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El diario de Hugo - por HugoR.
El diario de Hugo
Hoy, diez de octubre de dos mil veinticinco, comienzo la tarea tantas veces postergada de escribir mi diario personal. Un diario íntimo es precisamente eso, no pretendo que sea dado a conocer al público, no tengo aspiraciones literarias ni deseo su trascendencia porque ese deseo amenazaría la libertad de expresarme. Contendrá cosas del pasado con la ilusión de exorcizar los fantasmas que me habitan, circunstancias del presente en lucha con nuevos fantasmas y quizás, también, escriba sobre el futuro elaborando algún plan de venganza contra quienes hayan hecho el mal… ¿Rencor? ¿Amor? Quien sabe…
Hoy me desperté a las nueve habiéndome revolcado en sueños, de esos que son gratos y otros que no tanto (sobre todo en estos últimos). Amanecí con la certeza de que le estoy dejando a mis nietos un mundo peor que el que recibí hace setenta y dos años. ¿Es mi culpa, es la sociedad; qué hicimos mal? Preguntas y más preguntas. ¿Me ayudará este diario a vislumbrar siquiera un futuro mejor?
Todos tratan de resolver sus problemas (pequeños o grandes) sin considerar que la solución tomada perjudica al otro, sea vecino, pariente, conocido o extraño. Nadie piensa en soluciones que abarquen al conjunto. El individuo prevalece. Es la ley de la selva.
Desayuné lo mismo que todos los días y salí a dar un paseo por el pueblo, cuatro kilómetros de caminata me ayudaron a despejar la mente y mejorar la circulación. No me detuve a conversar con nadie pero saludé a muchos vecinos; aquí se acostumbra a saludar cuando uno se cruza con otra persona aunque no la conozca. Eso a veces me gusta y otras me parece que tiene cierta carga de hipocresía. Pueblo chico infierno grande, en fin…
Al retornar a casa decidí entrar por el portón que da a la calle del fondo y me encontré con que habían hecho una zanja que impedía el acceso vehicular a mi propiedad. Indignado más que sorprendido fui a la delegación municipal para quejarme y pedir que me restituyan el acceso.
Me dijeron que la habían hecho por pedido de tres vecinos para evacuar el agua de lluvia del frente de sus casas. Traté de explicarles que eso no solucionaba nada y me creaba un gran problema ya que mi terreno se encuentra a mitad de la cuadra, en la parte más baja y hay pendiente en ascenso hacia ambos lados, por lo que todas las aguas escurren hacia mi terreno.
Yo no quiero perjudicar a nadie. Necesitamos una solución integral, una red de desagüe para que el agua de lluvia fluya hacia el río. Que circule y no quede estancada, le dije al delegado que me miraba como si le estuviese proponiendo hacer una obra de ingeniería nuclear. Me respondió con evasivas y salí de la delegación con la certeza de que no harían nada.
El resto del día transcurrió con alegría por la inesperada visita de mi nieto Ignacio. Jugamos a la pelota, Terminé cansado pero feliz.
Sábado once de octubre
Me sigue dando vueltas en la cabeza el tema de la zanja en la calle del fondo. Salgo a caminar con la esperanza de que el aire del campo y el canto de los pájaros me ordenen las ideas. Paseo por las calles, observo las pendientes y llego hasta el río: manso, quieto, pero siempre amenazante.
Se me ocurre que hacer una red de desagüe pluvial no sería tan complicado: con un buen relevamiento de los niveles del terreno y menos de mil metros de zanja se solucionaría el problema de todos. Si hasta me dan ganas de hacer el proyecto y presentarlo en la municipalidad.
De regreso a casa voy por la calle del fondo. Para ver la zanja nomás. Me pregunto para qué, si va a estar todo igual que ayer, pero no. La zanja estaba inundada. No había llovido pero el agua estaba ahí, estancada frente a mi terreno. Caminé hasta la esquina y descubrí que estaban vaciando la pileta de natación con una manguera a la calle.
Hace poco que me mudé al pueblo y pelearme con un vecino no sería la mejor manera de que me conozcan, así que me tragué la bronca y volví a la delegación a informar lo que había visto.
Si, acá es común que la gente tire el agua a la calle, con eso no podemos hacer nada, me dijo un empleado municipal.
Pasé el resto del día pensando en cómo hacer el proyecto.
Ccomentarios (1):
Ulises Vidal
20/10/2025 a las 18:04
¡Hola Hugo!
La ficción supera a la realidad. ¿O es al revés?
Una excelente reflexión acerca de la sociedad en la que vivimos, habituada a vivir sin normas, falta de empatía y respeto hacia el otro, que en este caso, además, se potencia, por la ausencia de la autoridad competente que deja hacer. Y, sin reglas no hay justicia.
El egoísmo y desprecio de los vecinos por los demás contrasta fuertemente con el altruismo y la solidaridad del personaje principal que no se da por vencido. Aun cuando recibe una segunda negativa a su reclamo, sigue pensando en un proyecto que sería la solución para todos, mientras tanto no olvida de jugar con su nieto.
Destaco la estructura del relato que muestra el asunto in crescendo hasta el desenlace.
Me ha gustado muchísimo el tema, la manera en que está tratado y la paciencia y fortaleza del personaje.
Ha sido un gusto leerte. Ojalá nos sigamos encontrando en la próxima.