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El cortometraje - por IzR.
Conozco este lugar. Lo he recorrido decenas de veces entre temblores fríos y pesadillas más gélidas aún.
Un círculo sin paredes ni techos ni cielo, solo oscuridad.
La niebla acaricia mis tobillos, ocultando mis pasos, que me desafían y me acercan hasta una mesa redonda cubierta de terciopelo. Calmo mis manos apoyándolas sobre el mantel púrpura y mis dedos rozan los lindes de una carta maldita.
Mi mirada se desvía hacia el mazo, que yace boca abajo esperando a su siguiente víctima.
Ante mí se sienta esta vez una mujer menuda; no así su billetera, que asoma su fortuna. Lanza sus billetes sobre la baraja de tarot, pero desaparecen con un chasquido de mis dedos. Aunque la pudiente se sobresalte, no se amedrenta, y posa una nueva carta sobre la muerte. Se trata del Amante. Ella sonríe.
Mis ojos se enturbian con el susurro de su pregunta y su vida se proyecta contra mis párpados. Un mero cortometraje.
Intento disuadirla, pero su imagen se desliza entre las tinieblas.
Los gritos en la calle me devuelven al mundo real. Me asomo por la ventana y distingo el trasero de una limusina engullida por las turbulentas aguas del río.
Me giro y, alcanzando la caja metálica que guardo bajo la cama. Introduzco en el candado el código de tres dígitos del diablo. Allí duermen sus billetes encharcados junto a la carta ensangrentada de su Amante.
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