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CENIZA - por IGNACIO ZrgzR.

10 de octubre.
El plan para el día de hoy es cumplir años. Todavía no son tantos como para empezar a preocuparme, pero empiezo a ver en el horizonte números cada vez más gruesos.
Intentaré no estar pendiente de si llama Silvia. Casi prefiero que se olvide. No me apetece nada tener una conversación llena de lugares comunes y ausente de sinceridad. O, peor aún, volver a la escalada de reproches y amargarme el día.
Por si no había quedado claro, dejaré constancia por escrito. Silvia y yo hemos terminado.
Tampoco tengo ganas de que llame mi madre y andar dando explicaciones.
La celebración principal de mi cumpleaños va a ser en el trabajo, con los compañeros, en torno a la empanada y las botellas de vino que había preparado para nuestra fiesta.
1 de noviembre.
Celebramos la “Castañada” para llevar la contraria a todo el mundo.
Agradezco estar con gente, porque llevo dos semanas sin tregua ni descanso. Me han encargado del “Centro de Atención al Usuario” y estoy que no paro: consultas, reclamaciones, cursos de formación, estadísticas.
Me viene bien para no pensar en lo que ya pasó y terminó. Pero por las noches no lo puedo evitar, el fantasma de Silvia se infiltra en mis sueños.
La psicóloga me ha recomendado que no me dedique a pensar que las cosas hubieran podido ser de otro modo. Tengo que aceptar la realidad de la pérdida. Su consejo es muy profesional, pero el pensamiento vuela y no obedece instrucciones prefabricadas.
20 de noviembre.
Me pongo un plazo. Tengo que abordar el tema de los cajones y los armarios. Está todo tal y como lo dejó el día que se fue. Sí, tengo exceso de trabajo, pero es una mala excusa. Lo que hay es demasiada cobardía. Su olor se esconde en los rincones.
Hasta fin de año, ni un día más.
9 de diciembre.
Iba a salir de viaje por el puente de la constitución y ha llamado Silvia.
La regla del “contacto cero” ha saltado por los aires.
Quería saber si se había dejado un libro en casa. También me ha preguntado por el pañuelo violeta, pero ya le dicho que ese pañuelo es mío, aunque ella se lo pusiera muy a menudo.
Después creo que he metido la pata. La psicóloga me dijo que me tenía que deshacer de los objetos que me recordaran a Silvia y el pañuelo acababa de quedar marcado para siempre. Entonces le he dicho que se lo regalaba y se ha puesto muy contenta. Hemos quedado en tomar un café antes de navidades.
Y me he pasado todo el puente pensando en lo mismo. Estoy atrapada.
23 de diciembre.
Sin sorpresas: no me ha tocado la lotería de navidad y quedar con Silvia ha sido la peor idea que tenido en mucho tiempo. Le he regalado el pañuelo intentando demostrar que soy mejor que ella; una especie de venganza sibilina que no ha funcionado.
La psicóloga no tiene hueco para recibirme hasta después de reyes y en el trabajo hay una avalancha de reclamaciones que atender. Empezamos bien las fiestas.
26 de diciembre.
Quiero a mi madre. Ayer nos quedamos hablando hasta muy tarde, cuando ya todos se habían ido. Le ayudé a preparar los canelones que comeremos hoy.
Me contó sus líos con mi padre. En todas las parejas pasan cosas parecidas. Silvia y yo no somos una excepción.
Después me contó una historia preciosa de los antiguos celtas. En la noche más larga del año quemaban un árbol de tronco grueso. Las cenizas se conservaban durante todo el año y cuando alguien resultaba herido, o se ponía enfermo, le cubrían con esa ceniza para sanarlo.
Me dijo que le gustaría tener un cubo de ceniza para cubrir todo mi cuerpo y hemos llorado las dos.
Al irme le he dicho que ni se le ocurra quemar el árbol de navidad, que está muy bonito. Hemos reído juntas.
31 de diciembre.
He pasado la tarde con mis sobrinas. Pretendían que me hiciera una cuenta en “Tinder” para ligar con una pelirroja. Son tremendas. Querían que me fuera con ellas, pero no, voy a pasar la Nochevieja sola en casa. No pasa nada. Es una noche más.
Ver a Silvia el otro día tampoco estuvo tan mal. Su recuerdo ya no me persigue en mis sueños.
La psicóloga, si la veo algún día, me felicitará. Pero eso será el año que viene.

Comentarios (5):

Cristina Otadui

19/10/2025 a las 10:27

De vuelta a este ruedo literario veo que me toca comentar tu texto… ¡y con mucho gusto!
Vamos allá:
3 meses de diario íntimo con un estilo directo y reflexivo que lo acerca al lector. La voz narrativa en primera focaliza la mirada en emociones y decisiones.
La ambigüedad inicial sobre el genero (hasta que aparece “atrapada”) hace que las experiencias descritas alcancen un carácter universal: duelo, separación, identidad, vínculos.
El lenguaje es sencillo pero no por ello pierde emocionalidad: las metáforas ayudan “olor en los rincones”, “ceniza sanadora”… esos “números cada vez mas gruesos” como imagen del paso del tiempo.
El hecho de que Silvia ya no aparezca en los sueños hacia el final es un hito simbólico de liberación, de sanación y aunque la última línea deja una puerta abierta, el texto se cierra con un tono, bajo mi punto de vista, de autosuficiencia: un poco como aquella célebre frase de “Lo que el viento se llevó”: “Ya lo pensaré mañana”
Me gustan las contradicciones, la vulnerabilidad y el crecimiento del personaje y me gustan también las frases cortas que atrapan estados complejos
En resumen has construido un relato honesto, con una carga emocional que no cae en excesos ni artificios y bien construido.
¿Podría ser el anticipo de algo mayor?

Gracias por escribir y compartir
¡¡Nos leemos!!

ABAL

19/10/2025 a las 13:46

Hola, Ignacio. Interesante planteamiento. Marcas las etapas del duelo por la pérdida de Silvia. Omnipresente en lo que yo veo como Microrelatos, con el mismo late motiv que para nada se hace pesado, al contrario. Me gusta tu relato. Gracias por contarnos esta historia.

ABAL

19/10/2025 a las 20:17

Gracias, Ignacio. Como siempre un placer leernos.

IreneR

20/10/2025 a las 13:54

Buenas, Ignacio.

Un bonito texto de crecimiento personal. Me ha gustado leer cómo la protagonista pasa por las etapas de la separación. El final da esperanza, todo pasa, incluso lo que más nos duele. El tiempo todo lo cura y hay que aprender a seguir adelante.

Como apunte, me ha costado un poco leer el texto al estar todo junto. No hay espacios entre las entradas del diario y se me iban un poco los ojos.

Nos leemos.

Un saludo.

Wanda Reyes

20/10/2025 a las 21:47

Hola Ignacio, gracias por tu comentario en mi relato. Tienes un relato muy intimo y de separación con final feliz, pues parece no se guardan rencor.
Saludos

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