<< Volver a la lista de textos
Juegos - por Verso suelto
Me gusta escribir, qué le voy a hacer. A veces, cuando no me viene la inspiración, me pongo a escribir de cualquer cosa que veo en mi teléfono móvil mientras navego por internet. Hoy, por ejemplo, estaba leyendo las noticias cuando ha surgido un pantallazo: una baraja de tarot junto a un mensaje “Aprenda a adivinar su futuro: compre esta fabulosa baraja de tarot y el manual de uso por solo 14 € ”. He dudado durante un rato, no si pinchar o no pinchar sino en si quería o no conocer mi futuro. No me puedo imaginar un mundo en el que todos supiéramos como iba a ser nuestro futuro, ¿Cómo sería para alguien vivir las horas de un día que sabe el último porque esa misma noche, al salir de un cine, va a a ser atracado y muerto en plena calle? ¿Qué haría para evitarlo? No iría al cine ¿verdad?. Pues sí, si que iría, porque está escrito. Qué tonto, dirá usted, porque va a ir si sabe que lo van a matar. Pues igual por eso, o quizá porque, angustiado por esa premonición, acude a su sicólogo de cabecera que, sin que él se de cuenta y para ayudarle a pasar el mal trago, cierra una parte de su mente, un trocito del lóbulo cerebral donde reside ese mensaje fatal “Vas a morir esta noche”, con un candado de drogas disuelto en el café que le hace olvidar lo que sabe. Podría ser, ¿no? Tambén podría ser que aturdido por lo que le espera se emborrache y sin saber muy bien lo que hace se meta en el cine. Puede haber muchas explicaciones, pero no lo duden, va al cine, ¡joder que si va!, va al cine y a la salida lo acribillan a balazos. Encima y para más inri la película es un bodrio. Así que la idea de pinchar en el anuncio y comprar una baraja de tarot para averiguar mi futuro, no me seduce en absoluto. Además con la baraja del tarot tu contrincante eres tú mismo, tu yo de hoy contra el de mañana, el futuro, lo cuál ya es enrevesar las cosas y luego está lo de los arcanos y todo ese rollo: una lata.
Yo prefiero el póker, el póker y escribir, son las dos cosas que más me gustan, quizá porque las dos tienen mucho en común. El problema de escribir está en la historia, mejor dicho en la falta de historia. Quieres escribir pero no te sale. En el póker, es casi lo mismo: quieres ligar un trio pero te falta un siete y entonces te surge la duda ¿te plantas o pides carta? Plantarse es muy aburrido, además es de cobardes, pero pedir carta da yuyu ¿a que sí? Al final, tras poner el dinero de la apuesta, pides carta con la esperanza de que sea ese puñetero siete de tréboles o de corazones que necesitas como el comer, pero en vez de eso te sale un dos de picas. Tu no te arredras, ¿quién dijo miedo?; te tiras un farol con tu escuálida pareja y apuestas todo lo que te queda; tu contrincante, rígido, mira sus cartas, luego a tí y después otra vez a sus cartas; entonces descubres en sus facciones una mínima distensión en forma de sonrisa mientras dice full y enseña una maravillosa combinación, tres ases y dos sietes, precisamente de tréboles y de corazones, un hermoso full ¡que maravilla de jugada el full!, mucho mejor que un poker y hasta que una escalera de color, jugadas que tienen el defecto de la perfección. El full en cambio es sinuoso, se parece a un paso de baile en el que dejas caer el peso del cuerpo a un lado y aprovechas el desequilibrio para redondear una figura. Trío, pareja, que cosas tan opuestas: el trío tan abierto e incompleto, clamando por el naipe que le falta, la pareja tan cerrada en si misma como ese candado que te impide saber que eres un pardillo que no se come una rosca en el póker. Así que, casi siempre que me despluman, como hoy, para desahogarme termino escribiendo la derrota, o sea que juego con las palabras. No nos engañemos, es de eso de lo que está hecha la vida, de juegos, por eso siempre terminamos perdiendo.
Comentarios (0)