeroportuaria, remota y sin ningún signo externo de ubicación, era esta cúbica, inoxidable, inviolable, atmósfera cero, cero empatías, empate en entendimiento.
Dos banderas, una mesa, dos sillas, como en un duelo emergieron de dos paredes, puertas escamoteables supongo, sin fisuras, dos figuras, en sus manos – en la de cada cual – maletines idénticos, extraplanos, extraños, extraterrestres casi, magnéticos y brillantes, temibles:
—¿Qué pasa Vladimir?, se te ve bien—dijo con sorna el abuelo—Incluso con más pelo.
—Joe, eres un cachondo, el sebo de bisonte de Wisconsin que me mandaste por valija como crece pelo era una puta mierda, pero me la suda, ahora me doy Kanfor como Berlusconi. ¿Te gusta?
—Te debía una Vladi, el vodka geriátrico que recibí del embajador era queroseno de tu Antonov 225, menos mal que antes se lo di a probar a mi Golden retriver.
Ni que decir tiene que el que suscribe no daba crédito a la conversación, y con vergüenza ajena presenciaba y traducía esta cantidad de chorradas, mientras ambos tamborileaban sus dedos acusadores, chulos y retadores sobre los maletines idénticos que habían dejado sobre la pulida mesa, abiertos y con un terrorífico pulsador en forma de seta en el que se podía leer ¡BOOMM!
Los dueños del mundo ni me miraban, yo parecía amigos, el palanganero.
—Joe, en señal de buena voluntad te he traído unos pelos incorruptos del bigote de Stalin—Se los deslizó a lo largo de la mesa.
—Una feliz coincidencia Vladi, yo como presente te regalo la perilla fosilizada de Lincoln —Y la lanzó como una peonza.
—Eres un gran brother Joe—dijo emocionado el ruso.
—Y tu un gran hijo de puta—farfulló el yanki—Por cierto… ¿te llamabas? …he olvidado tomarme la medicación esta mañana.
Tras los abrazos de rigor, orgía de licor, rocanrol, casachoff, compromisos, y no me toques a Ucrania etc. etc. y “mañana te llamo”, ja, ja, je, je…y que a Xi Jinping lo engañan como a un chino, y más ja, ja y je, je.
En el trasiego de la despedida se equivocan de maletines nucleares, las resacas tienen esas cosas.
A los diez días Ucrania se convierte en el estado nº 51 de EEUU, con el beneplácito del presidente Zelenski, y por supuesto de Biden, “para lo que me queda en el convento…” sentencio el anciano.
Yo ya me he hecho construir un refugio nuclear amiguetes.
El presidente ruso esta loco, esa noche, no se aplicará su axioma de: “Vladimir una paja y a dormir”, al día siguiente la retención de líquidos le ha sentado fatal, trinca el maletín atómico y tras tres tristes litros de Billionaire vodka… 1, 2, 3 aprieta el botón rojo…con retardo de 1, 2, 3 horas, las justas para desaparecer de su cuartel general rumbo a una base secreta en las islas Azores, equidistante de las dos hecatombes, después sacando de su bolsillo secreto una cajita de cerillas del club de golf de Trump, marca el numero privado del payasete en Mar a Lago:
—Donald, acabo de cometer una travesura, pero por nuestro amor, tienes que reunirte conmigo en las Azores, sabes que siempre te he querido, me pones cachondo.
—Vladi, yo sí que te amo, tu sí que me pones como una Harley, en medio del océano fundaremos una arcadia feliz y macarra, una nueva Atlántida, llena de aranceles, dejaremos huella y tendremos muchos hijos.
—Si Donald, muchos, sembraremos la tierra de muchos hijos de Putin.
EPILOGO 1. En mi bunker apenas alcanzo a ver unos espantosos pajarracos de luto, parece que mean ácido sulfúrico y cagan isótopos de uranio
EPILOGO 2. Ahora Trump no tiene quien le vote…solo los muertos.
EPILOGO 3. ¿FIN?
1, 2, 3… ¿¿¿¡¡¡BOOOOM!!!???
Suerte y hasta siempre.
Comentarios (5):
ABAL
18/06/2025 a las 09:52
¡Joer Antonio! tu si que sabes economizar. Ya lo leí ayer dos veces. Original y de mucha actualidad. Pero los malos siguen siendo malos aunque se amen. Es muy divertido, como casi todo que escribes. Tu estilo no decae y ese lenguaraz lenguaje te da alas. Muy bueno.
ABAL
18/06/2025 a las 12:37
¡Gracias Antonio! Maestro del inconformismo. Me apetecía tocar el realismo mágico.
IGNACIO
18/06/2025 a las 15:22
Hola Antonio. En otros momentos hubiéramos dicho que has escrito una distopía. A día de hoy, sin saber si habrá un mañana, parece que la realidad puede superar el arte.
En cuanto al conocimientos de idiomas, está sobrevalorado.
Buen relato, un abrazo.
Otilia
18/06/2025 a las 17:11
Hola, Antonio, gracias por compartir tu relato.
Tengo que decir con sinceridad que este tipo de historias, de series o de películas no me entusiasman, sin embargo, no dejo de reconocer la originalidad o ¿realidad? de tu relato.
Buen trabajo.
Saludos.
Yolanda T
18/06/2025 a las 22:13
Hola, Antonio, me ha gustado esta parodia de la realidad, me ha hecho sonreír, a pesar de que al final acabe en desastre. Tal como se presenta el panorama mundial, se agradece un poco de humor.
En cuanto a cómo está escriro el relato, dos cosas:
-el cambio de tiempo. Entiendo que el narrador nos está explicando lo que presenció al hacer de intérprete, algo ya pasado. Pero en un momento dado, mezclas el tiempo pasado con el presente, lo que no es muy coherente.
-Al principio del relato me parece que hay un exceso de comas que, personalmente, me confunden y enmarañan el significado de lo que quieres transmitir. Muchas de ellas podrían sustituirse por puntos.
Buen relato.