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Tarde con fantasmas - por GaliaR.

Tarde cruda de invierno. Me guarecí en el amplio salón, corrí la cortina de voile para que entraran los pálidos rayos del sol antes del crepúsculo, encendí unas velas para darle un toque romántico a la ceremonia y reconforté mi alma con un acicalado té aromático.
Mientras bebía, comenzó a girar en mi cabeza una danza de recuerdos y pensamientos que se materializaron en fantasmas. Los mismos, escaparon de mi mente y se desparramaron por la mesa: uno tragó de un bocado el budín y lanzó un grito de satisfacción que opacó al segundo, ahogado con una galletita de chocolate.
Simulaban un festín, más precisamente, un cumpleaños de cuerpo ausente y las velas palpitaban décadas, que algunos traviesos se empeñaban en apagar y otros en contar.
El más dicharachero metió su cabeza en la tetera de alpaca y salió embebido en naranjas amarronados.
Yo quería acallarlos, pero mientras más lo intentaba, más jocosos se ponían.
A medida que las velas se consumían, las fantasmales sombras se hacían más pequeñas y ejecutaban malabares frente a las tembleques llamas que pugnaban por mantenerse erguidas y desafiantes.
Intenté echarlos, pero me di cuenta de que en esa fiesta era yo la que estaba de más.
Me acerqué al fuego para rociar con calor mis palmas, pero hicieron un amago de apagarlo y me retiré respetuosa.
Los chillidos se fueron silenciando y sospeché que algo estaban tramando. Mi corazón empezó a latir con fuerza y decidí partir, dejar esa tertulia tan particular, pero mi cuerpo no me respondía, no podía ponerme de pie.
Las velas continuaban encendidas y para mi sorpresa, ya no se consumían.
De pronto, un soplido las apagó, los fantasmas se volvieron sombras, fría presencia, cada vez más oscura, sin ningún atisbo de luz.
Empezaba un juego en el cual yo era el juguete predilecto.
En un descuido, burlé a los fantasmas, estiré el brazo ya que el resto de mi cuerpo continuaba inmóvil y pudo hacerme de una de las velas que aún mantenía una pequeña chispa encendida en el pabilo.
Como Prometeo, la avivé para que no se extinguiera, y la escondí bajo la taza de porcelana. Afuera ya era noche, noche oscura de invierno.
Mientras tanto, los fantasmas maquinaban cómo introducirme en su maléfico plan.
Se fueron acercando con susurros aterradores, empezaron a danzar en torno a mí, disfrutaban de verme inmóvil y asustada. Puse mi mano con disimulo en la pequeña llama oculta y la levanté con un grito triunfal.
En el acto, las sombras se diluyeron en partículas que se mezclaron con las hebras del té, mis fuerzas volvieron a tomar impulso, atrapé mis pensamientos camuflados en el desorden de la mesa y acosada por el calor de la inspiración, empecé a escribir una historia de fantasmas.
De esta forma, la venganza portaría sus frutos literarios.

Comentarios (2):

Silvina

20/10/2025 a las 15:39

Como estás Galia?
Los relatos de misterio me encantan y el tuyo no es la excepción.
Lo leí varias veces para poder entender la escena que se desarrollaba, los fantasmas eran productos del té? o de la imaginación? y me hubiera gustado saber cual era el maléfico plan de ésos fantasmas, o tal vez no lo entendí.
Te leo! Saludos

Gita

21/10/2025 a las 03:18

Hola:
El té, el invierno eran parte de la “ceremonia”?
Algún mensaje subliminal que no logro entender? Gracias por compartir!

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