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ELY - por Angélica BohórquezR.
Ya conozco este lugar, este, donde el sol como esperanza de luz desafía el declinar de la noche, ella gime, ella muere, ella acoge a cuanto mísero y desdichado de corazón apocado se duerme en ella, ésta aprovecha porque asemeja su oscuridad a cuanto atrapado se halle en su sin salida. Y como una ocurrencia transida se busca huir por atajos que solo son engaños, que languidecen el ánimo y sus ilusiones de falsos presagios, rehén hacen del alma. Menuda criatura, chica en edad, era Ely tan solo con 10 años su vida sombría ceñía un futuro nada próspero, los baños rituales enfrascados, los rezos conjurados, el plan de un brujo malintencionado y su baraja del tarot maniobrada, desplegada sobre una mesa, presagiaba embustes ficticios. Ella misma intuía una cierta falsedad en todo aquel rito fantasioso y tenebroso; Ely contaba:-ese brujo malnacido me quiso abusar, me di cuenta a tiempo y pronto escape de allí, no sin antes injuriarle todas las palabras indecentes y vulgares que mi boca logró usar como puñaladas que con ganas le propine, sin embargo conocía muy bien la gran magnitud poderosa de las malditas palabras que su madre le repetía con el ímpetu de su ira casi a diario; dichos cargados de amargura, de un rechazo incómodo por criar dos hijas sola bajo su responsabilidad, sin un esposo y padre que velase por ellas, así creció Ely, entre el desastre del desamor, entre ordenes como esclavitud, entre los vejámenes de la mala crianza, entre las palabras que encarcelan el alma a la podredumbre de la tristeza y el abandono, deseaba llenarse de algún consuelo, mas solo hallo el infortunio de una vida ruin y llena de racha. Ely escapo de su casa a los doce años para vivir pródiga al placer de los vicios, rebelde, sin callar nada, contando a cuanto individuo conocía, sus penas desahuciadas que más eran heridas internas que sangraban, vivió llevando a cuestas las sentencias mal dictadas de su madre, siendo la cárcel que atrapó su mente y corazón, el candado que aseguro su prisión, fue el amor que nunca conoció. Ely murió presa en su negra desdicha, en un hospital de la ciudad bogotana de un cáncer terminal, no por una embustera baraja de tarot, fue por presagios maternales, mortales. Yo, yo de igual modo conocí ese lugar, yo al igual fui presa de los implacables "presagios", sin embargo el ardor de mi esperanza destello mi celda, me apareció la verdad del amor, rompiendo el candado que exhibía su fiero seguro, el amor real destrozó su ironía, ahora yo, vivo en libertad.
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