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La baraja del tarot - por HugoR.+18
La baraja del tarot
Conozco este lugar. Nunca estuve aquí pero la certeza es muy fuerte. Estoy de pie en medio de una habitación vacía y sin ventanas, miro la puerta con desconfianza, está abierta. Es más gruesa que una puerta placa de madera pero es de metal, con una cerradura de gran tamaño y una argolla soldada del lado de afuera para colocar un candado.
La empleada de la inmobiliaria sale un momento para hablar por teléfono con otro cliente. Me dice que regresará enseguida, que mientras tanto vaya visitando la casa. Me quedo sola en el cuarto. Miro el piso, recorro con la vista su perímetro: es amplio, frio, impersonal; de color azul con zonas gastadas por el tránsito que parecen pequeñas olas de un mar en el que me siento atrapada, con miedo a hundirme.
Las paredes, que quizá alguna vez hayan sido pintadas con esmalte sintético blanco, todavía conservan algo de brillo en algunos lugares. Son un poco altas y la parte de arriba es la mejor conservada. Abajo, la humedad y el moho las cubren casi por completo hasta la altura de mi cabeza. Trato de remover la suciedad con la palma de mi mano izquierda, es como acariciar algo aceitoso. El pequeño espacio que acabo de limpiar refuerza mi creencia de que fueron blancas y también quedan al descubierto algunas manchas apenas perceptibles, levemente rosadas, que en otro tiempo pueden haber sido rojas. Al tocarlas siento un pinchazo en las yemas de los dedos que me aleja inmediatamente de la pared.
La empleada de la inmobiliaria no regresa. Estoy inquieta, algo perturbada pero decido esperarla. Respiro hondo, lleno los pulmones con aire de olor fragante pero pesado, al inhalar levanto la cabeza y veo el techo descascarado, me detengo a observar las viejas telarañas que cuelgan en un rincón y una extraña reverberación nubla mi vista, estallan mis oídos. Un golpe de electricidad recorre mi cuerpo, contrae mis tendones y me hace apretar los puños. Estoy mojada, transpiro.
¿Te sientes bien? Me pregunta la chica ya de regreso. Me ofrece agua. Tengo sed, deseo beber pero la rechazo y salgo corriendo. Una, dos, tres cuadras, luego camino con paso lento y respiro, todavía agitada, el aire puro del atardecer.
¿Qué me pasó en esa habitación?, recuerdo que mi madre siempre decía que yo era extrasensorial, que lo había heredado de la abuela. Nunca entendí qué significaba pero creo que ahora comienzo a comprender. También recuerdo que mi abuela tenía un mazo de barajas de tarot y decía que las usaba para encontrarle sentido a las cosas.
Me apresuro para llegar a casa. Revuelvo en el armario donde se guardan los recuerdos familiares y las encuentro. No sé qué hacer con ellas, desconozco su significado pero creo que vale la pena intentarlo y las mezclo. Tomo una al azar. Lo primero que veo es un esqueleto con armadura montado en un caballo blanco, miro el resto de las figuras en la baraja pero se me nubla la vista. El cansancio, pienso. Me refriego los ojos y recupero la visión, ahora el esqueleto lleva puesta una capucha negra y en lugar del caballo blanco va montado en un Falcon verde.
Hoy, 7 de noviembre de 2025, en Buenos Aires, imagino esta historia con temor de banalizar los delitos de lesa humanidad.
Hugo
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