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El eco de los sueños - por José Torma

Web: http://www.cuentoshistoriasyotraslocuras.wordpress.com

Anoche soñé. Fue terrible.

Desperté con escalofríos. Me quité la húmeda camisa. Ya no es blanca, tiene un color rojizo ladrillo. Al recogerla y examinarla noto unas líneas rectas que en color amarillo adornan la parte frontal. Son como un mapa a ningún lado.

El recuerdo permanece firme en mi mente; no me abandona.

«¿En realidad lo habré hecho?» Me pregunto.

Escucho el ruido de unos pies arrastrando el paso y el miedo se mete hondo en mis huesos. Vuelvo a tener cinco años en la vieja casona de la abuela María. Aguanto la respiración esperando el chirrido de mi puerta al ser empujada por “ese” bastón, pero no sucede.

Restriego mis ojos, intentando borrar el último vestigio del sueño que me hizo despertar de esta manera. Mi vista se aclara y observo el cuarto. Me pongo de pie y el sonido metálico retumba en mi cabeza. ¡Mi pie! Estoy encadenado a la cama.

«¿Qué demonios está pasando?»

Frente a mí está una mesa. Tiro de la cadena, pero la cama no se mueve. La jarra de agua sobre ella me reta, pero está fuera de mi alcance. Intento gritar, pero no salen sonidos de mi garganta.

Detrás de mí, una puerta se abre…

—El paciente está despierto. —Escucho una voz.

—Señor Martínez, sabe que no debe levantarse, al menos no solo. Se le abrió la herida. Tendremos que cambiar sus sábanas y reaplicar el vendaje.

Señalo mi garganta.

—Fue por la inhalación del humo, ¿no lo recuerda? Tiene que esperar a que sus cuerdas vocales se recuperen.

Se acerca a mí con una jeringuilla que inyecta en mi brazo…

Anoche soñé. Fue terrible.

Salté de la cama, seguro de que era mentira, no puedo ser culpable de su asesinato. Mis manos están llenas de sangre, volteé hacia la cama y ahí está. Mirándome con esos ojos que siempre me han hecho temblar. Se levanta y se acerca, levanta el bastón y lo pone sobre mi pecho. Sin poder evitarlo, me orino. Mis ojos lloran.

—Perdóname abuela, no quise hacerlo.

Me detengo sorprendido de escuchar mi voz. Llevo la mano a mi garganta.

Ella no dice una palabra, sigue avanzando. Cuando mi espalda está contra la pared, levanta el bordón y me golpea la cabeza. Una, dos, tres veces. Levanto los brazos para defenderme y solo logro que ahora me golpee en las costillas. Su mirada muestra una rabia enorme, como si quisiera fulminarme. Hay una furia y rasgos de locura que brillan mientras sigue golpeándome. Me tiro al piso y encojo el cuerpo, intentando minimizar el daño.

—¡Fue tu culpa, tú lo mataste! —grita mientras encaja otro golpe en mis costillas…

Anoche soñé. Fue terrible.

Abro los ojos. Apenas puedo distinguir las paredes, intento mover mis brazos, pero estoy amarrado. El olor a gasolina me marea. Escucho el sonido de un encendedor y por unos segundos el cuarto se ilumina. Frente a la cama está él. Percibo la presencia de mi abuela cuando su bastón suena al caer al suelo mientras intenta detenerlo. Él enciende un cigarrillo, le da una calada y lo arroja a mí cama. Las llamas me envuelven. Intento gritar mientras el fuego devora mí cuerpo. Su torcida sonrisa grabada en mi cerebro…

Anoche soñé. Fue terrible.

Me levanté temblando. Me miro en el espejo y rasco mi barba. Veo canas en ella. Escucho un ruido. Es una botella que se quiebra. Me calzo las pantuflas y salgo del cuarto. Un par de enfermeras en inmaculadas batas blancas levantan los vidrios. Reviso mis pies descalzos y evito pasar cerca.

Estoy en un hospital. Mi visión se pone borrosa, imágenes se vienen a mi mente. Escucho una voz que pregunta por mí. Por la puerta entra mi abuela, la veo y siento el impulso de correr, doy un paso y caigo al piso. Estoy en la cama, encadenado. Ella entra y con el bastón me señala. «Él lo mató» dice en voz alta.

Debo estar soñando…

Anoche soñé. Fue terrible.

María me ve. Observa mi pecho que sube y baja al compás de mi respiración.

—No debí gritarte, Nando. Tu papá ya confesó. No creo que lo volvamos a ver. Decías la verdad. Perdóname.

Cierra los ojos y se concentra en el pitido de las máquinas.

Imágenes de mi padre golpeándome con un madero, del fuego en el cuarto que me encerró, llegan a mi mente.

Estoy soñando dentro de mi sueño…

¡Estoy en coma!

Ojalá pueda algún día, despertar en mi realidad…

Anoche soñé, fue terrible…

Comentarios (2):

Carlos Tabada

19/12/2025 a las 14:31

Hola José. Me rindo, si hay algún hilo en el relato que hilvana los sueños yo no lo he averiguado. Pensaba que lo tenía: 5 años, encadenado, un incendio, una confesión, pero María y ese “señor Martinez” me lo tumban, a no ser… que el tipo lleve décadas en coma? En todo caso,la sucesión de sueños funciona, juntos y por separado, en la medida en que son inquietantes y oníricos. En mi caso me gusta que cada sueño sea, digamos, semánticamente diferente, aunque quisiera haber llegado a alguna conclusion, si es que la hay.
Felices fiestas!

Cristina Otadui

19/12/2025 a las 16:34

Hola José, voy con el comentario:

Voy a empezar por lo que yo entiendo: Un hombre llamado Nando experimenta una serie de sueños repetitivos y confusos donde no acaba de quedar claro que es realidad, recuerdo o imaginación.
A lo largo del relato el protagonista parece atrapado entre periodos cortos y alterados de consciencia y una serie de recuerdos ¿traumáticos?.
La frase recurrente “Anoche soñé. Fue terrible” refuerza la idea de bucle mental donde Nando parece estar atrapado sin poder escapar. Además compone una estructura fragmentada, marca el inicio de los periodos de lucidez y seguramente simboliza la imposibilidad de escapar.
El tiempo sobre el que circula el relato no es lineal: se mezcla la infancia, el adulto, el hospital, los recuerdos irrumpen de pronto, el pasado, el trauma se mezcla con el presente.
Los espacios en los que desarrollas la historia son varios: la casa de la abuela, el hospital, el cuarto en llamas…son muy simbólicos y refuerzan la idea de claustrofobia.
Los personajes son 4 también: Nando, la abuela, el padre y además el personal hospitalario.
Y todo ello genera en mi, como lector, confusión y dudas: si solo conozco lo que Nando me ofrece y Nando no sabe si su realidad lo es o no… ¿en que punto me deja esto?
Y aquí es donde me parece que a tu relato 750 palabras le resultan escasas.
Por otra parte el lenguaje que utilizas: de frases cortas, que aumentan la tensión; las repeticiones intencionadas, sensitivo, las preguntas retóricas que generan mas confusión, las imágenes violentas que ofreces, el simbolismo implícito (el fuego, la cadena) crean un cuento de ¿terror? psicológico que provoca una angustia progresiva donde al llegar al final de alguna forma consigues resignificar todo el relato sin que el escrito pierda coherencia.

No se… sigo pensando que 750 palabras para “todo esto” son pocas y que tu apuesta ha sido terriblemente arriesgada.
De cualquier forma mi enhorabuena porque el escrito, desde luego, encierra TALENTO

Gracias por escribir y compartir
¡¡Nos leemos!!

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