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El abuelejo - por OcitoreR.

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14 de octubre
Querido diario, sucedieron varias cosas importantes: el frustrado festejo del Día de la Mezclariedad. Ya sabes, ese rollo de que fue injusto acabar con los nativos de ese país de Mérica, tonterías—ya sabes—; también la entrega del galardón de la Pacificidad; y el cumpleaños de Pili. Esto último, ha sido lo peor. No quiero seguir con la perorata de que, si la ha educado bien mi hija, o si deberíamos ponerle un hasta aquí. En realidad, me recrimino por ser tan blando, con la edad me he convertido en un anciano estúpido, sin poder de decisión y con autoridad nula. ¿Cómo llegué hasta aquí? No me serviría justificar mi falta de previsión para la vejez ni alardear de que siempre quise lo mejor para mi familia. Siempre estuve dispuesto a sacrificarlo todo en aras de la felicidad y la armonía. Bueno, no tengo tiempo porque necesito inventarme algo. Me voy para que no me echen broncas en la casa.

15 de octubre
Ayer me agarró un aguacero de aquellos, quería pasar el día paseando, pero me tuve que meter a una cafetería. Estuve tomando café aguado hasta hartarme, el lugar estaba lleno de fracasados como yo, ya te lo imaginarás. Hasta tuve que llamar a Lucha para que me prestara dinero. “Si no me lo devuelves—me dijo—, no te vuelvo a prestar”. ¿Cuánto hice por ella y su difunta madre? ¿cómo es posible que ni se acuerde de que me desgracié la espalda por ellas? Desagradecidas, son unas desagradecidas. A veces me pregunto qué habría pasado si en lugar de Luz, hubiéramos tenido un Pancho o un Pepe. Las cosas habrían ido mejor, pero así, rodeado de mujeres inestables, lo único que pude hacer fue ceder en todo. ¿Cobarde? Sí, claro. Nunca debí permitir que se me subieran a la cabeza, debí ser más duro, pero de qué vale ahora llorar. Como dice la frase: “No pidas de rodillas lo que no supiste defender de pie”.

16 de octubre
¡Ay, amigo! Ya pasó lo que me temía. A Pili se le ha metido en la cabeza lo de la manicura. Ya sabes cómo empiezan sus proyectos, el entusiasmo eufórico de siempre y, luego, los berrinches de: “Y si esto no me resulta. No sirvo para nada. Mis amiguitas ya están forrándose y yo sin un pinche peso”. ¿Recuerdas lo que pasó con los p…tatuajes? Su deseo compulsivo y todas las rabietas me llevaron a ceder y ¿ahora? Pues, tengo la espalda y los brazos llenos de dibujos de monitos y me da una pena enorme salir sin sweter, me muero de calor, pero prefiero eso a que la gente me vea los brazos llenos de porquerías y pregunten: “¿Esa es la pequeña Lulú? ¿Y ese es Rico McPato?”. Estúpidos, pues ¿que no ven que sí? Bueno, no quiero ponerme de malas porque luego se queda flotando el fantasma de la mala vibra y me pongo más nervioso.

17 de octubre
Un día de estos me voy de mendigo. Prefiero eso a pasar por lo de ayer. Ya estoy tramando un plan. Un día de estos desaparezco y se acabó. No sé si tendré el valor para hacerlo, pero de cualquier forma será una merecida venganza. Ahora Pili está con eso de la manicura. Como siempre piensa que se va a hacer rica haciéndole trabajitos a las grandes estrellas de cine y luego va a codearse con los famosos. ¿De dónde le viene toda esa estupidez? Debimos ser más duros con ella. Bueno, yo lo intenté.

18 de octubre
¡Volvió a pasar! ¡Esta vez fue la peor ofensa que pude haber recibido! En definitiva, mañana me largo. Resulta que Luz y Pili me obligaron a pegarme unas uñas postizas de color naranja. “Ya, pinche abuelo, déjate de tonterías y déjanos trabajar”. Allí estábamos, una preparando el pegamento, la otra cortándome la cutícula y, yo, el más grande estúpido del mundo, como un perro bonachón que no sabe lo que lo trasquilan, mirando como bobo. Me mandaron a comprar unas cosas al centro y cuando me senté en el metro la gente no me quitaba la vista de encima. Primero porque no me puse el sweter, luego por las uñas. Le dije a la señora de al lado: “Es idea de mi nieta y me tiene de conejillo de Indias”. Todos se burlaron de mí.

19 de octubre
Al final, sí me voy.

Comentarios (4):

IGNACIO Zrgz

19/10/2025 a las 16:54

Hola Ocitore.

Has presentado un relato amargo con un toque de humor, muy bien estructurado. Supongo que Luz y Lucha son la misma persona. El final, el día 19 de octubre, resulta un tanto abrupto. ¿Ha pasado algo más? ¿La evolución del personaje le lleva a tomar una decisión definitiva? Cuéntalo. Por lo demás, muy bien.

Ocitore

19/10/2025 a las 20:38

Gracias por tu visita, Ignacio, en realidad el final deja entrever el hastío del pobre anciano que sufre en carne propia los desvarios de su nieta y, al parecer, sí tiene la determinación de marcharse, aunque, igual se queda por lo blandengue que es y seguirá soportando que lo tatúen, lo peinen y le hagan ridiculez y media. Saludos.

Hilda G.M.

20/10/2025 a las 11:34

Hola, Ocitore.
Me ha encantado tu historia.
Me imagino a ese pobre anciano, despreciado y manipulado (¿utilizado?) por su hija y su nieta, vulnerable al fin y al cabo como ese perro bonachón con el que él mismo se compara.
Me da la impresión de que su carácter no se ha hecho más blando con la edad, sino que siempre fue bastante suave, un padre y abuelo consentidor, como se dice, ya que él mismo reconoce que lo que hacía era ceder. Y claro, ahora “cosecha lo sembrado”, no creo que su vida hubiera sido diferente si en lugar de Lucha hubiera tenido un Pancho o un Pepe. De cualquier forma, da lástima leer que debe buscar pretextos para estar fuera de su casa durante todo el día como única forma de evitar conflictos.
¿Logrará escaparse? ¿Qué pasará con él en la calle? No creo que esté muy preparado para una vida así. O a lo mejor su hija y su nieta lo rescatan, lo traen de vuelta y lo encierran en su casa aduciendo demencia senil. Nos has dejado con la intriga y ya ves, comienzo a imaginarme cosas 🙂

Saludos y gracias por compartirlo.

IreneR

20/10/2025 a las 13:34

Buenas, Ocitore.

Me da pena ese pobre anciano consentidor que nunca supe hacerse escuchar en su casa. La familia está para disfrutarla, no para sufrirla, mucho más los nietos.
Ainsss, pobre hombre.

Errores o cosas a mejorar no tengo nada. No he visto ningún fallo 😀

Un saludo.

Irene

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