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Bitácora de época - por Ulises VidalR.
Bitácora de época
En Temperley, lunes 8 de septiembre de 2025
Hoy es su cumpleaños. ¿Qué será de su vida? Su nombre, Teodoro, «regalo de Dios», según la etimología griega, aunque todos lo llamaban Tito. Tenía los ojos marrones y tiernos que miraban de frente, la sonrisa amplia, la mandíbula fuerte y cuadrada y el cabello lacio y muy suave. Le gustaba usar trajes y prefería las chombas a las camisas. Atento, siempre estaba pendiente de cómo podía ayudarme y yo lo sentía protector, y eso, por supuesto, me encantaba.
Lo conocí en casa. Era quien proveía productos, insumos y accesorios tecnológicos a mi padre, quien se dedicaba a la venta y reparación de equipos eléctricos.
Estuvo como invitado en el cumpleaños de quince de mi hermana y fue el invitado especial a mi baile de graduación de la secundaria. En este punto, el recuerdo siempre va estar ligado a la abuela que estrenó zapatos tacos altos que solo usó en esa ocasión. Aceptó el sufrimiento; debía estar elegante en la fiesta de la ahijada.
Mi primer beso fue para él, y al primero siguieron muchos más en aquel pícnic del Día de la Primavera, cuando nuestro romance comenzó. Era feliz. Estaba enamorada. Sin embargo, no podía evitar la sensación de acoso a mi intimidad por parte de mi ansiosa familia, que veía con buenos ojos nuestra relación. Por eso mismo, se mantenía expectante; yo no entendía que esperaban, pero me inhibían. No se me ocurrió hablar con mi gente o con Tito sobre el tema. Por el contrario, actué a tontas y a locas y herí profundamente sus sentimientos. Así, una vez, en estado de tensión cuando nos despedíamos, no respondí a sus besos. Sin pronunciar palabra, ofendido, puso en marcha el auto y se marchó. No nos volveríamos a ver.
Al poco tiempo, por la acera peatonal de mi ciudad lo vi pasar con su mamá, Mecha, con quien solía conversar largos ratos por teléfono. ¿Baja autoestima? Vete a saberlo. Lo cierto es que no me atreví a detenerlos. Besarlo como en las películas y decirle que lo amaba y que nunca amaría a otro como lo había amado a él. Simplemente, lo dejé pasar.
Después, vinieron vacaciones con amigas o con otras parejas en la costa atlántica u otras relaciones que duraban un suspiro. Incluso, a su turno y como es debido, me enamoré de mi psiquiatra. Para comprender situaciones no resueltas de mi pasado que se colaban como fantasmas en mi presente, inicié terapia. Aunque no engañé a Tito con el psicoanalista; jamás lo nombré en las sesiones, fueran éstas individuales o grupales. Era mi secreto. Me dolía y todavía me duele.
Planes de venganza para reivindicarme a mí misma no los hubo. Fui cobarde. En cambio, me dediqué a vivir la vida de los demás en lugar de ser la protagonista principal de la mía. «Tené tus propios hijos en vez de atender a los de tu hermana», sentenció con certeza una prima. Llevaba razón.
Estas cosas no las comparto con nadie, solo las vuelco en un cuaderno. Me da tranquilidad saber que nadie más que yo las va a leer, son vivencias demasiado íntimas. Escribirlas es un modo de reflexionar, de buscar soluciones a mis problemas, y, sobre todo me ayuda a salir de mí misma, a dejar de mirarme el ombligo.
Siempre me ha gustado escribir, así que seguiré con mis anotaciones para atrapar el tiempo que va pasando. Y, ahora, que ya soy abuela de mirada serena, vuelvo a leer mi diario y sonrío para mis adentros con estas evocaciones.
Comentarios (7):
Gita
20/10/2025 a las 22:08
Hola!
Sugerente evocación a un amor que no se olvida truncado por las expectativas familiares.
Pendiente los problemas al no cerraremos círculo en su desenlace.
Hugo
23/10/2025 a las 03:07
Hola Ulises:
Agradezco mucho el generoso comentario a mi relato y me agrada sobremanera que hayas interpretado lo que quise transmitir.
Ahora, que he leído tu texto, te hago llegar mis comentarios con el convencimiento de que en esta ida y vuelta iremos aprendiendo el uno del otro.
El comienzo ya me atrapó:
“Hoy es su cumpleaños. ¿Qué será de su vida?”. No te imaginas cuantas veces, a lo largo de mi vida, me he hecho esa pregunta, que por supuesto no tuvo respuesta.
Toda la historia está perfectamente narrada, hasta en la descripción del personaje Teodoro hay algo de poesía, lo que no es fácil lograr en la descripción de un personaje: “Tenía los ojos marrones y tiernos que miraban de frente, la sonrisa amplia, la mandíbula fuerte…”
Teodoro fue el primer amor de la protagonista narradora, de la cual ni siquiera sabemos su nombre, pero que transmite perfectamente sus sentimientos. Un amor que no perduró y que nunca pudo olvidar: ” Era mi secreto. Me dolía y todavía me duele.” Dice en la mitad del relato.
A partir de aquí hay algo que no logro comprender del todo. Quizás peco en un exceso de análisis del texto o haya algo que se me escapa. Me explico; por un lado leo:
“En cambio, me dediqué a vivir la vida de los demás en lugar de ser la protagonista principal de la mía. «Tené tus propios hijos en vez de atender a los de tu hermana», sentenció con certeza una prima. Llevaba razón.”
Y a continuación, en el último párrafo Dice: “Y, ahora, que ya soy abuela de mirada serena,… “
Entre un párrafo y otro hay un hueco que no logro llenar, y no es que esté en contra de los huecos, al contrario, me gusta que el narrador deje espacios para que los llene el lector, pero de pronto me encuentro con que es abuela sin saber que pasó en el medio. Acaso le hizo caso a la prima y tuvo hijos. Evidentemente, si es abuela, así fue. Pero nada sabemos de la pareja con la que tuvo hijos, ni de sus hijos ni de los nietos, solo menciona que es abuela.
Entiendo que el límite de 750 palabras no permite desarrollar una historia de tantos años, también es probable que se auto nomine “abuela” en el sentido que lo hace mucha gente cuando se dirige a un adulto mayor de manera cariñosa, sin que eso implique que sea su abuela.
Por otra parte, está clara la diferenciación de los tiempos: tenemos el tiempo del relato, que es el presente, cuando la narradora escribe su diario; y el tiempo de la historia del amor trunco, que es el pasado.
Los dos últimos párrafo trajeron a mi memoria el cuento de Aroldo Conti: Balada del Álamo Carolina, del que reproduzco una frase como corolario a tu excelente narración.
“Y dentro de esa luz está él, el viejo álamo, todo recuerdo. De alguna manera ya estaba así hace doce veranos cuando asomó sobre la tierra y crecer no fue nada más que como pensarse. Sólo que ahora recuerda todo eso, se piensa para atrás, y no nace otro árbol. En eso consiste la vejez. Verde memoria.”
Espero que nos sigamos leyendo.
Abrazo grande.
Hugo
Ulises Vidal
23/10/2025 a las 04:17
Gracias Gita! Gracias Hugo!
Ambos han realizado una acertadísima interpretación del relato!
Lo has dicho muy bien, es el lector quien debe llenar los huecos. El título podría haber sido también “Teodoro”, el protagonista absoluto. La historia de la protagonista narradora quizá sea tema de otro cuento.
A mí también me gusta este intercambio que nos permite aprender unos de otros y nos enriquece.
Ojalá sigamos leyéndonos. Hasta el próximo encuentro! Un abrazo grande para los dos!
Dante
24/10/2025 a las 00:22
¡Hola Ulises! Soy tu vecino del relato 18. y me ha tocado comentar tu relato.
Adelanto que me ha gustado mucho.
Creo que es un texto muy bien trabajado.
Trataré de seguir la guía de Literautas para el comentario de textos, aplicándola a tu relato.
I.- En primer lugar, analizaré la FORMA.
En cuanto a los GÉNEROS no soy partidario de una división tajante. En mi opinión (que depende de mi interpretación), habrías mezclado dos, y de una manera muy interesante y positivamente destacable.
Si uno lee el relato entero y lo mira en lo literalmente formal ES un diario íntimo. No hay dudas de ello, pues más allá del reto opcional, “suena” a diario íntimo. Parece uno de verdad. Entonces esto nos llevaría al género intimista. Si lo preferís, podrías llamarlo realista o realismo intimista. O una mezcla de realismo e intimismo. Es cuestión de nombres y de preferencias. Como sea, está logrado de modo excelente.
Este elemento formal suele ser analizado en conjunto con otros dos: el TONO y el LENGUAJE.
El TONO es, valga la redundancia, íntimo, intimista, cercano, y el LENGUAJE es muy personal, evocador, nostálgico, emotivo, sentimental, delicado y a la vez brutalmente visceral y sincero. Es también directo entre emisor y destinatario. Usa palabras bellas y en ese sentido puede dar algunas vueltas (lo digo en sentido positivo), pero entre la narradora protagonista y el diario, es directo, sin vueltas, de máxima confidencia. Un lenguaje sencillo pero rico, contundente, emocional y psicológicamente filoso y profundo.
Esto torna evidente la total coherencia entre género, tono y lenguaje. Esto es un punto muy alto.
La ATMÓSFERA o AMBIENTACIÓN es sencillamente perfecta desde el principio hasta el final: no solo “suena” a diario íntimo y nos mete allí dentro, sino que se “respiran” y se sienten tanto el pasado como el presente, las sensaciones, los sentimientos, la vida que no fue y pudo ser y la que es. Y esto se logra tanto con lo dicho como con lo no dicho. Muy bien trabajado este elemento.
El RITMO, considerado desde el punto de vista de la ACCIÓN, es moderado tirando a lento, más allá de algunos saltos temporales implícitos en elipsis que abarcan años pero que si no tuvieran lugar y se detallara lo ocurrido, tampoco se alteraría la esencia de la historia. Por supuesto que sería excelente que pudiéramos deleitarnos con los detalles -dada la sensibilidad de la narradora- pero como en un marco tan acotado como el del taller probablemente se te hubiera complicado concretar un texto tan redondo, creo que menos fue más (aún cuando el relato tiene menos de 600 palabras) y que ese ritmo moderado tirando a lento es perfectamente coherente con esa atmósfera y ambientación.
Por otro lado, el RITMO visto desde otros elementos formales como la ORTOGRAFÍA, la GRAMÁTICA, LA CONSTRUCCIÓN DE FRASES Y LA PUNTUACIÓN, también está bien trabajado. Esos elementos, en general y salvo pequeños apuntes (a los que me referiré después y que son la mayoría menores y opinables) están muy bien trabajados. Lo cual es excelente porque son parte de la estructura del relato. De lo que quizás a primera vista no se ve o no luce en sí mismo, pero que torna entendible y disfrutable a un texto y lo hace brillar. Son parte importante del “cómo”, son hilos detrás de la bambalina que permiten a un texto funcionar y llegar con más efectividad al lector. Así que este punto esté tan bien trabajado suma muchísimo.
En cuanto a la SONORIDAD, estimo que es muy buena y adecuada a la historia que quisiste contar y a la narradora e instrumento o vehículo que elegiste para hacerlo, excepto por alguna reiteración menor de palabras o alguna frase que quizás podría analizarse.
Con respecto al PUNTO DE VISTA, esta cuestión tiene relación directa con el NARRADOR.
En este caso has elegido una narradora protagonista (lógicamente en primera persona), lo que es una elección inobjetable y muy positiva para la clase de historia que quisiste contar y a través del vehículo en el que la contaste y quisiste hacerlo (el diario íntimo). Tu elección garantiza máxima inmediación entre el lector y la subjetividad de la protagonista, y como percibo que tu intención narrativa estuvo ahí, el efecto lo lograste con creces. Esta conclusión creo que vale más allá de que el diario íntimo haya sido una consigna opcional del taller.
En cuanto a los DIÁLOGOS, en principio no los hay, salvo que consideremos como línea de diálogo a “«Tené tus propios hijos en vez de atender a los de tu hermana», sentenció con certeza una prima.”. De ser así, están representados de una de las maneras admisibles para ello, lo cual es correcto. Siendo un diario íntimo, me parece un acierto que haya un mínimo diálogo y que éste sea determinante en la vida de la narradora y que sirva para justificar parte del final.
Las DESCRIPCIONES también están correctamente utilizadas, puesto que no son ni muchas ni pocas. Están presentes en su justa medida y, a su vez, no sólo respetan ese parámetro cuantitativo, sino también el cualitativo, puesto que responden a un por qué y a un para qué. Hay una finalidad en ellas.
El elemento CONFLICTO también está claro. Hay un conflicto interpersonal (la narradora vs. Tito) y otro persona vs. grupo (narradora vs. familia), pero estos son colaterales, complementarios, relacionados o derivados del CONFLICTO PRINCIPAL: que es el de la protagonista consigo misma. Lo que explica que las cosas hayan sucedido como sucedió es su incapacidad de trabajar sobre sí misma, de vencerse a sí misma y de tomar las decisiones correctas y emprender o ejecutar las acciones necesarias en los lugares o con las personas pertinentes. Y ese es el conflicto que sigue abierto hasta el presente. El que no ha solucionado ni con psiquiatría, ni con psicoanálisis ni tampoco teniendo una vida “normal”. Conflicto que, cabe conjeturar, tampoco resolvería aún si pudiera recuperar su relación con Tito.
La INTRIGA también está presente, pues este elemento formal deriva del conflicto. En tal sentido, se nota claramente que la narradora dosifica correctamente la información, las ideas, las emociones y sentimientos y va “escalonando” las pistas o elementos que van configurando y tornando cada vez más claro ese conflicto hasta el clímax de la historia y luego el final. Por más que se perciba un tono si se quiere, apacible, la tensión va creciendo y cuando llegamos al final, no solo podemos compartir los sentimientos de la protagonista sino incluso excederlos, compadeciéndonos de ella. Esto significa que tanto el conflicto como la intriga han sido trabajados de manera más que destacable.
En cuanto a las cuestiones que podrían ser susceptibles de mejora, o si no de mejora, que podrían ameritar una reflexión, vuelvo a reiterar que son menores y la mayoría de ellas opinables. Iré transcribiendo oraciones, frases o palabras para que sea más fácil su localización y los apuntes relativos a ellas.
“Su nombre, Teodoro, «regalo de Dios», según la etimología griega, aunque todos lo llamaban Tito.”
Nada hay incorrecto en esta oración. Sin embargo, y más allá de que el estilo de la narradora se caracteriza por la predominancia de comas, no sé por qué siento o percibo que se alejaría un tanto de él. Por eso, y subrayando que esto es totalmente subjetivo y opinable y que no necesariamente sugiero ningún cambio al respecto, invito a considerar -a título de ejemplo- una variante como: “Se llamaba Teodoro. Según la etimología griega significaba «regalo de Dios»; para todos, para nosotros, para mí, sencillamente era Tito”
“Estuvo como invitado en el cumpleaños de quince de mi hermana y fue el invitado especial a mi baile de graduación de la secundaria.”
Aquí en la misma oración se reitera la palabra “invitado”. Quizás para solucionar el inconveniente pudieras reformular levemente la construcción de la frase, o tal vez, prescindir de uno de los dos “invitado”. Si estuvo en el cumpleaños de quince de la hermana y siendo que era conocido de la familia, aunque no sería necesario pero sí posible, podría inferirse que estuvo como invitado. En cambio, por la importancia que tuvo y tiene Tito para la protagonista y a que el baile de graduación podría no incluir a personas que no fueran estrictamente familiares, “invitado especial” quedaría muy bien. Sería preciso y atinado.
“Mi primer beso fue para él, y al primero siguieron muchos más en aquel pícnic del Día de la Primavera, cuando nuestro romance comenzó. Era feliz. Estaba enamorada. Sin embargo, no podía evitar la sensación de acoso a mi intimidad por parte de mi ansiosa familia, que veía con buenos ojos nuestra relación.”
No hay nada incorrecto en este párrafo. No obstante ello, te invito a reflexionar si la penúltima y la última oración no resaltarían más si usaras un punto y aparte en lugar de un punto y seguido, ya que, además, la última oración implica una relativa oposición al enamoramiento (digamos que sería “su lado B”):
“Mi primer beso fue para él, y al primero siguieron muchos más en aquel pícnic del Día de la Primavera, cuando nuestro romance comenzó. Era feliz. Estaba enamorada.
Sin embargo, no podía evitar la sensación de acoso a mi intimidad por parte de mi ansiosa familia, que veía con buenos ojos nuestra relación.”
“Por eso mismo, se mantenía expectante; yo no entendía que esperaban, pero me inhibían.”
Creo que en la palabra “que” hubo un error de tipeo, puesto que como hace referencia al objeto de la espera por parte de la familia, que es desconocido para la narradora, implica una pregunta indirecta. Por lo tanto “que” funciona como pronombre interrogativo y, por ende, lleva tilde: “qué”.
“Así, una vez, en estado de tensión cuando nos despedíamos, no respondí a sus besos. Sin pronunciar palabra, ofendido, puso en marcha el auto y se marchó.”
Nada hay incorrecto en estas oraciones (quizás solo podría ajustarse ligeramente la puntuación de la segunda). Sin embargo, no sé por qué siento o percibo que se alejaría un tanto del estilo de la narradora, más sensorial y emotivo. Por eso, y subrayando que esto es totalmente subjetivo y opinable y que no necesariamente sugiero ningún cambio al respecto, invito a considerar -a título de ejemplo- una variante como: “Así, una vez, mientras nos despedíamos, la tensión se apoderó de mí y no respondí a sus besos. Ofendido y sin pronunciar palabra, puso en marcha el auto y se marchó.”
“Al poco tiempo, por la acera peatonal de mi ciudad lo vi pasar con su mamá, Mecha, con quien solía conversar largos ratos por teléfono.”
Al leer esta oración interpreté que la protagonista iba por la peatonal y vio pasar a Tito y a Mecha. De ser acertada mi interpretación, no debería utilizarse “acera peatonal” sino “calle peatonal” o “peatonal” a secas, ya que “acera” es sinónimo de “vereda”, el lugar adyacente a la calle por la que transitan los peatones y es, por definición, peatonal. De ser así, la protagonista los hubiera visto en una acera cualquiera y parece querer ser más específica en cuanto a la localización.
“Vete a saberlo.”
No hay nada incorrecto en esta oración. Sin embargo, como en la fecha de la entrada se indica también el lugar “Temperley”, que queda en el conurbano bonarense, en Argentina, es dable suponer que, aún en otra ciudad, la historia del pasado transcurrió en Argentina, con lo que lo más probable es que la narradora usara el vos en vez del tú y que, por ello, dijera “Andá a saberlo” en lugar de “Vete a saberlo”. Este es un detalle mínimo que haría a la “naturalidad” de la expresión de la narradora, pero tampoco es definitivo, pues nada quita que ahora viva en Temperley y antes viviera incluso en otro país (la protagonista bien podría ser extranjera, haber vivido en su país o en otro y luego haber emigrado a la Argentina, donde vive actualmente).
“Lo cierto es que no me atreví a detenerlos. Besarlo como en las películas y decirle que lo amaba y que nunca amaría a otro como lo había amado a él.”
Estas oraciones están bien. Sin embargo, no sé por qué siento que faltaría o un conector o mayor énfasis en la segunda oración, que percibo que iría más en línea con la sensibilidad de la narradora y, tal vez, con tu intención narrativa (lo que quisiste contar y cómo quisiste hacerlo, independientemente de cómo se concretó). A título de ejemplo, sugiero reflexionar sobre una posibilidad como esta: “Lo cierto es que no me atreví a detenerlos. Sí, lo admito: quizás debía, pero no me animé a besarlo como en las películas y decirle que lo amaba y que nunca amaría a otro como lo había amado a él.”
“Aunque no engañé a Tito con el psicoanalista; jamás lo nombré en las sesiones, fueran éstas individuales o grupales.”
No creo que la puntuación de estas oraciones sea incorrecta. No obstante ello, y siempre en el ámbito de lo opinable y subjetivo, y dado que la segunda oración (posterior al punto y coma) consiste en una explicación o concreción, te invito a considerar la posibilidad de cambiar el punto y coma por dos puntos: “Aunque no engañé a Tito con el psicoanalista: jamás lo nombré en las sesiones, fueran éstas individuales o grupales.”
“Planes de venganza para reivindicarme a mí misma no los hubo.”
Esta oración no es incorrecta, pero sí quizás “suena” un tanto enrevesada. Percibo que el estilo de la narradora es más directo, o bien, que quizás pudiera ser o formularse como interrogante, ya que párrafos atrás nos sugería su falta de valor, y ahora, después de esta oración se califica explícitamente a sí misma como cobarde. Por lo que te invito a considerar como posibilidades: “No hubo planes de venganza para reivindicarme a mí misma” o “¿Planes de venganza para reivindicarme a mí misma? No los hubo.” En cualquiera de los dos casos, la construcción sería más directa y, probablemente, el “Fui cobarde” podría adquirir todavía más contundencia de la que ya tiene.
“En cambio, me dediqué a vivir la vida de los demás en lugar de ser la protagonista principal de la mía.”
Esta oración, que es perfecta, tendría un único inconveniente menor: salvo que a propósito hayas querido destacar a la palabra protagonista añadiéndole el calificativo “principal”, la expresión sería un pleonasmo, puesto que protagonista llevaría implícita a principal (ya que habla de su propia vida y de una historia en la que hay solo una protagonista).
“Llevaba razón.”
No hay nada incorrecto en esta oración. Sin embargo, podría reiterarse algo que ya señalé en otra parte: como en la fecha de la entrada se indica también el lugar “Temperley”, que queda en el conurbano bonarense, en Argentina, es dable suponer que, aún en otra ciudad, la historia del pasado transcurrió en Argentina, con lo que lo más probable es que la narradora usara el vos en vez del tú y que, por ello, dijera “Tenía razón” en lugar de “Llevaba razón”. Este es un detalle mínimo que haría a la “naturalidad” de la expresión de la narradora, pero tampoco es definitivo, pues nada quita que ahora viva en Temperley y antes viviera incluso en otro país ((la protagonista bien podría ser extranjera, haber vivido en su país o en otro y luego haber emigrado a la Argentina, donde vive actualmente).
“Me da tranquilidad saber que nadie más que yo las va a leer, son vivencias demasiado íntimas.”
Creo que esta oración debería subdividirse en dos, ya que serían dos oraciones independientes, aunque tienen relación cercana entre sí. Por lo que podría usarse punto y coma o punto y seguido: “Me da tranquilidad saber que nadie más que yo las va a leer; son vivencias demasiado íntimas.” O: “Me da tranquilidad saber que nadie más que yo las va a leer. Son vivencias demasiado íntimas.”
“Y, ahora, que ya soy abuela de mirada serena, vuelvo a leer mi diario y sonrío para mis adentros con estas evocaciones.”
Considero que no habría nada incorrecto en esta oración final. Sin embargo, no estoy seguro de que después de “Y” vaya coma (quizás correspondería “Y ahora,…”) y, por el otro lado, aunque esto es una reflexión absolutamente personal y subjetiva, te invito a considerar la posibilidad de que en lugar de concluir con un punto después de evocaciones pudieran utilizarse puntos suspensivos, ya que, como señaló Gita y vos compartiste su interpretación, no se cerraría el círculo al final.
En resumen: los aspectos FORMALES están trabajados de modo EXCELENTE y todo lo que podría señalarse para reflexionar es absolutamente menor y en la mayoría de los casos, eminentemente subjetivo. Te felicito por haber trabajado tan bien todo lo formal, ya que gracias a ello las palabras que se van asociando se convierten en mensaje, en literatura, en arte.
II.- Con respecto al CONTENIDO solo caben elogios.
Es una historia sencilla, emotiva y profunda.
Como bien dijo Hugo, esa pregunta “¿Qué será de su vida?”, atrapa al instante.
Es imposible que alguien no se la haya hecho alguna vez, o bien su prima hermana más genérica: “¿Qué hubiera sido si…?” o “¿Qué hubiera pasado si…?
Desde ahí el relato nos mete de lleno en la subjetividad de la protagonista, y nos va haciendo sentir su nostalgia, que no solo es melancolía o añoranza sino dolor y resignación.
Más allá del límite de extensión del taller puede tener que ver y que hubiera sido muy lindo deleitarnos con los detalles, no creo que la elipsis de décadas altere la esencia de la historia ni que sea casual.
Antes bien, creo que es intencional y devastadora: por más que tuvo una vida “normal”, tuvo hijos y nietos, y probablemente muchas otras cosas más (tal vez profesión, trabajo, reconocimiento, quizás éxito material), esa elipsis de años revela un VACÍO. Un vacío enorme, que nada puede llenar porque fue el precio a pagar por no haber sabido ejercer su libertad y sobre todo, por no haberse animado a hacerlo.
Un precio que, además es amargo, porque todo lo bueno que tiene hoy, no lo tendría de haberse “jugado” por Tito: sus hijos y nietos serían otros, no quienes son. Quizás la lacere la pregunta de si los hubiera querido más porque hubieran provenido del único hombre que amó.
Nunca nos dice que no amó a otros, pero podemos inferirlo del modo despectivo o indiferente con el que refiere a otras parejas, a los viajes de soltera con amigas y con el SILENCIO contenido en esas décadas de elipsis. Pudo haber uno o más hombres buenos que quiso y respetó. Pero que no amó.
¿Pudo idealizar a Tito? Tal vez. ¿Pudo exagerar en la interpretación de lo que sentía, siendo que era solo una adolescente y no tenía con que comparar? Puede ser. ¿Puede que haya magnificado todo por una sensación de culpa, por la proyección psicológica o mental que en tiempo real o en retrospectiva pudo haber hecho, o por su baja autoestima? También es posible. Sin embargo, al atribuirle la protagonista tanta relevancia, un carácter fundamental y fundacional a Tito, jamás pudo superarlo, y eso condicionó la finalización de la construcción de su aparato psíquico y el resto de sus decisiones y el desempeño de su inteligencia afectiva y de su vida de relación.
Más aún: ese silencio, esa elipsis de décadas que entiendo intencional y no casual, unido al final en el que dice ser abuela de “mirada serena”, que sonríe para adentro con esas evocaciones, mostraría que en realidad, la protagonista se siente VIVA EN EL PASADO. Todo ese silencio, todos esos años, por más seres, afectos y cosas buenas que hayan tenido o traído, son una especie de “muerte” ya que ha vivido en “piloto automático” y su sensibilidad no estuvo totalmente conectada a ellos. Con lo cual, aún siendo ya mayor y quizás estando más cercana a la muerte física (aunque no sabemos su edad ni su condición de salud), ha renunciado al presente y se ha quedado en ese pasado en el que se siente todavía viva (la expresión “mirada serena” me sugiere perspectiva, retrospectiva y resignación).
Me ha gustado especialmente la frase: “Le gustaba usar trajes y prefería las chombas a las camisas.” Pareciera un contrasentido, pero a su vez mostraría cierta complejidad de Tito. Si le gustaba usar trajes, por definición llevan camisa y corbata, pero prefería usar las chombas a las camisas. Esto quizás sea una muestra de la “completitud” de Tito, que no sabemos si es real o idealizada por parte de la protagonista, pero nos mostraría por un lado a un muchacho trabajador, serio y formal, y por el otro, a un hombre sencillo, informal, cercano. Si así fuera, ¿hasta dónde eso no es un espejo de sí misma y sus aspiraciones? ¿Hasta donde por creer que podía tenerlo todo (más allá de si “todo” existía o no) y por querer tenerlo todo, al final no se animó y no tuvo nada, o bien, creyó que el algo que se volvió su todo es nada respecto de aquel “todo”? Creo que esta frase, más allá de su ingenioso aparente contrasentido y de la sencillez y belleza de su formulación, encierra una gran profundidad psicológica.
Y para finalizar, creo que el título ha sido un acierto también: “Bitácora de época”. La palabra “bitácora” creo que es ambigua: por un lado puede ser sinónimo de diario personal, de cuaderno donde se deja constancia de datos, hechos, evolución cronológica o situaciones. Pero también puede ser sinónimo de navegación, de ese mismo cuaderno que usan los capitanes de barco (sobre todo en la antigüedad) o la caja en los barcos que contenía la brújula. Y como “bitácora” se relaciona con época y pertenece a ella, ¿hasta donde la narradora no comparte con su diario -y sin saberlo, ya que “nadie lee estas cosas- con nosotros su “guía de navegación” por el pasado que hace presente a través de su recuerdo y de sus palabras y a través del que vuelve a navegar una y otra vez?
En resumen: el contenido del relato también es EXCELENTE.
III.- COMENTARIO PERSONAL:
Me ha gustado mucho el relato y he disfrutado primero al leerlo y luego al analizarlo, ya que está muy bien escrito y organizado, utiliza correctamente los recursos formales y su contenido es emotivo y profundo. Concita la atención del lector desde el principio y la mantiene hasta el final sin defraudarlo jamás. Es un relato de impecable factura y recomendable lectura.
Saludos y nos seguimos leyendo.
Verso suelto
24/10/2025 a las 10:08
Hola Ulises, soy tu vecino del 19 y me toca comentarte.
He leído tu relato sin detenerme ni un momento, está escrito de forma muy amena y desenfadada, incluso con algún toque humorístico, como en:
“Aunque no engañé a Tito con el psicoanalista; jamás lo nombré en las sesiones, fueran éstas individuales o grupales.”
Lo que atrae del texto, más que la historia en sí, es la forma en que está escrito, que gira en torno al recuerdo de un amor pasado, algo que casi todos podemos compartir, lo que ayuda a que aceptemos la propuesta sin problema.
Buen trabajo, compañero.
Nos leemos.
Ulises Vidal
25/10/2025 a las 22:06
¡Hola Dante!
Boquiabierto me han dejado los comentarios sobre el relato. La lectura exhaustiva junto con tus explicaciones puntuales dan como resultado una auténtica reescritura del texto.Nueva y muy personal, que me ayuda a reflexionar sobre aspectos en las que no había pensado.
Has sido muy agudo. Muchas gracias por tu generosidad.
Nos seguimos leyendo. ¡Hasta la próxima!
Ulises Vidal
25/10/2025 a las 22:16
¡Hola Verso suelto!
Muchas gracias por tu personal interpretación del relato que destaca el toque humorístico.
Espero que nos sigamos leyendo. ¡Hasta la próxima!