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Los amigos son desechables - por Diana TR.

Conozco este lugar. He estado aquí antes, he sentido su agarre arrastrarme como la catarata al final del río. Esa que me hace sentir diminuta. Impotente.

¿Cuánto tiempo más para que me consuma la soledad? No lo sé.

Siempre he sido fuerte. Intento ser fuerte. Me hago ver como alguien fuerte, y no es sólo una máscara, al menos no creo que lo sea.

Pero el ciclo siempre se repite, como el futuro entonado por una vieja baraja de tarot.

“Los amigos son desechables” me dijo alguien, y yo quise no creerle, pero aquí estoy, otra vez.

Primero viene el desinterés y me pregunto si de verdad soy tan aburrida, ¿qué pude haber hecho mal? Será que soy fría: pocas veces; será que no sé cómo comenzar una conversación: tal vez. Pero no me parecen razones para que me dejen de ver a los ojos, de contarme sus problemas, de reír conmigo.

Este mal silencioso se convierte lentamente en la distancia. Cada vez hablamos menos, y poco a poco encuentran nuevos amigos. Los veo cómo ven a otros a los ojos mientras hablan conmigo, cómo les cuentan sus problemas a nuevas personas, cómo ríen con ellos.

Sé que debería hacer algo, decir algo, pero todo parece un túnel sin salida, un agujero de gusano que deforma mi realidad. A final de cuentas, ¿qué puedo hacer yo si de todas maneras me ignoran?

Por último llega el rechazo. Es la parte más dolorosa, que roza lo desgarrador. “Adelántate, te alcanzaremos luego” me dicen. Yo sé que no es más que una forma “amable” de deshacerse de mí, pero ¿qué puedo decirles?

Pronto tienen nuevos chistes, nuevos gustos de los cuales ya no formo parte. Pronto ya no estamos en la misma página. Jamás vuelven a verme a los ojos, desconozco sus problemas y sé que, por más que espere lo contrario, no volveremos a compartir ninguna risa.

En este momento, pienso si pude haber hecho algo diferente para conservar la amistad, pero un amigo debe ser libre como un águila. La amistad no es algo que puedas tener en resguardo y bajo candado. Y si no quiere estar ahí, debes dejarla ir.

¿Cuántos amigos me han dejado de esta forma tan dolorosa? He perdido la cuenta.

Intento ser fuerte, pero las personas no son más que el anzuelo de un pescador. Aparentan ser coloridos, llenarte de risa y buenos momentos para, después de algunos años, abandonarte de forma abrupta y reemplazarte por nuevos amigos.

Me siguen diciendo que las verdaderas amistades son escasas y difíciles de hallar, y que esas nunca te abandonan, pero cada día creo más que los amigos de verdad son desechables…

Tienes un amigo, valoras su amistad como lo mejor del mundo, sientes su abandono, te consigues un nuevo amigo y repites.

El ciclo es la trampa, no puedes escapar de él, es su naturaleza.

¿O acaso puedo hacer algo para escapar de esta naturaleza? Creo que nadie tiene realmente la respuesta.

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