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¿Por qué a mí? - por AmadeoR.
¿Por qué a mí?
—Conozco este lugar —dice Wenzel con el rostro ceñido y agrega— hace poco más de un año que estuve aquí. Recuerdo que había una mesa y dos sillas, todo viejo, abandonado y en la mesa una baraja de tarot y sobre ella un candado abierto. Ya no están.
—¿Una baraja o una carta? ¿Te acordás cuál? Olvidate del candado… no es importante, alguien lo olvidó —pregunta Caltha, aun suponiendo la respuesta.
—Era una sola carta, no estoy seguro si era de Copas o del palo de Espadas.
—¿Por qué viniste aquí y con quién?
—Vinimos cuatro, pero yo golpeé la puerta para ser atendidos y se abrió chirriante, pero en la habitación no había nadie. El ventanuco no alcanzaba a dar buena claridad sobre la mesa. Recuerdo que en el baño, sin puerta, se escuchaba cómo un golpeteo, o algo parecido con cierto ritmo pausado. Nos asustamos y salimos sin hablarnos.
—Y ¿Por qué fuiste vos o tus amigos? —insiste Caltha.
—Por… para… yo… porqué andaba mal, confundido y quería conocer mi futuro.
—De acuerdo. Salgamos de esta casucha maloliente en medio del campo y regresemos. Trabajaremos a pleno. Usaremos las dos cartas que crees haber visto aquella vez. Primero merodearás sobre tu pasado, y luego, por el futuro que tú mismo deberás conseguir, pues el Tarot solo te orienta retrospectivamente. No predice, solo colabora con el autoconocimiento.
Caltha y Wenzel ingresan a una sala bien iluminada, con cuadros alegóricos en las paredes, música relajante y aroma amigable a incienso. Hay varios muebles, entre ellos: una mesa redonda y tres sillas con respaldos altos. Sobre la mesa, las setenta y ocho cartas de tarot, una tetera grande y dos vasos. Ya sentados, uno frente al otro, Caltha sirve el té frio y señalando la baraja, dice:
—Primero trabajaremos con las dos cartas que crees haber visto allá y luego seguiremos según tus avances. No será una sesión básica, sino profunda y efectiva. Piensa en tu problema, en la causa de la parte de tu pasado que quieres superar. Piénsalo con detalles y luego, veremos qué te insinúan las cartas. Tienes los minutos que quieras para ubicarte. Concluye con una pregunta íntima, fuerte, no con las tontas de siempre: ¿Por qué a mí? o ¿Por qué a mí no? Consúltate tú mismo. No la digas en voz alta.
Wenzel elije una carta del palo de Copas: la Reina. La estudia, se concentra. Caltha sonríe y murmura para sí: “es agua, son emociones, sentimientos, es el amor”. Seria y mentalmente ayuda a Wenzel para que digiera su pasado en análisis y logre contestar su propia pregunta.
—Tengo la pregunta y una conclusión —aclara Wenzel, con cierta duda.
—Sigamos con la otra carta… Elije una del palo de las Espadas.
—¿Me hago otra pregunta sobre mi pasado? —consulta Wenzel y toma una carta luego de que ella las mezclara, y la coloca a la vista.
—Muy bien… es el caballo. Wenzel por favor estudia, repasa lo referido al conflicto y a la decepción, hazlo con claridad y justicia. No me cuentes nada. El problema es tuyo y encontrarás la salida. Aplica el corazón para responderte la misma pregunta.
El silencio perdura. Wenzel se mira las manos, luego el techo, tal vez en agradecimiento por su evolución interna, por la creatividad que le surge. Le nacen intenciones de entrar ya en acción y aceptar la muerte de su novia en aquel maldito accidente aéreo. “¿Por qué a mí no?”, se pregunta mudo y sonríe. Con paz interna, se acomoda en la silla, mira a la pitonisa y le consulta:
—¿Seguimos con los otros palos?
—Mejor lo dejamos para el martes 19. Entonces te preguntarás sobre qué futuro pretendes. ¿Te espero a las 15 h? —propone Caltha.
—Perfecto. En casa completaré el aceptar mi pasado. Nos vemos —confirma Wenzel con una extraña mueca de sonrisa.
—Nos vemos el 19… y… ¡me abonas las dos sesiones! ¡No te olvides!
—Perfecto.
Tras intentar comunicarse con Wenzel y ya haber transcurrido siete martes, Caltha decide descartarlo como cliente y exclama embroncada:
—Al próximo, le cobraré por anticipado.
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