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Érase una vez… - por Artur NedaR.+18
-¿Sabían que en este bosque ha habido múltiples asesinatos?-
Justo en medio del bosque a Axel le encantaba soltar esa pregunta en tono claro y rotundo, la reacción era instantánea, un silencio profundo y total se apoderaba de todos los presentes.
-O eso dicen todos, en mis años de guía de turistas nunca eh visto nada- continuaba con un tono mucho más relajado que provocaba algunas sonrisas nerviosas y suspiros de alivio.
Por supuesto que habían escuchado de los asesinatos, las desapariciones y hasta alguno que otro sobreviviente, eso los había llevado hasta ahí, pero ya todos los turistas habían cruzado el velo de glamur, ahora estaban más allá del entendimiento y la precaución.
Sienna miraba a Axel en acción, ¿Cuántas veces lo había visto hacer su trabajo? ¿cien? ¿quinientas? ¿mil? ¿miles de veces? Ya no lo recordaba, habían estado haciendo esto por cientos de años, siempre cambiando el método, siempre adaptándose, en estos años se había puesto de moda el mindfulness en el bosque y ellos aprovecharon la oportunidad.
-Bien, ahora es tiempo de prepararnos para la meditación- dijo Axel – pero creo que somos demasiados para hacerlo todos juntos, les propongo separarnos en equipos de cinco para poder disfrutar más la experiencia-
-Pero si nos separamos nos podríamos perder ¿No crees? – se quejó una de las turistas –Tu eres el único guía-
-No se preocupen, este bosque es muy seguro, demás tengo aquí copias de un mapa que siempre usamos, la mínima experiencia en senderismo o excursionismo puede servir para ser guía, además tenemos estos silbatos para cada uno en caso de emergencia, obvio los pueden conservar como recuerdo- dijo Axel animando a todos.
-Yo practico senderismo dos veces por mes- dijo Sienna adelantándose mientras tomaba el mapa y los silbatos, miro a un joven y continuo –Si quieren pueden venir conmigo-
Él no dudo ni un segundo –Yo voy contigo – pensaba que en la mira de la chica había más que interés.
Después de eso los equipos se organizaron y se separaron, Sienna guio a su grupo durante casi media hora por una pendiente descendente que ofrecía una travesía fácil y tranquila, aun a si la mujer se movía demasiado rápido.
-Oye espera –Dijo el joven que trataba de alcanzarla–Vas muy rápido y ni siquiera has visto el mapa-
-He caminado por estos bosques durante años y años-
-¿Dos veces al mes?-
-Llegamos- dijo ella a modo de respuesta.
Era innegable, conocía el bosque, estaban de un pequeñísimo claro, muy íntimo y reservado, parecía que habían quitado unos cuantos árboles, apenas para dejar crecer el pasto y que entrara la cálida luz del sol, los arboles trazaban una frontera casi palpable, y los colores parecían danzar entre verde, terracota y amarillo, se podían respirar paz y tranquilidad.
Cada uno se tumbó en la parte del claro que más le agrado y comenzaron su meditación, Sienna desoyó una insinuación de su nuevo pretendiente y tomo lugar en un extremo del claro no tardo en entrar en completa calma, estaba en paz, el sol tocaba su delicada y blanca piel con calidez, el viento susurraba la canción del bosque, sus piernas desnudas sentían como la hierba las acariciaba, algunas aves cantaban en la distancia, alguien estaba ahogándose con su propia sangre.
Todos abrieron los ojos y vieron a una mujer que había venido sola intentando evitar que la sangre saliera de su garganta a borbotones por una enorme herida en el cuello, junto a ella había un perro con aspecto feroz y una anciana que tenía la boca, el cuello y la ropa teñida en sangre, masticaba algo con expresión de éxtasis.
-Corre- dijo el joven mientras tiraba de Sienna hacia el bosque, una pareja de novios que formaba parte del grupo salieron corriendo en la dirección opuesta.
-Geri, tras ellos- dijo la anciana y el perro corrió tras la pareja.
El joven arrastro a Sienna durante varios minutos por el bosque hasta quedar agotado.
-No te preocupes, mi abuela no nos va a seguir, seguro ya sacio su hambre- dijo ella.
El joven la miro con el terror en la cara, ella había cambiado, el iris de sus ojos ahora era de un rojo intenso y de su boca salían dos colmillos muy afilados.
-Apuesto que esta parte del cuento nunca la escuchaste ¿verdad?- escucho el joven sin poder moverse, de la chica lo mantenía contra un árbol mientras reventaba su pecho con una mordida.
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