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La cabaña - por Ismael Tomas PerezR.

Web: http://www.gigantedealgodon.blogspot.com

Conozco este lugar, le comentó Andrés a Laura cuando llegaron a la casa. Estaban disfrutando de unas vacaciones y decidieron hacer una excursión por la montaña. Una cabaña, alquilada por internet, en un paraje natural con unas espectaculares vistas.
Habían salido temprano de Madrid. Tras recorrer más de doscientos kilómetros, habían llegado al pie de una cadena montañosa, recorriendo un camino, lo mas parecido a una pista forestal, hasta que llegaron a un grupo de cabañas que, según la página de internet, disponían de todas las comodidades. Ellos tenían asignada la número cuatro.
Laura le miró extrañada, no sabía porque Andrés conocía aquella zona, aunque notó que no estaba muy contento de haberla alquilado, seguramente hubiera preferido en otro lugar al reconocer o recordar el sitio.
Después de la cena, al calor de la chimenea Laura quiso saber qué recuerdos tenía él de aquel lugar.
Entonces Andrés empezó a explicarle que, siendo muy joven, estuvo en una cabaña de esa zona con un grupo de amigos, con la intención de pasar un largo fin de semana. Cuando llegó la noche, después de la cena y acompañados por algunas copas, apareció una baraja de Tarot que llevaba uno de ellos, con la intención de adivinar el futuro de los demás amigos. La velada se hizo muy interesante, haciendo declaraciones a cada uno, según los símbolos que reflejaban las imágenes de las cartas, según el propietario de la baraja, que alardeaba de ser un entendido en el mundo del tarot. Hubo momentos de muchas risas y bromas. Realmente estaban disfrutando mucho del juego.
Pasada la medianoche, el que manejaba la baraja, de repente, se quedó lívido al echarle las cartas a uno de los amigos. Algo había en una carta que no presagiaba nada bueno, de hecho, no la había visto nunca dentro de la baraja, apareció de repente.
El destinatario de la carta quiso saber que significaba esa imagen, a lo que el dueño se negó a decírselo. Los demás, viendo la cara de espanto de estos dos decidimos terminar el juego, aunque notamos que realmente, ya no era tan divertido.
Esa noche, unos ruidos extraños se oían por varias partes de la casa, lo que nos hizo pasar casi toda la noche sin dormir.
A la mañana siguiente, decidimos marcharnos, pero observamos que uno de los amigos no estaba, concretamente el destinatario de la extraña carta.
Después de buscarle por toda la casa, apareció en los alrededores, sentado en el suelo, apoyado en el tronco de un árbol, prácticamente es shock. No nos conocía y apenas podía hablar. Cuando conseguimos reanimarle, para llevarle a un médico, nos confesó que, esa noche, unas personas muy extrañas, le había secuestrado, haciendo que los acompañara a otro lugar, dejándole regresar a la cabaña, después de haberle dejado un buen rato sin sentido. No sabía que le habían hecho. Pensó que eran los que originaban las voces y se había levantado para curiosear que ocurría y de quienes se trataba. Cuando se dio cuenta, estaba fuera de la casa, exactamente donde le encontramos, sin fuerzas para poder andar y ni tan siquiera gritar
Laura no quiso seguir escuchando y, mucho menos, permanecer ni un minuto más allí, recriminándole que, sabiendo eso, se hubieran quedado a cenar, y de ninguna manera quería pasar la noche en ese sitio.
La verdad es que a ambos les llamó la atención un detalle inquietante: además de las dos cerraduras de la puerta, la cabaña tenía un gran candado que sellaba también la entrada.

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