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Cuidaré tu sueño - por Mario SalgadoR.

Sábado, 4 de octubre de 2025

Sé lo que soy. Lo que he hecho. Y me lo merezco.

Como todas las noches, aparece cuando estoy tranquila y me encuentro conmigo misma, escribiendo este diario sin sentido, porque no sé para qué lo escribo. No quiero volver a estas entradas, y no habrá otros ojos que acaricien estas letras ni corazón que entienda este sufrimiento.

Nace de la oscuridad y se queda ahí, quieto, observándome, en un rincón de la habitación, justo donde la luz del ordenador lo deja todo en una neblinosa penumbra, donde mejor él, ella, o lo que quiera Dios que sea, se define mejor. A veces, siento que me mira oculto tras el quicio de la puerta, otras, que me grita sin voz en el oído, como si quisiera que despertase de esta sensación de ensueño trágico que me acompaña a todas horas.

Incluso cuando estoy dormida lo siento cerca de mí. Hasta me despertó en una ocasión al notar su peso junto a mí en la cama y agarrarme con fuerza por un hombro para susurrarme algo ininteligible, pero tan importante, tan desesperado… Y tan banal con la llegada del día.

Quise averiguar quién era, como las primeras entradas de este diario recogen, qué necesitaba y por qué yo. Tenía ideas locas como la posibilidad de que mi piso estuviese construido sobre un cementerio o que la víctima de algún asesino falleciera en este lugar. Llegué a buscar rostros en las paredes, en el suelo… Solo mi rostro reflejado en las ventanas me daba un instante de serenidad. Y es que las respuestas son mucho más sencillas en cuanto se asume que algunas cosas son así porque sí, porque es el plan de la vida y el de la muerte. O el nuestro propio, aunque nos equivoquemos. Luego, aceptamos.

Y empiezo a aceptar que me equivoqué.

No hay un solo segundo de mi vida que no te piense, que no me esté preguntando si estás bien, si estás saliendo, si estás viviendo… Y sí, también en si te acuerdas de mí. Una pregunta egoísta hecha desde la desesperación, sí, pero que necesito que me contestes aunque sé que sí, porque estás aquí, conmigo. Cuidándome el sueño, como me solías decir. Pero necesito tanto tu voz, tus labios sobre mi piel, sentirme vulnerable, pero segura, en tu mirada. Nada me impide coger ahora mismo el teléfono y llamarte y gritarte que lo único que quiero es estar junto a ti.

Pero entonces lo perderé. Esto es lo único que me queda de nosotros, este fantasma, mi propio reflejo que me recuerda que no supe cuidar el tiempo que estuvimos juntos. Una venganza del pasado que hace que no me sienta sola aunque se afane en repetirme que mi vida continúa, porque es eso lo que me intentas decir, ¿verdad? Tan importante y tan desesperado.

Es tarde, en muchos sentidos, y está esperándome sentado en la cama.

Otra madrugada más, solo espero que esta noche sueñe con aquel tiempo y que me abrace con tanta fuerza que no me permita despertar jamás, porque sus brazos son hogar, paz.

¿Quién sabe si esta será mi última entrada?

Pero no lo será, porque aunque lo odie, él, ella, o yo misma me estará cuidando el sueño. Esta es mi condena.

Y está bien así. Lo acepto porque sé quién soy.

Lo que he hecho.

Y me lo merezco.

Comentarios (7):

Susana

19/10/2025 a las 19:18

Este relato me ha parecido de gran profundidad.
El lector comienza por identificarse con éste personaje rodeado de culpa y desesperanza,que luego se ve azotada por los recuerdos de un pasado que prefiere no olvidar.
Creo que la culpa y el remordimiento son el leit motiv del relato, ya que el personaje cierra con la misma incriminación hacia sí misma. He llegado a pensar de que ella misma es el asesino.
Muy buen relato. Descriptivo y profundo en cuanto a la emocionalidad que emplea.

Daniel Calleja

20/10/2025 a las 01:57

Un relato difícil de comentar. Bellamente escrito.Tiene una cierta cadencia poética y una interpretación abierta. Susana piensa que hablas a un muerto. Yo creo que es a un amor perdido por no saber cuidarlo. Pero eso es precisamente lo bello de la palabra escrita: el lector completa el cuadro desde su propio punto de vista. Transmites muy bien la atmósfera de nostalgia y culpa. Esa sensación de que prefiere quedarse con su fantasma a perderle del todo. Me gustó bastante. Felicitaciones. Nos seguimos leyendo.

Pilar ( marazul)

20/10/2025 a las 21:34

Mario, comienzas el relato con tres frases contundentes. Creo que resumen el verdadero significado de la historia: asumir la culpa y arrepentimiento.
A partir de ahí la presencia de la culpa persigue a tu protagonista y reconocer el error parece aliviarla.
Todo ello lo plasmas con un lenguaje rico en expresiones que reflejan una desesperación contenida.
Y como ya no hay vuelta atrás en el error cometido (yo también entiendo que se trata de un amor perdido…), terminas con las tres mismas frases contundentes con las que empezaste.
Por otro lado, introduces muy bien las tres palabras obligadas.
Encantada de leerte, Mario.
Un saludo

Mario

21/10/2025 a las 10:32

Muchas gracias por vuestras palabras, Susana, Daniel y Pilar, en efecto he intentado contar una historia de arrepentimiento y nostalgia con la que nos podamos sentir identificados, espero que no al extremo de la protagonista, pero dejando al lector la libre interpretación de lo que ha ocurrido y es que si nos sentimos culpables o responsables por algo que hicimos mal, cada uno de nosotros sabe qué es lo que no le deja dormir por la noche.

Estoy de acuerdo en que precisamente es el lector el que completa el cuadro y que esto es lo que hace realmente bonito el escribir y compartir historias y sentimientos.

Este relato tiene 3 lectores magníficos.

Muchas gracias y seguimos leyéndonos!!

Pableravsky

22/10/2025 a las 20:11

Hola Mario, enhorabuena por tu cuento. Te envío mi opinión sobre tu texto. El comienzo me parece de diez, claro, conciso y efectivo. Sin embargo, después no concretas si la aparición es la persona amada o no. En ese sentido a mí como lector me cuesta creer que la protagonista no relacione al fantasma con la persona perdida y (esta es sólo mi sensación aunque entiendo que tu apuesta a la hora de escribir el relato va por otro lado) y cada vez que se refiere a la presencia fantasmal como “él o ella” a mí me sacas del relato. Por otro lado aunque a mí me cuadre más otro desarrollo, tu forma de desarrollar el conflicto me ha recordado las buenas historias de fantasmas del siglo XIX. ¡Un saludo!

Manuel

25/10/2025 a las 22:23

La forma en que desarrollas esta historia es profundamente envolvente y emocional. Hay una sutileza casi poética en cómo logras entrelazar el desamor, la pérdida y la culpa con ese halo sobrenatural que se siente más humano que fantasmal. Me da la impresión de que solo alguien que ha vivido una despedida dolorosa podría escribir con tanta precisión el vacío que deja la ausencia; ese eco constante que se transforma en presencia, incluso cuando ya no debería estar.

A veces, como hombres, perdemos un amor y solo después comprendemos su verdadera magnitud, cuando ya es demasiado tarde. No sé si es el orgullo, el miedo o simplemente la negación, pero terminamos viviendo en el recuerdo, contemplando lo que fue y lo que no supimos cuidar.

Tu narrativa no solo cuenta una historia, la hace sentir. “Cuidaré tu sueño” es una herida que se acepta con elegancia, una rendición ante el amor que persiste aun después del final. Simplemente conmovedor. Un saludo, Mario. ¡Enhorabuena!

Amadeo

31/10/2025 a las 11:47

Mario.
Primero muchas gracias por tu comentario al mío. Respecto a las palabras cortadas, es un error de copiado al formulario. Espero hacerlo bien para el próximo.
Leí tu cuento y aporto como lector: Muy bien presentados la angustia, remordimiento, culpa y demás del personajes. El lector participa/siente ese dolor.
Nos leemos pronto
Cordiales saludos
Amadeo

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