Literautas - Tu escuela de escritura

<< Volver a la lista de textos

Una tirada excelente - por Violeta NegreR.

Web: https://inma-volandovoy.blogspot.com/

Conozco este lugar o, al menos, sí me parecía que había estado allí ante mucho antes. Tenía el recuerdo brumoso, como una ensoñación, a lo Manderley de Rebecca. Pero no, sabía perfectamente que aquella era la primera vez que iba a la casa de la mejor amiga de mi hermana. Y qué nervios tenía, madre. Cuando me dijo que por fin me iba a leer las cartas del tarot, no pude dormir en toda la semana.
Quedamos un viernes por la tarde. Nadie en casa. Así que entramos directamente a la habitación de María, donde ya nos esperaba sentada a lo indio en el suelo. Abrió el candado de un escritorio y sacó el mazo Rider. Según nos explicó, era uno de los más populares y los más precisos, precisamente porque era también de los que tenía más detalles en las ilustraciones. Se lo había comprado el año anterior en un viaje a Londres.
-Siéntate-me dijo-. Y concéntrate.
Comenzó a barajar las cartas.
-Quieres saber sobre la persona que te gusta, ¿verdad?
-¿Cómo lo sabes?-pregunté con asombro-.
-Siempre es así. Y me lanzó una mirada burlona y penetrante.
Me sudaban las palmas, se me helaban las manos. Sentía que el sonrojo iba en aumento. Por fin iba a saberlo. En realidad, ¡lo iba a adivinar! Y sí, casi mejor. Porque así era la única manera. Nunca iba a aventurarme a decirle nada, bien me conocía. Qué desesperación ser así.
Mi hermana nos miraba de pie desde la entrada de la habitación. Bostezó aburrida. En aquella época solo pensaba en irse de bares. Solo me había hecho un favor: interés cero.
María hizo la tirada en cruz tras haber yo cortado el mazo. Leyó en voz alta:
-El sol, el loco, los amantes, la rueda de la fortuna…
Se llevó las manos a la cara y sonreía:
-Madre mía, ¡creo que nunca he hecho una tirada tan clara! Solo tienes que decírselo. Esa persona está hecha para ti. Menuda suerte. No tienes nada que perder, lánzate…
Pero permanecí en silencio. Recogí la mochila rápidamente. Y bajé las escaleras apresuradamente sin esperar a mi hermana. Me ahogaba.
-¿Qué te pasa?¿No te alegras de la lectura?, oí que gritaba María desde arriba.
-Lánzate. Sí, pero lánzate por la ventana. Menuda adivina de pacotilla y qué idiota soy-dije entre dientes-. Arrastrando los pies, volví a casa.
Al llegar a casa, tenía un mensaje en el móvil de María: “Amor, te he dicho que no tienes nada que perder”.

Comentarios (0)

Deja un comentario:

Tu dirección de correo no se publicará. Los campos obligatorios aparecen marcados *