Literautas - Tu escuela de escritura

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Invasión infernal - por Jose LuisR.+18

Conozco este lugar. Ya he estado en otras ocasiones, aunque de pasada. Engañé a sus padres fingiendo que iba al baño, pero me colé en su dormitorio para manosear sus cosas.
Mi desgastado cuerpo se rompió como un candado oxidado, pero eso pasará a la historia. Me siento en paz. Y ligero como una pluma, igual que una brisa otoñal que mece las hojas de los árboles como si las estuviera acariciando. Y cuando pienso en caricias, siempre la tengo a ella en mente, por supuesto.
Sus ineptos padres, ni que estuvieran drogados. Se encuentran en un dormitorio adyacente sin enterarse de nada. Realmente es como si estuviesen a mil kilómetros de distancia.
Tiempo atrás, consulté con una anciana versada en magia demoníaca lo que habría de ser mi futuro. Obtuve buenos augurios cuando sacó la baraja del tarot y me echó las cartas. ¡Qué alegría sentí cuando se confirmaron mis anhelos! En este mundo de internet, de ciencia y de lógica matemática, casi nadie cree en los cristales curativos, el vudú, la magia negra o en los elixires. Parecen cosas sacadas de cuentos infantiles o de la televisión. Ficción, lo llama la gente. Admito que también lo era para mí, hasta que un día los doctores te dan malas noticias y comienzas a creer. Fue siempre la clave: cuando tienes fe y ves venir el final de tu vida, entonces todo es posible.
Un día iba por la calle y la vi presidiendo un grupo de amigas. Era la más guapa. Quise poseerla desde el primer instante. La seguí hasta su casa y más tarde me enteré de quién era su familia, para hacerme amigo de sus padres. Lo conseguí y me acerqué a ella, como confirmaban los augurios de las cartas. Nuestros destinos estaban sellados.
Estamos a solas, sin nadie que nos importune. La televisión sigue encendida, pero no puedo oírla. Floto como un ángel sobre su linda cabecita. Adoro sus pelos rizados y sus labios… (Ojalá me atreviera a besárselos por una vez). Debe de hacer calor, porque ha apartado las sábanas, dejándome admirar su hermoso cuerpo, vestido apenas por un fino camisón semitransparente.
Me acerco a su cara para sentir su dulce hálito, aunque no lo consigo; y es una pena. Una vez que la haya tomado y sea mía, ¡qué gran cambio notarán sus padres en su actitud! Pensarán que su hijita de doce años es otra persona. Tal vez crean que solamente es una fase, como la edad del pavo. ¡Ilusos! Ella será exactamente como yo, ni más ni menos.
Estamos casi a oscuras en el dormitorio, de no ser por la poca iluminación que ofrece la tele. Me detengo a mirarla con mayor atención. Pronto será mía. Acerco mi mano a su cara y rozo sus labios con mis dedos, sin tocarla. Tiemblo de emoción. La luz ambiental deja ver, a través del camisón, sus tiernos pezones. Si tuviera mi cuerpo seguro que tendría una erección. Pero ahora no debo distraerme con fantasías; ya habrá tiempo para masturbarse.
Me preparo para entrar dentro de ella. Aguanto unos segundos hasta el momento justo, y me abalanzo sobre su cuerpo juvenil como un vampiro sediento. La penetración tiene éxito y lo gozo.
Pierdo la noción del tiempo mientras se produce una lucha infernal entre el viejo espíritu y el nuevo que anhela invadir su cuerpo, aunque yo soy más fuerte. Destrozo su alma como un papel en una trituradora. Los restos se desvanecen como el humo de un cigarrillo en el viento.
Me encuentro de repente tirado en la cama y oigo el sonido que proviene de la televisión. Lo primero que hago es extender la mano para coger el mando a distancia y apagarla. Percibo el olor de las sábanas, e incluso el dulce perfume que ella llevaba. He renacido. Ahora siento mi cuerpo al completo. Me sobo las tetas a gusto, que para tener doce años ya están bastante desarrolladas. Después, como algo que haría cualquiera en mi lugar, me subo el camisón y meto una mano bajo la braguita. Recorro con mis deditos toda la zona lentamente, recreándome en sus arrugas y en las mucosidades. Siento un placer como nunca antes.
Pero estoy cansado… Perdón, quería decir cansada, y tengo que dormir. Habrá tiempo para deleitarse con los placeres que puede dar mi nuevo cuerpo. Tengo muy claro mi futuro: después de haber sido un hombre heterosexual durante tantas décadas será interesante convertirse en una lesbiana de doce años…

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