Literautas - Tu escuela de escritura

<< Volver a la lista de textos

Donde las huellas desaparecen - por Daniel Escobar CelisR.

Abro mis ojos y lo único que siento es dolor, como si cada hueso y porción de mi cuerpo estuviese siendo comprimido y estirado al límite. El verde y el azul giran ante mis párpados hasta irse definiendo. Mientras me incorporo con esfuerzo, un sabor metálico invade mi boca y al intentar limpiarla se cuela tierra entre mis dientes. Finalmente, junto a una cacofonía de sonidos de animales, del viento y de una corriente de agua, me veo inmerso en una desconocida selva.
No tengo idea de cuánto tiempo vagué buscando una salida al tiempo que intentaba recordar cómo había terminado en ese lugar. Pero por más que lo intentaba, una niebla obstruía mi mente bloqueando todos mis recuerdos. Y así, perdido, sin recordar si quiera quien era, las encontré…
Eran unas huellas en la tierra como nada que mi cerebro pudiera identificar. Y no era por mi pérdida de memoria. Aún podía identificar las aves, los mamíferos e insectos a mi alrededor así como un catálogo considerable de animales que alguna vez vi en mi vida. Sin embargo, aquello era diferente. Tenía el tamaño de mi mano, pero algo en su forma y la distribución de sus dedos me desconcertaba.
En contra de todo sentido común las seguí, anteponiendo mi curiosidad, pero nunca encontré al autor, pues aquellas huellas llegaban hasta un claro y simplemente desaparecían. Ya sin rumbo, sin una meta que seguir y vencido por el hambre y la sed, me vi obligado a ir en la búsqueda de saciar mis necesidades básicas al tiempo que pensaba en una estrategia para salir de aquella situación. No obstante, cuando me disponía a iniciar la tarea vi una pequeña caja de cerillas que llamó mi atención. Era de color rojiza y a los lados tenía algo parecido a inscripciones, por un momento pensé en los idiomas árabes, hindúes e incluso chino o japonés, pero aquello era diferente a cualquier cosa que hubiera visto.
La inspeccioné con curiosidad por unos instantes y a medida que lo hacía un impulso me llevaba a querer abrirla, como si una voz me llamase desde su interior. Así pues la abrí, pero lo que sucedió después no lo habría imaginado ni en mis sueños mas locos.
En un instante la oscuridad me engulló. Solté la caja de inmediato intentando escapar, pero una fuerza me arrastró sin que pudiera oponerme. Pronto el abismo se abrió paso a una luz que se filtraba desde el cielo como a través de un prisma líquido. Todo mi cuerpo yacía paralizado, al tiempo que un burbujeo sordo me rodeaba. Por un instante me sentí ingrávido, lo que trajo a mi mente una escena en la que flotaba en el mar contemplando el cielo. Entonces cuando pude reaccionar me vi sumergido en aguas transparentes con criaturas pululando e islas esféricas de vegetación. Intenté aguantar la respiración mientras nadaba a la superficie, pero pronto noté que podía respirar sin dificultad.
Pronto me vi rodeado por seres de aspecto esponjoso, seis patas con una trompa en forma de embudo y un olor a musgo. Al verlos un escalofrío recorrió mi cuerpo, pero poco después de intentar escapar fui atrapado y arrastrado hasta una de aquellas islas. Allí pensé que llegaría a mi final, pero en su lugar las criaturas danzaron a mi alrededor emitiendo extraños sonidos.
No tenía idea qué hacer o decir, y mucho menos cuando me percaté de que alguna manera podía comprenderlos. Fue allí cuando por alguna razón me sentí reconfortado y seguro. Entonces pude prestar atención a lo que me decían:
“Estabas perdido, pero has regresado con nosotros. Te creímos muerto y guardamos luto por tu partida. Sin embargo, ahora estás aquí y podemos regocijarnos”.
En aquel momento una ráfaga de imágenes llegó a mi mente: en ellas estoy nadando en medio de líquenes y musgo comiendo de él junto a las criaturas que me hablaban. Luego, algo me succionó haciendo que todo a mi alrededor se volviese negro.
En el fondo apareció una luz y fui arrastrado a través de un túnel, en cuyo final estaba un doctor. Y es allí cuando vi pasar toda mi vida ante mis ojos hasta llegar a una carretera en la que iba manejando el vehículo, pero pierdo el control y caigo por un precipicio.
Ahora que puedo recordarlo todo, ya no sé qué creer y aunque quisiera despertar de este sueño no puedo hacer nada más allá de seguir con estas criaturas a las que he de llamar mi familia.

Comentarios (0)

Deja un comentario:

Tu dirección de correo no se publicará. Los campos obligatorios aparecen marcados *