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Mara, Baku y el destino - por Codrum
—¡Me cago en el perro! ¡Y me cago en toda su jodida descendencia! ¡Yo lo mato!
La ira lo dominaba guiada por la desesperación. El viento le había arrebatado de las manos el mapa que estudiaba de aquella extraña ciudad. El perro, atraído por el papel de anárquicos movimientos, había tirado de la correa e iniciado una persecución. Más veloz que el viento, lo había dado alcance. Lo había aferrado como sargento a madera en una ebanistería y aserruchado con sus dientes, haciendo virutas de serrín aquel papel.
Cuando terminó de gritar, Lucas se encaminó de nuevo al banco, donde había estado sentado, para recoger su mochila. Entonces la vio. Tendida en el suelo bocabajo. No se movía. Lucas se temió lo peor. Quedó helado.
El perro, aún con restos de mapa en la boca, le adelantó fugaz como sueldo de profesor y comenzó a lamer a su ancina dueña. Del cuerpo inmóvil brotó una carcajada vítrea como la de una niña.
Lucas no comprendía nada.
—¡Ya, Baku! Tranquilo. Vale, pequeño. ¡Para! Me haces cosquillas. —La jovialidad de la voz alegraba a los árboles del parque—. Déjame levantar. —Acompañó sus palabras con un zarandeo ágil de las manos.
Baku se separó sin dejar de mover el rabo. La lengua fuera, dispuesta para ludir de nuevo a su dueña si fuera necesario.
Con pesadez, la anciana trató de levantarse.
—¿Te vas a quedar ahí mirando o vas a ayudar a esta pobre abuela a levantarse?
Las palabras, punzantes como pelo de erizo, activaron a Lucas. Se acercó y prestó su mano como apoyo.
—Muchas gracias, muchacho. ¿Eres nuevo por aquí? —Sin dejar tiempo para responder continuó hablando—. Sí, lo eres. ¿Quién usa mapas teniendo móviles?
—¿Mo…? ¿Qué?
—¡Ups! Fallo mío. Fallo mío. ¿Demasiado pronto? ¿En qué año estamos?
—19…
—Da lo mismo. —La verborrea interrumpía constantemente a Lucas—. Parece que te has quedado sin palabras. Antes tenías muchas. Querías cometer un asesinato. Pobre Baku. Está bien. Queda olvidado. A mí me gritabas puta abuela. ¿Verdad? ¿ O lo pensabas? Ese no es mi nombre. No, señor. Ese no es. Es Mara. Me llamo Mara. Encantada de conocerte, Lucas.
Lucas tenía sartenes en vez de ojos y la boca semejaba la entrada de un túnel.
—¡Vamos, muchacho! ¡Reacciona! —Chasqueó con los dedos tres veces. Al ver que no hacía efecto, lo abofeteó dos veces, una en cada carrillo.
Lucas parpadeó incrédulo y sacudió su cabeza. El movimiento avivó la rojez de sus mejillas como viento a ascuas olvidadas.
—¿Ya has vuelto? Bien, muchacho. —Mara se agachó y dio dos palmaditas en la cabeza de Baku—. Vamos a casa. Este amable joven nos va a acompañar. Seré una especie de guía turística para él.
Mara le cogió un brazo, lo dobló en jarras y se sujetó a él como los eslabones se fijan entre ellos.
Durante el paseo, Lucas no pronunció una sola palabra. No porque no quisiera; tenía millones de preguntas. Mara no le dejaba. La espita de su boca se había abierto y era imposible embozarla.
Con la diarrea verbal de fondo, como la radio un domingo de lluvia mientras friegas, su cabeza se fue serenando. Ya no deseaba interrumpir a Mara. Con ese repiqueteo como banda sonora, empezó a notar cada piedra del camino. Le presionaban las plantas de los pies como un masaje. Las hojas de los árboles se mecían en un acompasado movimiento; una danza milenaria que seducía a los pájaros y a quien, como Lucas, tomara el tiempo necesario para observarlas.
Anduvieron, siempre unidos, por calles adoquinadas rodeadas de edificios. En cada ventana se escondía una historia; en cada puerta, un misterio que resolver. La voz de Mara despertaba sus ensoñaciones. Lucas miraba en todas las direcciones. Pensó en por qué había ido a aquella ciudad, y no lo recordaba. En sus ojos se reproducían continuamente imágenes sin sentido pero bellas.
—Hemos llegado —dijo Mara con voz suave.
Como un soplido que apaga una vela, las brumas en la mente de Lucas se disiparon con aquellas palabras.
—¿Vivís aquí?
—Aquí vivirás tú.
Un aire fuerte, como el que le había arrebatado el mapa de las manos, movió la mano de Lucas y tocó el timbre.
Yo abrí la puerta. Me encontré a vuestro padre, bueno, una versión más joven y atractiva. Alli no estaban ni Mara ni Baku.
Y esta es la historia. O, al menos, la que me contó a mí. Ahora a dormir. Se hace tarde.
Comentarios (4):
HenkoSlowLife
18/12/2025 a las 19:20
Enhorabuena! Sin palabras, por lista no me correspondía leerlo, para el título …Mara ya me atrajo, pero ya el leerlos ha sido sentirlo…felicidades!!
Felices fiestas!!
Clarinete
19/12/2025 a las 13:25
Ante todo gracias por el comentario que me has dejado. Repasaré el texto para mejorarlo y solucionar mis fallos.
Me ha encantado el relato que has escrito, y sobre todo el final que no me lo esperaba.
Felices fiestas
Clarinete
Moldy Blaston
19/12/2025 a las 21:39
Hola Codrum.
¡Muchísimas gracias por tu visita y tu comentario tan detallado y entusiasta! Me ha hecho una ilusión enorme leer que te aceleró el corazón y que la tensión te enganchó tanto —eso es justo lo que buscaba con el ritmo y la atmósfera. Muchas gracias por el comentario de lo del taller, es un placer compartir y recibir feedback así de valioso.
Voy a intentar aclarar tus dudas punto por punto, que son muy buenas observaciones:
Sobre el arco argumental y la frase de la abuela (“Cuando entiendes el mapa, entenderás el asesinato”): La clave está en que “el asesinato” no se refiere a uno concreto de los muchos del mapa, sino al ciclo mismo de venganza/equilibrio que la abuela inició (y que ella ve como “justicia”). El protagonista lo interpreta primero como algo del pasado de su abuela, pero luego ve que el mapa es “vivo” y lo obliga a él a continuarlo —por eso surge la reflexión de que refleja “lo que yo estaba destinado a hacer”. No es que cambie a “el asesino”, sino que él entiende que se convertirá en el ejecutor del siguiente (y de los siguientes). Los nombres no desaparecen todos; solo se “diluye” el suyo al final, como señal de que pierde identidad y se funde en el rol de cartógrafo.
Los nombres en la lista: Solo reciben anotaciones (“corregido”, “equilibrado”) los que han sido “resueltos” por muerte. El protagonista aparece sin anotación aún porque es el heredero activo, pero su tinta se diluye cuando asume el rol.
La escena de la explosión: La bombona/estufa está en la cocina detrás del protagonista (él está en la puerta con la madre, cogiendo aire). El crujido es el sonido de la fuga de gas o la chispa inicial, justo “detrás de mí” —y sí, tienes razón, la forma correcta es “detrás de mí” (no “mío”), según la RAE; es un despiste mío que corrijo mentalmente para futuras versiones. Gracias por pillarlo.
De dónde sale lo de “cartógrafa”: Es un guiño intencional desde el principio: el protagonista lo descubre por el mapa mismo (que es un territorio trazado con nombres), y al final la abuela lo confirma con “Bienvenido, cartógrafo”. No era solo bibliotecaria; el mapa revela su verdadero “oficio” secreto de mapear culpas y destinos (no geográficos, sino morales). ¡Un anzuelo para que el lector lo atara al final!
Da lo mismo las dudas menores cuando el impacto general funciona como dices —gracias por lo del miniinfarto, ¡misión cumplida! Me pasaré por tu relato y te comentaré con mucho gusto. ¡Saludos!
Karin Urdiales
20/12/2025 a las 00:00
Hola, Codrum. Enhorabuena por el relato. Te dejo aquí algunas notas:
Yo tal vez hubiera puesto “puta” en lugar de “jodida”, que me resulta muy artificial (me suena a doble de “fucking + algo” en el cine).
La frase de la ira y la desesperación me parece muy extraña, porque la ira guía a la persona y no a su desesperación.
Hay símiles recurrentes que creo que distraen de la narración en lugar de contribuir a la historia y la atmósfera de lo que estás contando, y creo que saldrías ganando si te deshicieras de ellos: “como sargento”, “como sueldo”, “como pelo”… etc.
Yo evitaría la repetición de “viento”.
Mejor “LE había dado alcance”.
Creo que “serrín” no es la palabra adecuada.
Solo cuando dices “anciana dueña” nos damos cuenta de que el protagonista no es el dueño del perro, y esto resulta confuso.
Faltan las comillas en “puta abuela”.
Falta la tilde en “Allí no estaban”.
Me parece gratuito el final, y siento tener que decirlo así, pero la verdad es que me parece que no se entiende muy bien qué es lo que está pasando.
Me encantan las últimas dos frases y el hecho de que estén separadas por un punto y no por una coma.
Muchas gracias por compartir y ánimo con el siguiente relato.