Literautas - Tu escuela de escritura

<< Volver a la lista de textos

SOLITUD - por Cristina OtaduiR.

Alborada de un 5 de enero
Sopla el viento, refresca por momentos ganando fuerza. Mirar en lontananza resulta inútil. Esta ruta marítima siempre ha sido peligrosa, bien lo se.
Escondidos bajo el mar acechan constantemente los bancos de arena movediza y en la superficie siempre el hielo.
Verme envuelto en esta negrura, que el viento arrastra como una extraña capa sobre mis hombros, hace que tiemble. Tirito: puede que, de miedo, pero hace ¡tanto frio!
Mucho me temo que la ropa traída se quedará escasa
Apenas clarea cuando regreso al lado de mi buen Hermes y antes del desayuno salimos.
El ambiente es sombrío y triste, pero él corre contento desafiando al viento para de pronto volverse hacia mí; me espera y sentado mira al mar. Olfatea el aire y levanta sus orejas, cuando le alcanzo fija sus ojos en mis ojos como si quisiera decirme algo.
Volvemos.
El plan es comer algo y descansar un poco. Intentar dormir.
Anochecer: 6 de enero
El silencio da paz y abruma. El aire tiene un regusto salado, la puerta de madera no encaja y no hay manera de calentar esto.
Durante la mañana duermo, leo y escribo. Salgo con Hermes que sigue inquieto. Hubiera querido llegar antes; pasar las fiestas en casa, en familia, sin la compañía de Elsa fue una venganza existencial y me sumió en una melancolía honda. Pronto se cumplirá un año desde que ella desapareció y sigo echando de menos su compañía, su gracia, la risa fresca, su amabilidad. A su lado todo era posible… ¡qué poca cosa soy sin ella!
Vivo así en una noche eterna, la busco en el horizonte desde lo alto, entre tinieblas, imaginando un rescate milagroso que la pusiera a salvo de ser absorbida por las olas de aquel maldito 9 de enero.
Estas ideas acabaran por consumirme, necesito dar descanso a mi mente.
Basta por hoy. Mañana será otro día.
7 de enero a mediodía
El viento acabó por arrastrar las nubes y un manto de estrellas cubrió el cielo.
Anoche, tenía un calor extraño, aún sudo. No sé a qué se debe esta cansera que siento. Puede que esté enfermando. Esta mañana, abrí la puerta y Hermes escapó corriendo. Hubiera tenido que seguirle, pero me encuentro sin fuerzas, apenas termine esta anotación comeré cualquier cosa e intentaré dormir. Mi cuerpo, acostumbrado a otra condición y clase, se revela ante este inhóspito vivir.
8 de enero
La mejora del tiempo y el frio acabaron creando densos bancos de niebla.
Ha sido complicado mantenerse en pie toda la noche.
El sueño apenas reparó nada. Una duermevela constante interrumpida por la sensación de tener alguien a mi lado, quizás tu fantasma, que, murmurando me ofrecía consuelo. Desperté agitado y febril, muy caliente. Aún lo estoy. Definitivamente, he enfermado. Hermes ha desaparecido. Espero que no ande muy lejos.
En este estado lamentable en que me encuentro te echo de menos, echo de menos tu compañía y cuidados. Pensando en no perderte del todo quise acercarme a ti viniendo aquí, frente al mar, quería oír tu voz en las caracolas, en el susurro del oleaje el deslizar de tus ropas, disfrutar de tu alegría al avistar frailecillos y gaviotas, pero el frio y la intemperie parecen haber decidido otra cosa.
Quizás haya sido una equivocación.
O quizás, este mar que nunca te devolvió haya decidido reunirnos de nuevo.
Mañana del 9 de enero
Por fin apareció Hermes y como si fuera consciente de mi malestar acabó pasando la noche a mi lado, en guardia, con las orejas muy altas, oteando el horizonte negro. Ladrando cada rato… igual que ahora; aquí, a mis pies, ladra al vacío mirando la puerta que sigue entornada dejándole entrar y salir.
Puede que la fiebre me haga imaginar cosas. Sudo y retiemblo a partes iguales.
Este perro noble y grande mordisquea mis pantalones, inquieto. Va y viene. Entra y sale a cada minuto. No sé qué quiere de mí. Al entrar esta última vez ha dejado abrió la puerta de golpe. Levanto la mirada y apenas puedo distinguir nada: al otro lado un borrón de niebla y agua.
Voy a intentar levantarme y seguir a este mi dios romano del mar y los océanos … puede que haya alguien fuera y si no… ¡Que Dios ayude a mi pobre alma!

Comentarios (4):

Cristina Otadui

19/10/2025 a las 18:27

Hola a todos:
releyendo lo escrito me doy cuenta de un error en la séptima línea de la última anotación: corregí la frase, creo, y al trascribir el texto al formulario copié a medias.
La frase correcta debiera decir “Al entrar esta última vez, abrió la puerta de golpe” suprimiendo el “ha dejado”.
Espero que esto no impida disfrutar lo aquí narrado.
Un abrazo

IGNACIO Zrgz

19/10/2025 a las 20:31

Hola Cristina. En primer lugar, muchas gracias por el contenido de tu comentario a mi relato. Me ha gustado mucho. Casualidades de la vida, dices que yo describo el recorrido de un “duelo” y eso, precisamente, es lo que has hecho tu en “SOLITUD”. Has presentado a un narrador consumido por el dolor en un entorno inhóspito. La atmósfera y el ambiente están muy conseguidos: el mar, el frío, la cabaña con una puerta que no encaja. El perrito, al principio alegre, termina contagiándose de la tristeza y el dolor de su dueño. El desgaste progresivo está muy bien desarrollado con las entradas de cada día. La síntesis final es muy poética. Un gusto leerte.

IreneR

20/10/2025 a las 14:06

Buenas, Cristina.

Tu relato me ha parecido que tiene un halo de tristeza y soledad. Pero aunque lo he leído varias veces no termino de entenderlo del todo. No veo qué nos quieres contar en él. ¿El final de una vida? ¿Son sus últimas vivencias?
Igual estoy un poco espesa y no he sabido entender lo que nos cuentas.

He visto un fallo: “bien lo se.” Ese se tendría que llevar acento.

Nos leemos.

Un saludo.

Jose Luis

20/10/2025 a las 15:44

Hola Cristina
Gracias por pasarte por mi relato, ha sido de gran ayuda tu comentario.
No sé si puedo ser yo mismo de gran ayuda en este comentario que me toca hacerte, puesto que sé de sobra que no es uno de mis fuertes.
Solitud, el título del relato, describe bien lo que nos vamos a encontrar. Es como un monólogo interno de un personaje solitario, pero que en realidad tiene la compañía de un fiel cánido. Un personaje bajo la presión de la melancolía por el amor perdido, y eso se refleja cuando habla de sus sentimientos en el diario. Es un cuento realista, porque le podría pasar a cualquiera.
———————————————————————————————–
Hay alguna cosa que me inquieta porque no queda claro del todo. Supongo que está en un barco, gobernado por él solo, transitando por el mar. Si el perro se marcha, tampoco puede ir muy lejos, o sea que el personaje debiera de haberlo encontrado fácilmente.
Pero igual me equivoco y está en tierra, con vistas al mar. En cualquier caso, a mí no me ha quedado demasiado claro, lo siento.
Hay que hacer repaso de algunas palabras a las que les falta la tilde: “bien lo se” “frio”
mi cuerpo se revela ——– se rebela
Por lo demás, un cuento sobre la soledad y la tristeza que me ha gustado.
Un saludo

Deja un comentario:

Tu dirección de correo no se publicará. Los campos obligatorios aparecen marcados *