Literautas - Tu escuela de escritura

<< Volver a la lista de textos

El asesinato dorado - por elbosquelectorR.

El asesinato dorado
La anciana Hortensia es la protagonista de nuestra historia, por encontrarse "de cuerpo presente" mientras la trama avanza.

Situémonos. Sierra de Urbasa, noviembre de 2025. El rostro de Andrés se desencaja y un ruido ensordecedor sale de su garganta. Su bastón escarba en la nieve. Allí, semienterrada en la nieve, se encuentra Hortensia, su vecina coqueta. Sus ojos grisáceos han perdido el brillo, su cuerpo se encuentra completamente rígido.

Andrés se arrodilla, y acaricia su rostro. La piel de Hortensia está helada al tacto. ¿ Qué hacer? Llama al 112.

No, no puede ser. El hecho de que dejáramos la relación no la habrá llevado a…

Una sirena se escucha a lo lejos. Un coche de policía foral se acerca con velocidad al lugar del suceso. De él salen dos armarios empotrados con más músculos que ovejas tiene su rebaño.

—¿Andrés Artúnez?— asevera un foral.

—S…Sí, señor

—Ha encontrado usted un cuerpo…

— Hortensia Álvarez.

—¿ Conoce al fiambre?

—Conozco a la difunta—Comienzan a caerle peor estos forales. ¿Cómo podían tratar así a su amor? — Un poco de respeto, hombre.

—Bien, pues comience a contarnos cómo ha sido este hallazgo. ¿Qué hace usted en esta zona tan alejada de la civilización?

— Pues verá, es que yo trabajo de pastor, y todos los días saco a mis ovejas a pastar. En esta época resulta complicado, por la nieve y demás, ¿ Sabe usted?

— Al tema, caballero—. No es que los forales tuvieran muchas ganas de trabajar en esa mañana de sábado.

— Claro, perdón. El caso es que al caminar con bastón, me he topado con algo que me impedía seguir, pues no podía sacarlo de la nieve. Al removerlo para hacer fuerza, ha sido cuando he visto el rostro de Hortensia. El resto, se lo pueden imaginar. Todavía no me lo creo—, comentó Andrés sin poder evitar que un par de lágrimas rueden por sus mejillas.

— ¿ Era su amiga?

— Más que eso, en realidad. Hasta ayer, éramos pareja, aunque no vivíamos juntos. Yo sí que quería, pero ella era de la opinión de que la libertad es lo más importante, y pensaba que no iba a ser un hombre el que se la arrebatara.

— ¿ Y usted estaba de acuerdo con ella?

— ¡Por supuesto que no! — exclamó Ándrés con furia sin poder contenerse. — Un hombre necesita a una mujer que lo cuide, y una mujer a un hombre en el que apoyarse.

— Así que usted piensa que una mujer no sobrevive bien sola…— Los forales comenzaban a hacerse una composición de lugar.

— Yo… No me refería a…

— Creo que será mejor que nos acompañe al cuartelillo y acabemos allí esta conversación.

— En serio, no creerán que yo he podido… Yo la quería— los sollozos ya son continuos.

Mientras se dirigen hacia el coche, los gritos de un joven les llaman la atención.

— ¡Esperen, necesito su ayuda!

— Esto es de coña— dice el segundo foral, harto de las horas extras de esa semana.

— Por favor, mi abuela, no la encuentro por ningún lado.

— ¿Su abuela?

— Sí, señor, Hortensia Álvarez, vecina de esta zona. Había quedado con ella para ir a comer para celebrar mi cumpleaños. Cuando he llegado a casa, en fin, que no tengo ni pajolera idea de dónde puede estar; y eso me preocupa, ya que no se encuentra muy bien de la mollera. De hecho, hace poco le hice un mapa con mis propias manos dibujando los alrededores de su casa, porque empezaba a notar que a veces se sentía confusa y no sabía volver.

— Caballero, siento mucho comunicarle un suceso trágico. Acabamos de certificar que su abuela ha muerto.

— ¿Muerta?, ¿Pero qué ha pasado?

— Debemos investigar, pero en principio y tras un análisis preliminar del cuerpo, todo indica que no hay razones para pensar en el asesinato, sino a un fallo natural. Aun así, nos llevamos a la comisaría a Andrés para hacerle algunas preguntas.

— ¿Andrés?, ese pájaro seguro que estará encantado de que mi abuela haya muerto. Así tendrá vía libre para entrar en sus tierras para que sus ovejas pasten, que es lo que siempre ha querido.

— Gracias por la información— dijo el segundo foral, y los dos se alejan hasta el coche.

Allá, en medio de la nieve, queda Pedro, contento por dos razones. Primero, por haberse quitado de en medio a Andrés, vecino de lo más molesto, y segundo, por ser beneficiario de la herencia de su envenenada abuela Hortensia, tan forrada de millones como imposible en el trato.

Ccomentarios (1):

Karin Urdiales

19/12/2025 a las 23:57

Enhorabuena por el relato, Elbosquelector. Te comento algunas cosas que yo hubiera hecho tal vez de manera diferente:

¿Qué tal quitar el artículo en el título? Creo que le daría más fuerza.
En general me parece muy arriesgado mencionar el hecho de que el lector está ante un relato en el mismo relato, pero por algún motivo la primera línea y el “situémonos” me gustan bastante.
No sé por qué se te cuelan espacios entre los signos te interrogación y la primera letra de la pregunta; ocurre de manera recurrente. Igualmente hay espacios a ambos lados de los guiones largos en los diálogos que van y vienen y que podrías revisar.
Siento decirlo así, pero en general los personajes no me parecen creíbles. Tal vez tenga que ver con el hecho de que en solo 750 palabras es muy difícil darle chicha a los personajes, pero en cualquier caso me resulta muy raro que los policías digan “el fiambre”, y sobre todo me sorprenden las oscilaciones en las reacciones del protagonista antes los policías: me cuesta mucho creer que fuera a dar información tan privada a unos policías detestables de la manera en la que lo hace. También me resulta poco creíble la forma en la que los policías se hacen su composición de lugar. Me sorprende también que el asesino use las expresiones que usa al hablar con los policías (“mollera” y “pajolera”) y que dé la información que da de manera tan fresca.

Muchas gracias por compartir y ánimo con el siguiente relato.

Deja un comentario:

Tu dirección de correo no se publicará. Los campos obligatorios aparecen marcados *