Literautas - Tu escuela de escritura

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Mapa de colores - por Rod TerranoR.

Y ahí estaba mi abuela con todos los pequeños óvalos de chocolate y caramelo sobre la mesa, dispersos y sin orden. Rojos, cafés, calipsos, anaranjados y amarillos. Todos sobre la mesa que mi madre le dejaba después de su té de la tarde. Ya había roto el saco negruzco en que venían y esparcido sin orden aparente.
Su beso en mi mejilla y la mirada perdida con ojos pardos llenos de lágrimas que en realidad no expresaban nada más que el vacío en su memoria. Como cada tarde, movía los óvalos y los ordenaba por colores: a un lado los cafés, al frente los rojos y luego los amarillos para que quedaran al final los calipsos que eran los únicos que se comía.
Y entonces y sólo una vez ordenados por colores comenzaba la rutina sin sentido de armar con esos botoncitos un mapa que no llevaba a ninguna parte.
Moví un amarillo y lo puse entre los anaranjados. Me miró y comenzó a agitar sus manos al aire como si tratase de denunciar un asesinato en plena vía pública, o de prevenir un atropello. Descontrolada sin decir palabra abría la boca y movía su cabeza de un lado a otro.
Cuando el dulce volvió a su lugar de mi mano, se calmó y volvió a su vaivén sobre la mesa y su mapa de botones de colores.
Su memoria seguíría vacía sin llegar a completar jamás el mapa que la llevaría quién sabe a dónde.

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