Literautas - Tu escuela de escritura

<< Volver a la lista de textos

Remembranza de días idos - por Osvaldo Mario Vela Sáenz+18

Brindándole un reconocimiento especial a la intención y esencia del taller Literautas que es: “cuéntame una Historia”, viene a mi mente un relato chusco.

Uno de mis tantos deberes semanales, dentro del negocio familiar, consistía de un viaje en camión carguero al mercado de abastos de Monterrey para surtir de fruta y vegetales la supentienda que me ocupaba. Siempre llevaba al mismo chofer, pues si la entrega de comestibles se retrasaba, él, conocedor de la ruta, podía cumplir su trabajo hasta completar el embarque y horas después regresar a Nuevo Laredo. Yo siempre podía regresar en autobús. Viaje de solo dos horas.

Un día el chofer se reportó enfermo. El único remplazo era un personaje que manejaba las entregas de ganado del rancho al mercado municipal. Personaje que era ahijado de mi padre con fama de ser un vago muy divertido. No habiendo nadie más, acepté su compañía.

En ese viaje, además del abasto para la tienda, yo debía pasar a recoger en una óptica situada en el centro de la ciudad, unos lentes que me habían graduado dos semanas antes. El negocio en cuestión, era parte de un céntrico pasaje con infinidad de locales. El nuevo chofer me acompañó en un Taxi a dicha gesta.

Que perfección de trabajo colmaba la hechura y profesionalismo en aquellos lentes. Me los calé, teniendo como enfoque todo tamaño de letras. Y, como última prueba, el dependiente me pidió salir al pasillo para probar la claridad visual a distancia.

Lo primero que vieron mis ojos a una lejana cercanía fue la figura de una dama con cuerpo de tentación que se meneaba con poco recato y con una cara tan cautivadora que era un reto al atrevimiento. Lo primero que pensé, fue que los de la óptica contrataron aquella modelo de ensueño para mostrarme la excelente graduación de sus productos ópticos.

Yo pensando en que todavía no los pagaba, y para evitar un costo adicional tuve cuidado de no mostrar interés, pero mi nuevo acompañante no tenía la misma intención que yo. Él, se explayo en un mirar intenso hasta que la dama estaba fuera de su alcance visual. Al darse la vuelta, se topó con un personaje que podía retar a Rocky a puños y quien, con cara de pocos amigos lo enfrentó.

__¿Que tanto le ves a mi mujer?

En lugar de inmutarse el ahijado, con una señal de alto en la diestra le pidió esperar. Así, que volvió su vista de nuevo hacia la mujer y tras profunda auscultación se volvió de nuevo hacia su interlocutor para decirle:

__Mira, déjame decirte que siento decepcionarte, pero Lo único que puedo ver es lo que va enseñando, muestra muy pobre para una mujer tan bella.

Y luego, volviéndose a ver a la mujer quien ya reía a carcajadas por el desparpajo de un hombre de rancho

__y usted mujer, creo que necesita enseñar un poco más, de esa gracia que es muy de usted. Para poder yo satisfacer la curiosidad de su marido.

Aquel hombre, Sin más argumentos de enfrentamiento se contagió del profundo gozo que la escena causaba en su mujer y lo mucho que resaltaba su belleza. Él, detuvo su comportamiento agresivo, le pasó un brazo amistoso por los hombros y comentó:

__ Usted es de los míos, vamos los cuatro a tomar una copa. Aquí más delante hay un buen lugar.

En su respuesta certera brilló de nuevo la astucia de mi acompañante cuando dijo.

__Miren, les agradecemos a los dos la invitación, pero soy chofer y tengo el camión en el mercado de abastos “Estrella”, ya cargado, con el candado puesto y Iisto para partir. No me gustaría perder mi trabajo si se dañara la mercancía, algunos vegetales son productos delicados.

Después de esta experiencia, cada vez que necesitaba un chofer, Rolando García “el ahijado”, se convirtió en el substituto ideal para cualquier viaje; sus respuestas y sus alcances eran geniales, siempre seguidas de un gozo contagiante para todos; bombas llenas de humor.

Pasó el tiempo y un recuerdo escondido volvía a mí. Yo quise saber la razón del rechazo a la invitación. Y la respuesta que recibí del ahijado me lleva al reto de Literautas. “Antes de salir de casa, mi esposa me entregó una estampa no religiosa que dijo ser un recordatorio para rechazar cualquier invitación de un extraño pues pretendía dañarme”. Prenda, con esencia de carta de tarot, estampa que también sirvió para inspirar en mí, el cumplimiento escrito al reto de Literautas.

Comentarios (0)

Deja un comentario:

Tu dirección de correo no se publicará. Los campos obligatorios aparecen marcados *