Literautas - Tu escuela de escritura

<< Volver a la lista de textos

PALOMAS EN EL PARQUE - por ABAL

Por encima de su cabeza el cielo paseaba radiante, intenso, ausente de nubes. Aunque eso no hacia que fuera un día maravilloso, al contrario, era una mañana deplorable. Tenía la sensación de que el destino se mofaba de él.
Nada más llegar a la fábrica, el capataz le entregó un sobre impidiéndole la entrada. Cerraron la verja y junto a doce más, Carlos se quedó en la puerta a verlas venir, le habían apeado del trabajo.
Como norte perdido, deambulaba por calles, a horas en las que no tenía costumbre hacerlo. Estrujaba la carta como un guiñapo imaginado el pescuezo de alguien Pensaba. Y en la primera papelera, entrando al parque, la lanzó con poco éxito. . Sin explicación, en vez de volver a arrojarla al cubo la guardó en el bolsillo inconscientemente. A unos pasos, encontró un banco solitario, que bajo la sombra de un tilo, tenía aspecto de isla que esperase a un desesperado naufrago. Se sentó y del macuto sacó lo que debía haber sido el almuerzo de ese día. La vista había caído hasta encontrase con los zapatos mientras se recomía la cabeza pellizcando pedazos de pan que lanzaba al suelo. El gesto no pasó desapercibido para las palomas que a cientos empezaron a posarse a sus pies para llevarse una de las miajas. Tan ensimismado estaba, que el pan se le había acabado y las aves habían empezado a zurear con insistencia reclamando más comida. Aquel coro de plumas grises le estaban embotando el cerebro y con gesto airado se levantó moviendo los brazos.
Y sucedió que se perturbaron tanto, que comenzaron a aletear golpeándose entre ellas. El roce frenético de las alas las iba encendiendo y al elevarse se transformaban en pequeñas llamas que apenas duraban un segundo deshaciéndose en cenizas. Tras aquel extraño subterfugio, una figura apareció. Era un hombre vestido de riguroso luto, como recién llegado de un velatorio. Tenía el semblante serio, aunque de las comisuras de los labios se descolgaba una rara sonrisa. Le acompañaba una siniestra sombra que se movía un paso por detrás de él.
⎯¡Ah, estás ahí! ⎯dijo acercándose con las manos cruzadas a la espalda⎯. ¿Me permites que me siente a tu lado? ⎯Era una falsa pregunta, pues ya lo había hecho, aunque su sombra permaneciera de pie.
La perplejidad de Carlos se reflejaba en la incapacidad de articular palabra y en la naturalidad con la que el personaje se desenvolvía.
⎯No recuerdo de que le conozco ⎯se atrevió a balbucear.
⎯Bueno, nunca hemos sido presentados, pero te aseguro, que te conozco.
Tan insondable afirmación aumentó la desconfianza aguardando que se explicara.
⎯¡A ver! Enséñame ese papel que te has metido en el bolsillo.
⎯Lo he tirado ⎯dijo rápidamente Carlos, al no recordar que había hecho.
El hombre frunció el ceño en desaprobación obligando a Carlos a meter la mano. Y como era de esperar lo sacó.
⎯Déjame ver. ⎯dijo, arrebatándoselo de las manos⎯, umm, emm. Está claro te han despedido.
Carlos abrió los ojos ante semejante obviedad.
⎯¡Qué perspicaz! ⎯La ironía de Carlos hizo que la sombra manifestara cierto regocijo.
⎯¿Y qué piensas hacer?
⎯¿Cómo? ⎯interrogó Carlos.
⎯¡Sí claro! Toda acción conlleva una reacción. Estoy esperando.
⎯Y yo desesperando ⎯le contestó Carlos.
⎯Ha pasado y no lo puedes cambiar, pero debes continuar. De lo que haces, solo eliges el escenario, es tu única potestad. Pero el final de la obra, escojas lo que escojas, será el mismo.
⎯¿Entonces, de qué vale vivir?
⎯Por que el viaje merece la pena y aunque te parezca chocante, continuamente te sorprenderá.
⎯Volver a empezar ⎯pensó Carlos en voz alta
⎯Cada vez ⎯dijo el hombre aparecido⎯. Nada sucede por casualidad y todo es causalidad. Cada uno de tus actos lleva la incertidumbre necesaria para que lo inalterable siga rigiendo el orden de las cosas. Es como esta sombra que me acompaña, nunca sé lo que hará, pero no puede escapar de mi, ni yo de ella⎯. En ese momento le mostró el papel arrugado que ante sus ojos se convirtió en un mazo de naipes. Con un habilidoso juego de manos se las fue mostrando⎯. ¿Has elegido?
Carlos no contestó
⎯¡Haces bien. Todas son parte de tu destino! ⎯exclamó y las lanzó al aire.
Un repentino viento las hizo volar más alto y desaparecer, al igual que al hombre y su sombra.
Se quedó solo junto a unas huellas que se iban alejando.

Comentarios (3):

IGNACIO Zrgz

18/06/2025 a las 10:10

Hola Abal. Muy interesante tu relato. Tiene un toque de realismo mágico, misterioso, inquietante, y los diálogos están muy bien conseguidos. Muy buena la figura del hombre y su sombra, inseparables unos del otro.
Disfruta del verano y nos seguiremos leyendo en septiembre

Verso suelto

18/06/2025 a las 10:50

Hola Abal, me toca comentar tu relato y me alegro porque creo que es la primera vez que te leo.
Palomas en el parque es un relato muy filosófico. Te las has arreglado muy bien para introducir las tres palabrejas sin que resulten forzadas lo que era bastante difícil. Formalmente es un texto muy limpio, salvo un “Pensaba” de más, que creo se te ha colado en el segundo párrafo.
Nos leemos.

Antonio

18/06/2025 a las 12:28

Muy buenas Sr. Abal, aqui tu compadre del relato nº 46, un ritmo gris nada mas empezar por el buen contraste entre el magnifico dia y la negrura de los sentimientos del prota, asi como el punto de la isla en espera del desesperado naufrago, la vista cabizbaja y las palomas deshaciendose en cenizas (simbolo de la paz roto, ¿quiza?)…con el puntito realismo magico que no se hace impostado, igual que la sombra independiente del cuerpo y esa mezcla de ese tipo minestrone de angel de la guarda y diablillo cabron.
Buenos dialogos, y buen ritmo, con ese “deje” a lo Paul Auster de sus primeras novelas azar, destino, magia, sugestion, casualidad…a lo mejor un poquito de rebelion, no hubiera estado mal, pero tu eres el artista, y lo sabes.
Ah! y gracias por tus comentarios a mi relato, ya sabes en el momento de las tres palabras propuestas y con Azores en mi cuento, asi como la calaña de los contendientes, no me costo mucho meter luto y huella, y ya me costo mucho no abandonar la idea.
Un abrazo.

Deja un comentario:

Tu dirección de correo no se publicará. Los campos obligatorios aparecen marcados *