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Aquel día gris... - por DanteR.
Web: https://alquimialiterautica.blogspot.com/
—Terranova… No esperaba verte… hoy… —dijo Alberto entrando a la sala de profesores.
—Laurent, algún día tenía que ser el primero…
—Si querés charlar, estoy…
Esa fecha no se podía calificar en sus clases de Filosofía ni en las mías de Literatura. Era, simplemente, un día de mierda.
Se cumplían cinco años desde que David… Pensar que nuestra luna de miel en aquella isla parecía ayer…
Aunque nunca me vestí de luto y ya había hecho el duelo, ese aniversario era insoportable. Cada vez.
Para disipar esas tinieblas, decidí salir un rato. Al atravesar el pasillo, vi a Lisa hecha un ovillo en un rincón.
¿Quién lo hubiera imaginado apenas un año atrás? La más linda, la “reina”, así…
—Hola, Lisa. ¿Qué te pasa?
—Nada, profe…
—Nadie llora por nada… —Me agaché y toqué su mejilla—. Vení.
Volví a la sala con ella, la hice sentar y le serví un café.
—Clara, el sábado es el cumpleaños de Ian —dijo preocupada.
—Lo sé.
—Su mamá me contó que, desde que murió su hermano, ese día es horrible para él. Encima, tampoco tenía a nadie antes de entrar a nuestra escuela.
—Vos querés que este sea distinto. —Sonreí—. Eso sí que es amor.
—Yo era la diosa de la escuela. Intocable, adorada… de piedra… Una vida vacía. Y él…
Lisa intentó secarse las lágrimas con su mano. Abrí mi cartera, le di uno de los pocos pañuelos que me quedaban y acaricié su cabello.
«¡Cuánto cambiaste, chiquita! Te encontraste a vos misma, tenés amigos de verdad y una relación hermosa con Ian», pensé con alegría cuando, de repente, tuve una idea…
—¿Y si le hacemos un regalo inolvidable…?
—¡Sí! —Abrió sus ojos azules, llenos de esperanza
Justo se abrió la puerta y entró una figura que rozaba el dintel.
—¡Antonio! ¡Caíste del cielo!
—Buenos días, Clarita. ¡Cómo brillan esas esmeraldas! ¿Qué traés entre manos? —devolvió con una sonrisa enorme, enmarcada por su barba
—¿Me traés al “grupete”, sin Ian?
En cinco minutos el preceptor hizo entrar a Juan, Marina, Andrea, Verónica, Itatí, Gustavo y Tomás.
—Hola, profe —saludó Marina—. “El Che” dijo que era urgente…
—El sábado es el cumpleaños de Ian. No hay tiempo que perder —contesté mientras anotaba unos títulos en un papel—. Gus, ¿podés hacer una versión acústica de estas tres canciones?
—¡Sí, contá con la viola! —replicó—. Juani, desempolva el teclado…
—Hace un siglo que no toco…
—Te ayudo —insistió Gus—. Maru, ¿te animás al cajón flamenco?
—No tengo idea, pero por Ian… ¡De una! —aceptó Marina, mientras sus ojos azules chispeaban—. ¡Vos, jugate! —Golpeó en el hombro a Juan, que le respondió desordenando sus rulos.
—Dale, Juani… —suplicó Andrea, quien, esbelta como era, parecía encogerse. Marina la miraba de reojo.
—Listo, me rindo. Ganaron las dos.
La cara de Lisa brillaba. La mía también.
—¿Y nosotras? —preguntó Andrea con timidez.
—Baronesita, no hay show sin ambientación… —le contestó Marina.
—¡Más vale! —acotó Itatí.
—Entonces Iti y yo preparamos los carteles y el escenario —dijo Andrea, mientras sus ojos marrones desbordaban de alegría.
—¡Yo me encargo de los globos! —exclamó Vero, mientras Gus no apartaba su mirada de ella.
—Yo filmo —agregó Tomás—. Si no lo hace el filmmaker…
Nuestras risas inundaron la sala: el plan ya estaba en marcha.
—¿Y yo? —me preguntó Lisa.
—Vas a ser la atracción principal: la reina, la cantante del grupo…
—¡The Queenie’s! —exclamó Marina.
—¿Lo hacemos en el patio de mi casa? —consultó Gus.
—Dale. Mi mamá prepara la torta —añadió Juan.
—Quiero pedirles algo… —dije, entregándole a Lisa mi caja de fósforos—. Úsenla al prender la vela.
—Tiene una inscripción en latín…
—“Elige los corazones que encenderás”. Fue un regalo de alguien muy especial… —Parpadeé reprimiendo las lágrimas—. Para momentos como este…
Y al fin llegó el sábado…
Yo fingía estar sola en el patio cuando llegara Ian. Carla, su tía y gran amiga mía, empujó la silla de ruedas hasta dejarla en el centro.
—¡Profe! ¿Vos, acá? —preguntó sorprendido.
En ese instante se escucharon los primeros acordes y cayó el telón. Lisa, que llevaba un vestido rojo rubí y una diadema ceñida sobre su cabello rubio, comenzó a cantar “Can’t Take My Eyes Off You”.
Bajó del escenario, besó a Ian, se sentó en su falda y, mirándolo a los ojos, siguió cantando.
Aquella silla se convirtió en un trono, y esa noche —que nos dejaría una huella imborrable— recién empezaba…
«Amor, ¿ves que elegí bien los corazones que encendí?», pensé mirando hacia el cielo estrellado.
Comentarios (12):
Lupa Sívori
18/06/2025 a las 16:52
¡Dante! Tu cuento tiene un corazón enorme. Está lleno de emociones sinceras, buenos climas y un mensaje conmovedor sobre el amor, la pérdida, el renacer y la comunidad. Me gustaron los diálogos, que suenan muy naturales.
Acá va una devolución constructiva y un par de sugerencias que se me ocurren para mejorarlo, tanto en contenido como en forma:
1.- Inicio más fuerte:
El diálogo inicial entre Alberto y Laurent (Terranova) queda desconectado. No se desarrolla ni se entiende su relación con el resto. Si no va a tener peso en la historia, conviene sacarlo o usarlo mejor como un contrapunto simbólico (quizás representa un pasado o una historia de pérdida paralela).
2.- Claridad del narrador:
Sabemos que quien narra es “Clara”, pero eso queda claro recién avanzada la historia. Podés nombrarla antes o dar pistas más concretas de entrada.
3.- Diálogos mejor diferenciados:
A veces cuesta seguir quién habla. Una mejor puntuación, uso de verbos de habla y organización de párrafos podría ayudar.
4.- Reducción de personajes secundarios:
Son muchos nombres (¡nueve del grupete!), lo que hace que algunos queden apenas mencionados. Podés recortar un poco o darles roles más definidos y memorables.
5.- Cuidado con los clichés:
“La reina”, “la más linda”, “la diosa” y “la vida vacía” son frases algo trilladas. Podés mostrar ese cambio de Lisa con un detalle más original (algo que solía hacer antes, cómo trataba a los demás…).
6.- Clave: revisar algunos lugares comunes:
Ejemplo: “esos ojos azules llenos de esperanza” o “besó a Ian y lo miró a los ojos”. Tal vez puedas buscar formas menos previsibles de describir lo que sienten o transmitirlo con acciones más sutiles.
¡Espero que sirva!
¡Saludos!
LUPA
@ViajarLeyendo451
Osvaldo Mario Vela Sáenz
19/06/2025 a las 15:37
Hola Dante, Saludos.
Excelso trabajo el que logras. La ternura y el amor entre compañeros lo dispersas a raudales.
Me encantan ciertas expresiones como: Buenos días, Clarita. ¡Cómo brillan esas esmeraldas! o, Vas a ser la atracción principal: la reina.
Maravillosa es la canción que escogiste: Can´t take my eyes off of you. de la cual recuerdo la continuación “I want to hold you so tight”
De verdad te Felicito.
Cristina Otadui
19/06/2025 a las 16:27
Un texto emocional construido sin duda con el fin de conmover. Los diálogos aparecen fluidos, totalmente naturales y muy reconocibles entre la gente joven.
Al igual que Lupa, yo también pienso que debes tener cuidado con la voz narrativa: a veces el punto de vista narrativo fluctúa entre un narrador omnisciente y un narrador interno: estas cosas despistan al lector.
Otra cosa que señalaría son los saltos temporales (del viernes al sábado) que me resultan un poco ásperos.
Me gusta que “la caja de fósforos” funcione como un legado, como un recordatorio del pasado y una chispa que enciende nuevos vínculos. Es un gran recurso poético.
Buen trabajo, enhorabuena y buen verano
¡¡Nos leemos!!
Dante
20/06/2025 a las 07:23
PARA LUPA SÍVORI, OSVALDO MARIO VELA SÁENZ Y CRISTINA OTADUI:
¡Hola a todos! Les agradezco que hayan pasado por el relato, lo hayan leído y hayan dejado sus comentarios.
Como es mi costumbre, voy a agradecer en particular, pero antes quería dejar este mensaje en general, porque dada la dedicación que han puesto en los comentarios, me gustaría compartir lo que, en realidad, hay detrás de este relato. En parte, porque tiene que ver con el proceso creativo de cómo llegué hasta él y también porque en base a eso la reflexión acerca de sus aportes será más fructífera.
Si bien este texto es un relato breve de exactamente 750 palabras y publicado como tal en el Taller de Literautas, en realidad constituye un “experimento” (desde que se reanudó la segunda edición de Literautas ya vengo haciendo varios, tratando a veces de salir de mis zonas de confort, otras probando recursos, mecanismos o cosas que no haya hecho, y otras “cómo resuenan” o qué efectos probables podrían causar esas “pruebas” o cómo podrían ser percibidas historias más largas, personajes, etc. Lógicamente esos experimentos suelen conllevar riesgos, que termino aceptando para luego ir reflexionando en función de los aportes de los compañeros que leen y comentan).
¿En qué consisten algunos de estos “experimentos” y este en particular? En que algunos relatos se integran en una historia más grande o proceden de ella. Otros fueron relatos encadenados o relacionados a manera de capítulos “condensados” de una posible novela. El texto de este MUE, en cambio, fue publicado como un relato autoconclusivo y relativamente autosuficiente con un final semiabierto (“cerrado” en cuanto Clara, la narradora, dirige una frase a su marido fallecido, abierto porque queda la sensación de que la fiesta sigue).
La historia que está detrás de este relato pertenece a un género que me es totalmente extraño, que no consumo y del cual a lo sumo habré visto alguna serie (recomendada por otros adultos): el llamado “young adult”. Es decir: de adolescentes o jóvenes en crecimiento.
La semilla de la historia se me ocurrió de una manera un tanto fortuita y surgió de mezclar a cuatro personajes que serían los principales (que aquí aparecen como secundarios y una quizás con más relevancia): Juan, Marina, Andrea y Lisa. Pero bastante tiempo después, al “darle la llave” a los personajes, iban apareciendo otros y sus relaciones se iban complejizando o tomando rumbos no planeados o inesperados.
Entonces para llevar esto a un relato sin explicar previamente todo me basé en la técnica del “slice of life” (“una rodaja de la vida”), comenzando el relato in media res. Puede que no sea un “slice of life” en sentido estricto, lo concedo. Pero la idea es esa: mostrar un momento de la historia donde aparecen todos o varios de los personajes relevantes y que, a su vez es -valga la redundancia- un momento realmente importante para ellos.
Para que esto fuera posible, y aprovechando las palabras de la consigna obligatoria, la “puerta de entrada” fue un personaje adulto muy relevante: la profe Clara Terranova, y decidí que ella fuera la narradora protagonista. Es decir que cambié el punto de vista: de uno de los chicos a una adulta relevante para ellos.
No obstante todo esto, por disponibilidad de tiempo recién el último día pude sentarme a escribir y llegué con lo justo al límite de las 750 palabras. Me hubiera gustado poder pulir o desarrollar más algunas cosas para que la ejecución de la idea adquiriese mejor forma. Tal vez con mil palabras o con el doble (mil quinientas) podría haberme acercado más.
Más allá de ello, lo que más me interesaba era introducir a los personajes, “probarlos”, ver qué causaban y que “el corazón” de un momento relevante en la vida de esos personajes fuera entendible para cualquier persona que leyera el texto (aún cuando no conociera nada del trasfondo, es decir de la historia “grande”) y que, en lo posible, esos personajes le transmitieran algo a nivel emocional.
No sé si alguna vez escribiré o no esa “historia grande” que he bosquejado, pero este MUE me ha servido para probar cómo se vería una partecita de ella, y, asumiendo los riesgos de la “adaptación”/“reducción”, quise compartirla en un pedacito que tomó forma en este relato.
Dante
20/06/2025 a las 07:31
PARA LUPA SÍVORI:
Hola, Lupa, gracias por tu comentario.
En cuanto al corazón del cuento, tiene mucho que ver con quienes sostienen esa “historia grande” de la que he hablado en el agradecimiento general. Se trata de un grupo de chicos que se va formando paulatinamente, que llegan a ser muy amigos y a modificarse entre sí, entre todos.
A eso se le sumó la consigna del MUE, que me ayudó y mucho, a delinear algunas cosas del personaje de Clara, y de la interrelación de los chicos entre sí, de Clara con ellos y de ellos con Clara, brotan esas emociones sinceras, climas y el mensaje que destacás sobre el amor, la pérdida, el renacer y la comunidad.
Me alegro también que te hayan gustado los diálogos, que te suenen naturales. Siempre intento trabajar este punto en los textos en los que incluyo diálogos, y en este caso, quizás me haya jugado a favor haber desarrollado a los personajes desde ellos mismos, permitiéndoles ser y vincularse entre sí y desde sí. En todo caso, estoy conforme con el resultado, ya que lo has destacado.
En función de lo que les conté en el agradecimiento general voy a reflexionar sobre tus críticas constructivas, que desde ya agradezco:
“1.- Inicio más fuerte:”
El diálogo inicial entre Alberto Laurent (profesor de Filosofía) y Clara Terranova (profesora de Literatura) tiene una relación con el resto del texto, aunque concedo que por lo que decía de haber llegado justo a las 750 palabras la ejecución no haya sido todo lo prolija que me hubiera gustado y que pueda causar esa sensación (que bien marcás).
El relato inicia in media res y lo que ocurre es que Alberto llega a la sala de profesores y se sorprende al ver a Clara ese día (que se supone que iba a faltar, lo que se inferiría del “No esperaba verte… hoy”).
No se desarrolla también por el límite de 750 palabras (al que llegué justo). En caso de escribirlo como capítulo de una eventual novela o como un relato más largo (o no tan largo, pero al menos sin ese límite), sí se desarrollaría más y de ello, es muy probable que se entendiera mejor la relación con el resto.
Yendo al diálogo inicial en sí (más allá de lo que puede interpretarse, sentirse, percibirse de la ejecución concreta en el relato publicado), sí tiene relación con el resto y tiene peso en la trama (sobre todo si lo extendiera como un relato que exceda ese límite y sin contexto previo -es decir como parte de una eventual o eventuales novelas-). A lo que apunta este diálogo, además del inicio in media res es a mostrar el “ecosistema” de la escuela. En este caso, la relación entre colegas: Clara trabaja en un ámbito donde sus colegas -representados aquí en Alberto- comprenden su dolor, respetan la distancia y se ponen a su disposición si ella quisiera hablar o los necesitara.
No se trataría entonces de un contrapunto simbólico ni de un pasado o una historia paralela, sino del apoyo. Si querés pensarlo como contrapunto, o mejor, como “espejo” podés encontrarlo en el grupo de los chicos: estos chicos, en parte, son como son, porque los adultos que los educan no son personas indiferentes.
“2.- Claridad del narrador:”
“Sabemos que quien narra es “Clara”, pero eso queda claro recién avanzada la historia. Podés nombrarla antes o dar pistas más concretas de entrada.”
Puede que en esta apreciación incida lo dicho respecto del diálogo inicial y que por la máxima condensación a la que tuve que recurrir para el menos cumplir mínimamente el propósito o intención narrativa no resulte tan evidente.
Sí creo que es claro que la narradora es primera persona protagonista, pero en cuanto a Clara recién se sabe su nombre de pila un poco más adelante.
En realidad, y concedo que fue un riesgo que tomé y que en un ámbito de mayor extensión quizás lo ejecutaría distinto, para “presentar” al personaje con “nombre completo” inicié el diálogo con el apellido: Alberto la llama “Terranova”, ella le devuelve “Laurent” (autocrítica: para mayor claridad este vocativo debería haberlo colocado al final, no al principio de la respuesta de Clara). Este recurso (que la llamen por apellido o que incluyan el apellido otros personajes) se explica porque al narrar en primera persona y contarnos algo que sucede ese día, ella no va a andar presentándose frente al lector.
Se podría objetar que quizás en un ámbito tan reducido no era conveniente. Cierto, aunque también había otra intención oculta en incluir el apellido. Esto podría no interesarle al lector, pero ya que estamos lo cuento (y tal vez te resulte divertido). Contar con el apellido de los profesores -y pensando en los chicos, que aparecen después- no sería descabellado pensar en Clara como “la Terranova” -más allá de que ellos también la llaman por nombre-. Una referencia así en Argentina sería usual (lo cuento porque al ser argentino también, tal vez te resulte familiar). En definitiva: ¿podría objetarse que no era conveniente? Sí. ¿Se podría ejecutar mejor en un ámbito más amplio? También. ¿Podría tener alguna utilidad? Sí: la verosimilitud por el lugar donde transcurre el relato (Argentina).
“3.- Diálogos mejor diferenciados:”
“A veces cuesta seguir quién habla. Una mejor puntuación, uso de verbos de habla y organización de párrafos podría ayudar.”
En cuanto a la puntuación la revisé, y, en principio, la considero correcta. Lo que no quiere decir que no amerite volver a revisar, corregir o cambiar. La organización de párrafos, en principio, no me parece mal (en cuanto a los diálogos) porque las líneas son más bien breves.
En cuanto al uso de los verbos de habla, coincido: me hubiera gustado incluir más (también, en su caso, algún que otro verbo no dicendi) y de hecho, hubiera incluido más. Pero por lo que comenté del límite de 750 palabras tuve que sacrificarlos. Otro de los riesgos que asumí.
En tal sentido, coincido con vos acerca de lo que apuntás de los verbos de habla, o lo que yo llamaría en sentido más amplio, incisos o acotaciones. En un ámbito más extenso y por la cantidad de personajes y características de estos diálogos sería absolutamente necesario incluirlos y, en caso de que reelabore el texto o lo expanda, sin dudas este será uno de los aportes que voy a tomar y a aplicar.
“4.- Reducción de personajes secundarios:”
“Son muchos nombres (¡nueve del grupete!), lo que hace que algunos queden apenas mencionados. Podés recortar un poco o darles roles más definidos y memorables.”
En este punto me permito discrepar. Aunque se haya concretado en la forma de relato breve y que en ellos, en general, las reglas digan que los personajes deben ser pocos, decidí incluir a los nueve porque los nueve son el grupo. Y el grupo es casi un personaje más. Es por esto que tengo decidido no recortar personajes ni fusionarlos.
Es verdad que algunos quedan apenas mencionados. Esto pasa por el límite de las 750 palabras. Si extendiera el relato más allá de ese límite o reelaborase el texto, el diálogo sería más extenso, con algún “tira y afloje”, con más intervenciones de los que menos intervienen y alguna que otra pincelada más. Los roles quedarían todavía más claros y, por supuesto, referirían más concretamente a lo que hará cada uno.
Dentro de lo que el reducido límite me permitía, privilegié lo siguiente: al menos una mínima pincelada de cada uno -incluso los apenas mencionados- y resaltar los que o bien son -en la “historia grande”- los personajes principales, o bien, ciertas relaciones o dinámicas internas del grupo.
“5.- Cuidado con los clichés:”
Este punto es el que más lamento a la hora de la ejecución por cómo me condicionó el límite de las 750 palabras.
Sobre todo porque al no conocer los lectores la “historia grande”, ya que no tienen por qué y de hecho, la intención era mostrar este “pedacito” como un relato autoconclusivo y relativamente autosuficiente, podría ocurrir que Lisa quedara, al menos en parte o en apariencia, reducida a clichés. Cuando en realidad es un personaje que tiene un arco dramático enorme (que no se termina en el cumpleaños sino que sigue mucho más allá) y que no llega a este punto por casualidad ni por arte de magia sino después de un proceso en parte interno y en parte externo.
Para que el lector (que no sabe ni tiene por qué saber este trasfondo) imagine algo, Clara, al ver a Lisa “hecha un ovillo” nos cuenta cómo era vista por sus pares antes y luego nos muestra un pensamiento suyo relativo a ese cambio.
Ahora bien, por el límite de las 750 palabras tuve que contar más que mostrar, cuando en general prefiero hacer lo contrario: mostrar antes que contar. Es en este sentido que tomo tu aporte, que comparto absolutamente: mostrar algo que Lisa solía hacer antes o cómo trataba a los demás.
De haber tenido más espacio, eso debería haber ido en la parte en la que Clara, al verla en el pasillo, refiere a cómo era hace apenas un año. No te queden dudas de que en el caso de expandir el texto o reelaborarlo en ese punto será donde mostraré esto. Con lo cual se reemplazaría a “la más linda”.
No sé si reemplazaría a “la reina”, aunque pudiera sonar a cliché, porque esta frase luego funcionará como espejo: de la acepción viciosa (su vida anterior) a la acepción virtuosa (su rol en la fiesta sorpresa).
En cuanto a la diosa y a la vida vacía, como frases pueden ser trilladas, pero creo que pueden ser incluidas en la línea de diálogo, como de hecho lo fueron. Lo que no quita que en un ámbito sin la restricción de las 750 palabras la construcción de esa línea fuese mejorable, o que esas mismas palabras sean acompañadas de otras que ahuyenten la posibilidad de ser leídas como clichés. La razón por la que dudo si las sacaría o no radica en que ella proyectaba esa imagen y lo de la vida vacía es la explicitación de lo que en realidad le pasaba. (Por eso Clara destaca en su pensamiento a los “amigos de verdad” y a su relación con Ian). Sin perjuicio de cómo pudiera ser reelaborada esa línea de diálogo sí estoy seguro de algo: el mostrar lo que Lisa hacía a los demás debería ir antes en la narración de Clara, mientras que en su parlamento Lisa debería referir a la imagen que proyectaba y a cómo en realidad se sentía antes.
“6.- Clave: revisar algunos lugares comunes:”
“Ejemplo: “esos ojos azules llenos de esperanza” o “besó a Ian y lo miró a los ojos”. Tal vez puedas buscar formas menos previsibles de describir lo que sienten o transmitirlo con acciones más sutiles.”
Este es un aporte interesante, en el que creo que hay que distinguir los ejemplos y la apreciación.
En cuanto al ejemplo “esos ojos azules llenos de esperanza”, corrí este riesgo de lugar común por el límite de palabras. Me hubiera gustado poder experimentar y llegar a una frase más redonda que probablemente sería más larga. Aunque podría realizar una autocrítica en que hubiera bastado referir a los ojos y nada más y que el lector imagine el resto.
Con respecto a “besó a Ian y lo miró a los ojos” creo que es un caso diferente. Aquí lo que hay es una secuencia de acciones que ha sido deliberadamente buscada. Más allá de si es previsible o no, es coherente con la lógica del personaje y de la situación, ya que la fiesta se armó para eso, para generarle sensaciones al cumpleañeros, y para eso son necesarias determinadas acciones.
Ahora bien, considero que “describir lo que sienten” es otra cosa y que ahí sí pueden haber expresiones más sutiles. En donde sí puede haber “acciones más sutiles” es en las reacciones de las que un observador externo puede inferir las emociones o sentimientos, como ocurriría en este caso en que Clara es narradora protagonista. Su conocimiento es limitado, pues ella no está dentro de Ian o de Lisa ni de ninguno de los otros. Pero sí podría percibir gestos o detalles que le hagan inferir estados emocionales ajenos que podría trasladar al lector.
En este punto, solo restaría agregar que aquello que sienten los personajes, las reacciones y las expresiones o acciones (según el caso) más sutiles es algo que me hubiera gustado explorar y volcar pero que no fue posible hacerlo por el límite de 750 palabras. Por eso me concentré en las acciones físicas básicas (quizás en esto lo estoy pensando casi como si fuera actuación stanislavskiana) de las que se sigan estados emocionales o que provengan de estados emocionales, los que dejé librados a la imaginación del lector.
Como ves, tus aportes me han servido para la reflexión y, sobre todo, en caso de que decida extender el relato más allá de las 750 palabras o de seguir adelante con la “historia grande”, vendrán muy bien a la hora de darle forma, de escribir, corregir y volver a escribir.
¡Gracias!
Saludos y nos seguimos leyendo.
Dante
20/06/2025 a las 07:32
PARA OSVALDO MARIO VELA SÁENZ:
Hola, Osvaldo.
Gracias por tu comentario.
En cuanto a lo que decís de la ternura y el amor entre compañeros que yo habría dispersado a raudales, me gusta tu frase y me pone contento de que lo veas y sientas así.
Aunque en realidad, creo que los chicos son los que lo hacen, yo he sido su “medium”, nada más.
Como expresé en el agradecimiento general, este relato se inserta en una “historia grande”, en la que, como le decía a Lupa, hay un grupo de amigos que se va formando paulatinamente hasta llegar a ser casi un personaje más. En ese grupo todos son diferentes y cada cual aporta lo suyo y lo que los une es justamente el amor, la amistad, la ternura.
En cuanto a las expresiones que te gustan, me alegro que te atraigan las que nombraste. Una sirve para referir al aspecto de Clara, como para que puedan imaginarla, pero a la vez es útil para “pintar” a Antonio, el preceptor. La otra constituye el aliento que Clara le da a Lisa y que le ofrece la posibilidad de usar su aspecto de “reina” en sentido virtuoso, completamente opuesto al “vicioso” de aquella vida vacía de antes.
En cuanto a la canción que elegí… te cuento un secreto. Bosquejando la historia grande, yo no lo planeé como autor pero “se dio” que Lisa terminara con Ian. Y se me ocurrió lo de la fiesta sorpresa de cumpleaños. Luego, una vez escuchando una especie de playlist volví a escuchar esta canción… y su letra (aunque en inglés) era perfecta para esa parejita (y sobre todo condensa la transformación de Lisa que por fin ama de verdad a alguien y no teme ni hacérselo saber a él ni gritarlo a los cuatro vientos). Así que escuché la canción y esa parte de la escena (que en el relato es el final) “se escribió sola”
Gracias por tus felicitaciones y me alegro que te haya gustado el relato.
Saludos y nos seguimos leyendo.
Dante
20/06/2025 a las 07:33
PARA CRISTINA OTADUI:
Hola, Cristina.
Gracias por tu comentario.
En cuanto a las características que encontrás en el texto, me alegro que lo percibas como un texto emocional.
Es cierto que tiene el fin de conmover. Pero, como dije en el agradecimiento general, también tiene el fin de introducir a estos personajes. Y en ese conmover también quise mostrar algo de este grupo humano (incluyendo a Clara, la profesora -y podría haber incluido, si la extensión me lo hubiera permitido- a otros adultos relevantes) y de cómo es la aceptación total entre ellos.
En relación a los diálogos, como le dije a Lupa, siempre trato de trabajar lo mejor posible ese punto, y quizás en este caso me ha servido que ya tenía bosquejados a los personajes, a los que traté de construir desde sí y entre sí (les di las llaves de la “historia grande”).
Con respecto a la voz narrativa, creo que Lupa apuntaba a otra cosa y no veo que haya una fluctuación entre un narrador omnisciente y un narrador interno.
Siempre narra Clara Terranova en primera persona. Ella cuenta lo que siente, lo que piensa, lo que ve, lo que constata. Por ejemplo: Clara ve a Lisa “hecha un ovillo” e infiere que está triste. Pero no nos dice exactamente cómo siente esa tristeza en su fuero íntimo, como sí haría un narrador omnisciente.
Sí concedo que hay una expresión puntual que podría dejar alguna duda: “esa noche —que nos dejaría una huella imborrable—”. Ese “nos dejaría” es un plural, con lo que ella se estaría extendiendo más allá de sí. Sin embargo, ese “dejaría” al incluirlo en un contexto en pasado indica algo que va hacia el futuro, con lo cual en el momento en que Clara narra y se dirige -valga la redundancia- narrativamente hacia el pasado, ya sabe que la noche les ha dejado huellas a todos y es posible inferir que han intercambiado opiniones y sensaciones al respecto.
Donde sí podría existir un riesgo es en el identificar a Clara como “Clara” antes, cuestión a la que me referí al agradecer el comentario a Lupa, en donde señalé el límite de la extensión y en el escaso desarrollo de ese diálogo inicial que, en un ámbito más extenso podría reformularse y extenderse para que sea más evidente que la narradora es la profesora Clara Terranova.
En cuanto al salto temporal, no hay en realidad un pasaje del viernes al sábado. En realidad, no detallé el día (inicialmente iba a ser un miércoles, después por razones de extensión lo eliminé).
Puede que te resulte un poco áspero porque por el límite al que ajusté el “experimento”, es decir, el límite del taller, no hubo una transición más suave.
Sin embargo, tu aporte tiene gran utilidad para mí. ¿Por qué? Porque me hiciste reflexionar sobre un punto.
Si decidiera extender este relato más allá de las 750 palabras o siguiera adelante con la “historia grande”, entre el día en que el plan se elabora y el sábado, han pasado cosas. ¿Puede haber elipsis? Seguro. Pero algo habrá que mostrar. No todo, porque como la narradora es en primera persona y protagonista, no sabe todo, su conocimiento es limitado.
En tal sentido, en esta versión ultra condensada vemos cómo el plan se ha elaborado. Pero no cómo empieza a ejecutarse y un tema central: ¿cómo mantener el secreto? Entonces aquí aparecerían las diversas cuestiones: ¿cómo se llevan a cabo los ensayos musicales y todos los preparativos? ¿Cómo lo “van “llevando” a Ian? ¿Cómo lo “esquivan” o cómo disimulan? ¿Cómo Clara se entera de “los avances” sin levantar sospechas?
Dar respuesta narrativa a estas preguntas es lo que estoy seguro que va a suavizar lo que percibís como áspero y va a otorgar una transición adecuada. Tené por seguro que si decido extender el relato o seguir con la “historia grande” es seguro que voy a aplicar este criterio sobre el que me hiciste reflexionar (y al reflexionar me permitiste encontrar una solución a un problema que dentro del límite de las 750 palabras, aunque discutible, podría quedar cubierto por la elipsis, pero que en una versión más extensa -que es la que me interesa primordialmente- sería imperdonable).
En cuanto a la caja de fósforos, no fue sencillo pero me puse a pensar en las metáforas y apareció después de haber definido lo del aniversario, el luto, el duelo y la luna de miel en la isla. Empecé a pensar frases, las traduje aproximadamente al latín y las evalué. Hasta que encontré una. Luego suprimí por razones de extensión y porque en el fondo no era del todo necesario el latín e hice que, a pedido indirecto de Lisa, Clara lo tradujera para ellos y para nosotros. Y ahí apareció el legado, el recordatorio del pasado y la chispa que enciende nuevos vínculos. O toda carga que el lector quiera encontrarle al objeto literal y a su proyección metafórica.
Gracias por tu comentario, por tu elogio al trabajo, por tus aportes constructivos y por tus deseos (aunque en cuanto al del “buen verano” tendré que esperar varios meses para que se cumpla, jajaja)
Saludos y nos seguimos leyendo.
Vespasiano
20/06/2025 a las 23:08
Buenas tardes, estimado Dante:
Apenas dejar constancia de mi paso por tu relato que me ha parecido muy solidario y que muestra que aún hay jóvenes en este mundo que empatizan con las personas que necesitan un apoyo o la ayuda de sus amigos para salir de una situación depresiva, melancólica y triste.
En este caso también interviene con fuerza el cariño que Lisa profesa por Ian.
La presentación de los personajes y la función de cada uno de ellos en forma de diálogos me ha gustado.
También me ha llamado la atención (aunque no capto la intención) los puntos suspensivos que has colocado en cada final de la intervención de los participantes.
Sirva este comentario de saludo y despedida hasta el próximo reto.
Feliz descanso durante el receso del taller.
Recibe un fuerte abrazo.
Mila G.
21/06/2025 a las 08:21
Hola Dante:
Tu historia me ha gustado porque tiene sentimiento y corazón. El tono general del relato es muy bueno y los diálogos fluidos, aunque creo que los signos de puntuación necesitan una revisión.
Al principio del relato yo hubiera utilizado “Clara” y “Alberto” en lugar de “Terranova” y “Laurent”, eso hubiera aclarado las cosas.
También creo, como Lupa, que hay un exceso de personajes para contar una historia sencilla.
Por último, decirte que cuando se escribe un relato de 750 palabras máximo, hay que tenerlo en cuenta antes de empezar. Es importante condensar las ideas y no intentar contar demasiadas cosas, con demasiados personajes. Si una vez acabado resulta que podría formar parte de una historia más larga, eso es otro cantar…
Te recomendaría escribir microrelatos de no más de 200 palabras, es un ejercicio interesante que ayuda a eliminar lo superfluo y concentrarse en lo concreto. Es difícil, pero muy alecionador.
Espero que mis observaciones te sirvan, aunque por tus respuestas anteriores te veo un poco “impermeable”…
Soy sincera y directa, pero sólo pretendo ayudar.
Por lo demás, que sepas que tu historia me ha gustado mucho.
Saludos, y buenas vacaciones.
Dante
21/06/2025 a las 09:26
PARA VESPASIANO:
Hola, Vespasiano. Gracias por pasar por mi relato, leerlo y comentarlo.
Tenés razón en que es muy solidario. En cuanto a lo demás que decís, tiene que ver con lo que señalaba en un agradecimiento general para Lupa, Osvaldo y Cristina, esto es, que este texto que se concretó en forma de relato breve se inscribe en un marco mayor, en una “historia grande”. Esa “historia grande” pertenece a un género que podríamos llamar de jóvenes o de crecimiento, y sus principales personajes son un grupo de chicos que se va formando paulatinamente. Es un grupo de amigos en el que también hay parejas. Es decir que es un grupo que está conformado y atravesado por la amistad y el amor, y por eso allí reina la solidaridad.
Pero, por otro lado, estos chicos “no salieron de un repollo” (como dice un dicho popular en Argentina), sino que en ellos influyen adultos que son relevantes (este punto no siempre es tratado dentro del género en el que se inscribe esa “historia grande”). Uno de esos adultos es la profesora Clara Terranova, la narradora protagonista de este relato.
De acuerdo con vos, el relato muestra que “aún hay jóvenes en este mundo que empatizan con las personas que necesitan un apoyo o la ayuda de sus amigos para salir de una situación depresiva, melancólica y triste”. Esto coincide con lo que quise mostrar, y en tiempos como los actuales quiero creer (y supongo que todos necesitamos creer y apostar por ello) que así sucede y seguirá sucediendo en la realidad.
Con respecto a tu otra apreciación “En este caso también interviene con fuerza el cariño que Lisa profesa por Ian”, es absolutamente cierta. Tal como señalaba al reflexionar sobre los aportes de Lupa (acerca de uno en particular) en esa “historia grande” (que no he escrito, pero he bosquejado desde los personajes), el personaje de Lisa tiene un arco dramático enorme, logró darse cuenta de su realidad y de que no tenía amor ni amigos de verdad y después de un recorrido -al que refiere Clara en su pensamiento, que nos comparte- fue aceptada por ese grupo y, sin buscarlo, cuando llegó Ian, el chico nuevo, encontró el amor de verdad. Por eso interviene con tanta fuerza ese cariño, que se retroalimenta y potencia con la amistad de todo el grupo.
Me alegro que te haya gustado la presentación de los personajes, ya que desde que volvió el taller me he enfocado (y pienso seguir haciéndolo) en los personajes, en darles mayor preponderancia y que ellos sean los que manejen los diversos personajes e historias. También me alegra que te haya agradado la presentación de la función de cada uno de ellos en forma de diálogos. Los diálogos son un punto importante al que también le estoy dedicando atención desde la vuelta del taller y, en este caso, en que lo emocional es fundamental y los personajes urden un plan, me pareció que era la mejor manera de mostrar la función de cada uno.
Con respecto a los puntos suspensivos, a veces puede tener que ver con la extensión (ya que llegué con lo justo al límite de 750 palabras). Pero en general conllevan una intención.
Como te ha llamado la atención, supongo que podría interesarte, así que brevemente referiré al uso de los puntos suspensivos.
En el diálogo inicial los puntos suspensivos tienen que ver con el contexto. El relato inicia in media res, es decir, en el medio de la acción. Alberto Laurent, el profesor de Filosofía, llega a la sala de profesores y se encuentra con Clara Terranova, la profesora de Literatura. Esto es una sorpresa para él, ya que esa fecha es el aniversario del fallecimiento de David, quien fuera marido de Clara. Los puntos suspensivos en su línea de diálogo inicial tienen que ver con esa sorpresa. Los puntos suspensivos en la contestación de Clara, más allá de que pueda ser una respuesta “de circunstancia”, encierran también una carga emocional. Si querés, de dolor contenido, de algo de resiliencia, del intento de superar la herida que le reabre ese día. La otra línea de diálogo de Alberto es el ofrecimiento de un colega y amigo: “estoy acá para vos, no tenés que hacer nada más que buscarme”. Es una oferta de solidaridad, de contención, de apoyo. Los puntos suspensivos, en este caso, y más allá de que pudiera ser mejorable el diálogo inicial, sirvieron para reducirlo al mínimo que permitiera ajustar la estructura al límite de las 750 palabras. O sea: el diálogo, en caso de mantenerse en una versión más extensa del relato o en un capítulo de una eventual novela, debería ser más largo, por lo cual los puntos suspensivos, además de condensar la oferta de apoyo, darían idea de que Alberto salió de la sala y antes de hacerlo se puso a disposición de su colega. Y de ese modo sirve como una suerte de elipsis (no haría falta detallar más el diálogo -por el límite de las 750 palabras-) y abre el paso a la intervención de Clara como narradora (que es lo que efectivamente sucede cuando se refiere a cómo calificar ese día…)
Cuando Clara, ya como narradora, nos dice: “Se cumplían cinco años desde que David… Pensar que nuestra luna de miel en aquella isla parecía ayer…” los puntos suspensivos tienen una intención netamente emocional, y, por cierto, profunda para ella. Los que van después de David implican que Clara no quiere nombrar a la muerte, no quiere referir a ella. Y los que usa después de “ayer” conllevan la nostalgia, la melancolía, el recuerdo de la felicidad. Los puntos suspensivos suponen e implican, respectivamente, el dolor y el amor.
Luego Clara refiere a cómo encuentra a Lisa, que era conocida como “la reina” y dice “así…”. Los puntos suspensivos, en este caso, mostrarían que Clara siente compasión por ella y preparan para lo que viene.
En el intercambio:
“—Nada, profe…
—Nadie llora por nada…” los puntos suspensivos encierran un subtexto. Con los que van después de “profe”, Lisa revela que no quiere hablar de lo que le pasa. Quiere esconder su debilidad. A través de los que se encuentran después de “nada” Clara, en realidad, le está diciendo algo como “A mí no me podés engañar, y no tiene sentido que lo intentes. Podés contar conmigo. Quiero escucharte y ayudarte. Contame lo que te pasa”.
En la próxima línea de diálogo de Lisa que contiene puntos suspensivos (“—Yo era la diosa de la escuela. Intocable, adorada… de piedra… Una vida vacía. Y él…”), por un lado recuerda cómo era ella, la imagen que proyectaba de sí en los demás y qué resultado causó en ella. Esos puntos suspensivos encierran una visión retrospectiva reprobatoria, ya que ella ha cambiado. Y los puntos suspensivos después de “él” (“Y él…”) refieren a lo que siente por Ian y la importancia que él tiene en la vida de ella. No nos dice una palabra, pero podemos intuirlo porque es un subtexto, algo implícito. Y abre paso al llanto, que Clara nos muestra al indicar que Lisa intenta secarse las lágrimas con su mano y con la acción de darle uno de sus últimos pañuelos.
Seguidamente, Clara nos comparte el pensamiento en el que refiere al proceso de cambio de Lisa (con lo que “resume” parte de su arco dramático de la “historia grande”) y después viene su acotación: “pensé con alegría cuando, de repente, tuve una idea…”. Estos puntos suspensivos intentarían reflejar el proceso mental de Clara que es casi concomitante con ese pensamiento. Es una suerte de “iluminación”, como supongo que a todos nos ha sucedido alguna vez, y de este modo, da lugar a la propuesta que le hará a Lisa.
Esa propuesta se encuentra en la línea de diálogo de Clara: “—¿Y si le hacemos un regalo inolvidable…?” Los puntos suspensivos después de “inolvidable” significan que “sondea” a Lisa. Clara la quiere ayudar sin invadirla. Es una suerte de invitación cautelosa, a la que Lisa accede.
Una vez que el “grupete” entra, Marina dice: “—Hola, profe —saludó Marina—. “El Che” dijo que era urgente…” A través de estos puntos suspensivos Marina expresa curiosidad y tal vez un dejo de preocupación ante la urgencia con la que Antonio los requirió de parte de Clara. Por lo que tienen una utilidad práctica: economizar palabras, ya que reemplazan a las preguntas obvias: “¿Qué pasa?” o “¿Pasa algo?”
Luego de que Clara le preguntara a Gus si podía armar una versión acústica de algunas canciones, éste se dirige a Juan y le ordena: “Juani, desempolva el teclado…” Estos puntos suspensivos son una invitación/orden amistosa. Un mensaje serio (y de verdad) pero dicho en tono de chiste.
A lo que Juan responde: “—Hace un siglo que no toco…” Aquí los puntos suspensivos encierran una resistencia, un rechazo, con un subtexto que podría expresarse como “¿Estás hablando en serio? No tengo la habilidad suficiente. No puedo”.
Lo que contrasta con la actitud “inconsciente” de Marina: no sabe tocar el cajón flamenco, pero igual “se prende” a la invitación: “—No tengo idea, pero por Ian… ¡De una!” Los puntos suspensivos en la línea de diálogo de Marina resaltan su aceptación. Ella dice que no sabe tocar, usa la conjunción adversativa “pero”, nombra a su amigo, hace una pausa con los puntos suspensivos y exclama “¡De una!”, expresión argentina que podríamos traducir como “Sin dudarlo” o “No lo digas dos veces”. Es un sí rotundo. Los puntos suspensivos causan, literalmente, un pequeño suspenso que realza la respuesta a la invitación.
Apenas después se suma Andrea, que dice: “—Dale, Juani…” Estos puntos suspensivos tienen como finalidad persuadirlo. Son una invitación, una súplica dulce. Un modo sutil de presionarlo para que se sume al plan. (Y como revelan el modo en que Andrea dice esas palabras, tienen relación directa con el resto de la acotación de Clara relativa a esa línea de diálogo, tanto en lo que refiere a la propia Andrea como a Marina).
Cuando Marina se dirige a Andrea (aunque a través de un apodo) y le dice “no hay show sin ambientación…”, esos puntos suspensivos equivalen a una invitación, con el subtexto: “¿Querés hacer algo? Encargate de esto (de la ambientación)”. La respuesta de Andrea, en efecto, es afirmativa.
Casi al final del diseño del plan, Tomás, que no había participado todavía, dice que él va a filmar. Y luego agrega: “Si no lo hace el filmmaker…” Estos puntos suspensivos revelan que él hace un chiste sobre sí mismo, llamándose “cineasta”. Pero también (vistos desde el punto de vista no de los personajes sino mío como autor) tienen la finalidad de presentar al personaje a través del diálogo: este miembro del grupo es el que suele encargarse de esto, de lo que el lector podría inferir que tal vez Tomás tenga esta inclinación artística. (Spoiler proveniente de la “historia grande”: sí, esa es su vocación).
Después de que Lisa pregunta qué haría ella, Clara le responde: “—Vas a ser la atracción principal: la reina, la cantante del grupo…” Estos puntos suspensivos intentan revelar el tono con el que Clara le dice esas palabras a Lisa. Clara la invita y la resalta. Le devuelve la importancia, le da la “máxima responsabilidad” y encerraría un subtexto parecido a este: “Lisa, todos te apoyamos. Tus amigos van a hacer todo para que Ian disfrute de la fiesta. Sé el centro para que él sea el centro. Esta es la “corona” que vale la pena: usala”. A su vez, esa pausa persuasiva de Clara, que podría permitirnos imaginar su tono de voz, sirve como pie para que Marina “bautice” a la improvisada banda en la siguiente línea de diálogo.
Una vez que el plan ya está trazado y los roles están adjudicados, Clara les dice a los chicos: “—Quiero pedirles algo…” Estos puntos suspensivos constituyen una pausa literal. Y tratan de sugerir un viaje al corazón, a los sentimientos de Clara. Ella está a punto de pedir algo especial y usa esa pausa -ya que, pese a ser profesora de Literatura, le cuesta verbalizar eso- para darle a Lisa la caja de fósforos y luego hacer la petición de que la usen para prender la vela.
La línea de diálogo que sigue pertenece a Lisa, que dice: “—Tiene una inscripción en latín…” La línea de diálogo en sí, más allá de su pertinencia y relevancia argumental, sirve para economizar palabras, ya que encierra una elipsis: no se cuenta que Lisa tomó la caja y la miró, pero lo que ella expresa presupone esas acciones. Y en cuanto a los puntos suspensivos, éstos revelan que ella no comprende por qué Clara le entregó ese objeto y que le resulta extraña la inscripción (con esto quedaba cumplido el reto opcional). La referencia al latín permitió evitar la transcripción de la frase en ese idioma. Por un lado hubiera hecho extender más el texto (y yo no disponía de ese espacio), y, por el otro, podría dificultar la experiencia de lectura de algunos lectores y no necesariamente podría entenderse 100% justificado consignar la frase original. A su vez, le daba pie a Clara para que sea ella la que transmita tanto a los chicos como al lector la frase que será el fundamento de la última línea del relato, que también es dicha por ella.
Justamente después de traducir la frase, Clara agrega: “Fue un regalo de alguien muy especial… —Parpadeé reprimiendo las lágrimas—. Para momentos como este…” Los puntos suspensivos después de especial constituyen una “ironía dramática”. Es un recurso narrativo y dramatúrgico por el cual el lector sabe algo que los personajes ignoran. En este caso, los chicos, pese a lo cercana que es Clara no saben nada acerca de David. (Esto no surge del relato, de cuya mera lectura no se sigue necesariamente ni que sepan ni que no sepan, ni que puedan o no saberlo: en la “historia grande” David habría muerto un año antes de que los chicos conocieran a Clara). Entonces esos puntos suspensivos implican el recuerdo de David y del momento en el que Clara recibió ese regalo. Los puntos suspensivos después de “este” constituyen una conexión con la especialidad y profundidad de la experiencia que van a vivir y que quieren vivir y refuerzan el pedido/invitación de usar el objeto. Estos puntos suspensivos, si se quiere, se relacionan con los anteriores y reflejarían la unión entre lo especial del regalo y de la persona que lo hizo (David) y lo especial del cumpleaños (por el cumpleañero, su novia y sus amigos): es la unión de las personas especiales para Clara, aunque una de ellas ya no esté.
Cuando Clara retoma la narración dice: “Y al fin llegó el sábado…” A través de esta línea ya nos sitúa en el día en el que la fiesta sorpresa tendrá lugar, y esos puntos suspensivos tienen como finalidad prepararnos para el inicio de la sorpresa (la llegada de Ian, que no comprende del todo por qué su tía lo ha traído ahí y porque en ese lugar está Clara).
Finalmente, en el penúltimo párrafo, Clara como narradora dice: “Aquella silla se convirtió en un trono, y esa noche —que nos dejaría una huella imborrable— recién empezaba…” Estos puntos suspensivos, que van después de un verbo -empezaba- en pretérito imperfecto (que se usa, entre otras cosas para referir a acciones en progreso en el pasado) refuerzan la idea de comienzo de la fiesta y dejan el final abierto en ese punto. En tal sentido, reitero lo que dije en el agradecimiento general a Lupa, Osvaldo y Cristina, en cuanto a que el final es semiabierto porque sería “cerrado” en cuanto Clara, la narradora, dirige una frase a su marido fallecido y abierto porque queda la sensación de que la fiesta sigue (que es lo que los puntos suspensivos intentan reforzar).
Espero haber aclarado el tema de las intenciones relativas a los puntos suspensivos.
Gracias por tu comentario y por tu saludo.
Feliz descanso para vos también.
Te mando un fuerte abrazo y nos seguimos leyendo.
Dante
21/06/2025 a las 10:06
Hola, Mila:
Gracias por tu comentario.
Voy a empezar por el final del mismo: valoro que seas sincera y directa y que pretendas ayudar. Eso es fundamental para el taller, es la actitud que corresponde.
Por otro lado, me alegro que te haya gustado la historia “porque tiene sentimiento y corazón”, ya que respecto de otro relato mío dijiste que no te había llegado al corazón como lectora. Por suerte en esta oportunidad eso sí ocurrió.
También me alegro que consideres muy bueno el tono general del relato y fluidos los diálogos. Como les decía a los demás compañeros, los diálogos son un elemento al que presto especial atención, y que lo destaques muestra que vale la pena dedicarse a ellos.
Con respecto a los signos de puntuación, me gustaría que me indiques a qué te referís con que necesitarían una revisión. Al menos con algún ejemplo.
En relación a los nombres del principio del relato, me he planteado que en caso de extenderlo (porque si voy a corregirlo será para eso, ya que el MUE me ha servido para empezar a darle forma al bosquejo, y esa fue mi finalidad al participar), creo que voy a tomar tu sugerencia, y según en que forma se extienda, decidiré si los apellidos van o no (irán en otro lado si es un relato autoconclusivo, quizás no estarán si ocurre en un marco más amplio).
Con respecto al exceso de personajes, reitero lo mismo. Conozco la regla general de usar pocos personajes para relatos breves, y en algunos relatos he usado varios personajes, en otros pocos. Pero en este caso puntual, sacar a cualquier personaje equivale a renunciar a la historia. Es este grupo de amigos, con estos miembros. Si falta cualquiera de ellos el grupo no es el mismo. ¿Puede que la historia, en definitiva, no sea apta para este tipo de relatos? Puede ser. No obstante ello, como en otras ocasiones, preferí aprovechar el MUE para empezar a darle forma concreta.
Me parece interesante tu sugerencia de los microrrelatos. No ya en relación a este relato y cómo lo desarrollé sino con carácter general. De hecho, una de las cosas para las que me sirve el taller es para refinar cuantitativamente la escritura (lo que a veces, indirecta o concomitantemente termina siendo también cualitativo). Me refiero a cómo decir algunas cosas con la mayor economía de palabras posible, lo que resulta útil aún para la “narrativa larga” (si esta denominación “sui generis” pudiera ser abarcativa de relatos largos, nouvelles y novelas) y, en su caso, para la dramaturgia. Con lo que lo de los microrrelatos que sugerís todavía acentuaría esa utilidad. No sé si es cuestión de superfluo vs. concreto sino de la mayor precisión posible. En todo caso, sea cual fuere el enfoque, tu sugerencia es interesante y bienvenida.
Con respecto a lo que decís de que cuando se escribe un relato de 750 palabras máximo hay que tenerlo en cuenta antes de empezar, lo tengo en cuenta, sí. Pero de modo distinto según sea el caso.
Me refiero a que algunas veces (la mayoría) he participado con relatos que tenían como objetivo ser relatos breves dentro de ese límite. Y si en el borrador me excedía, luego lo iba ajustando. A veces el límite era apropiado, otras veces me “ahorcaba” un poco, pero dentro de todo el relato quedaba bien en relación al límite, sin perjuicio de que pudiera ampliarse si lo hubiera querido.
Otras veces el enfoque fue y es inverso: partir de una historia más larga y adaptarlo, en la medida de lo posible, a lo que permite el taller, ya que justamente las consignas, la fecha límite y, en parte, ese límite servían para empezar a darle forma, encontrar el tono, comenzar a concretar las ideas. En estos casos, fui experimentando (y sigo haciéndolo) distintos recursos y variables para ir viendo en qué medida funcionan (o no) en el formato breve y, eventualmente, cómo podrían proyectarse a uno más extenso. Y es ahí donde las sugerencias, críticas, observaciones y aportes me sirven para la reflexión. Reflexión que trato de dirigir tanto al formato breve como al más extenso, que es el que me interesaría más para esta clase de historias.
En esa reflexión trato de hacer dialogar las críticas, observaciones, sugerencias y aportes con los criterios teóricos y finalidades prácticas de utilización de diversos recursos que tengo en cuenta al escribir y, sobre todo (al igual que hago al comentar los relatos de los compañeros) con mi intención narrativa. Como resultado de ese diálogo trato de “calibrar” o “balancear” todo para que quede lo más alineado posible con mi intención narrativa.
Por lo tanto, tus observaciones me sirven para la reflexión acerca del relato breve en sí como también para un formato que podría ser más extenso, donde habrá cosas que se podrían mantener, otras cambiar y otras graduar.
Me alegro de que la historia te haya gustado mucho.
Saludos, buenas vacaciones para vos también y nos seguimos leyendo.
Carlos Tabada
25/06/2025 a las 14:01
Hola Dante, quería darte las gracias por tus comentarios a mi texto, pienso dedicar tiempo a conservarlos y darles un buen uso, espero.
De tu texto me ha gustado su condición de relato coral, y su coherencia en esa condición. Por supuesto también lo que te han señalado, los buenos sentimientos que comparte con el lector.
Pensando en que sugerir como mejora se me ocurre algo, pero quizá iría en perjuicio de lo que me gustó, me refiero a que vi a Ian algo desdibujado, casi como un figurante del conjunto. Pero claro, si te hubieras detenido más, o más en detalle, el conjunto igual perdía un equilibrio que casi mejor dejar como está. No se me ocurre nada más, y gracias de nuevo, espero contar con tus consejos más veces!