<< Volver a la lista de textos
FERNANDA - por Carmen GonzálezR.
Cuando iniciamos el viaje en autocar de Barcelona a Turín, jamás imaginé que, en todos mis años de guía turístico, me iba a encontrar con alguien como Fernanda.
Era una mujer de unos setenta años, de poca estatura, pelo corto, rojizo chillón, gafas de pasta a conjunto con el color de su pelo, vestía pantalones blancos, una chaqueta de leopardo y unas deportivas doradas con la suela de plataforma. Su voz aguda se te clavaba en las entrañas cada vez que abría la boca para quejarse de algo. Llevaba un perfume envolvente, entre rancio y floral.
Salimos a las siete. Nada más iniciar el viaje, Fernanda le dio un toque de atención al conductor, un viejo conocido por los viajeros.
─Manuel, a ver si esta vez conduces más despacio, que la última vez me mareé como una sopa.
Manuel no dijo nada.
En las siguientes dos horas de viaje, los viajeros estaban un poco más despiertos y animados. Avelino contaba chistes, como siempre. Juana y Sebastián compartían anécdotas de los lugares que habían visitado.
Fernanda, bueno, Fernanda era la voz discordante.
─Que pesados son. Uno siempre explicando unos chistes malísimos. Y, esos dos no hacen más que decir sandeces, como si los demás no hubiéramos ido de viaje como ellos. ─Lo decía en voz alta, con esa vocecilla irritante, para que todos la oyeran.
Me levanté despacio para no perder el equilibrio, el traqueteo del autocar hacía que me tambaleara. Cogí el micrófono para dirigirme a los pasajeros. Era la primera vez que coincidía con ellos.
─Buenos días, jóvenes. Mi nombre es Pedro y les voy a acompañar en esta aventura los próximos ocho días por el norte de Italia. Como ya llevamos un par de horas de trayecto, haremos una parada en una estación de servicio por si alguien quiere ir al baño…
No había terminado de hablar, cuando la voz punzante de Fernanda dijo:
─Ya era hora, pensaba que no íbamos a desayunar.
─Disculpe, señora. Solo pararemos media hora. Hay que apresurarse. El viaje es muy largo y…
─¿Cómo que media hora? Tú te piensas que yo desayuno en tan poco tiempo ─me respondió, señalándome con el dedo índice.
─Tranquila, Fernanda. No empecemos a liarla. ─Se atrevió a replicar Juana.
─Tú te callas. No te metas donde no te llaman. ─dijo sin mirarla.
─Mujer, que tan solo llevamos dos horas de viaje, tengamos el día en paz. ─dijo Sebastián, intentando mediar.
─A mí nadie me dice lo que tengo que hacer, ¿Vale? ─Fernanda cogió el bolso, quiso bajar a toda prisa del autocar, pero se le cayó el mapa de Turín debajo del asiento de Avelino, que permanecía de pie sin hacer el gesto de agacharse para recogerlo. La miró fijamente y le dijo:
─Eres una abuela amargada. Nadie te soporta. A ver si algún día dejas de tocar las narices y no vienes más.
Avelino bajó del autocar dejando a Fernanda con la palabra en la boca.
Habían pasado tres cuartos de hora. Manuel se disponía a proseguir con el viaje. Yo supervisaba si todos los pasajeros habían subido al autocar. Pero faltaba uno.
─¿Alguien sabe quién falta? ─pregunté.
Todos se miraban, Avelino levantó la mano y dijo:
─Creo que es la cansina de Fernanda, seguro que aún está desayunando. Pero por mi podemos irnos sin ella. Total, nos haría un favor a todos si se queda. ─Todos se rieron, algunos incluso aplaudieron las palabras de Avelino.
─No seas malo, hombre. ─respondí aguantándome la risa.
Bajé del autocar, me dirigí al área de servicio. Miré en la zona del comedor. Nada. Allí no estaba. Fui hasta los aseos. De repente, una mujer salió del baño gritando:
─¡Dios mío, ayuda! Hay una persona en el suelo con una herida muy fea en la cabeza. Sangra mucho.
Había pasado una hora, el área de servicio estaba acordonada y atestada de policías, ambulancias…
Me acerqué a uno de los agentes para cerciorarme de si la persona que habían hallado en el baño era Fernanda, que seguía sin aparecer. El agente me dijo con voz calmada:
─Me temo que no puedo darle muchos detalles, pero por la descripción detalla que nos ha dado y por la documentación que la mujer llevaba consigo, puedo confirmarle que sí, se trata de la misma señora que usted está buscando. Además, siento comunicarle que deben suspender su viaje. Hemos abierto una investigación por asesinato y todos ustedes están bajo sospecha. Nadie puede salir de aquí hasta que les hayamos interrogado.
Comentarios (2):
warriorV
18/12/2025 a las 22:26
Jo¡ Carmen. Tan bien que había comenzado el viaje…. En fin, hay días que uno no está para nada. salu2
Pd.- por cierto ¿no será que por desfallecimiento se ha desmayado y golpeado en la cabeza? que a veces la policia es muy negligente y se equivoca.
Karin Urdiales
19/12/2025 a las 23:55
Hola, Carmen. Enhorabuena por el relato. Te dejo aquí algunas notas.
Creo que: en la primera línea hay dos marcadores temporales que no conviven bien entre sí y habría que elegir entre uno y otro; la coma en “corto, rojizo” sobra; mejor “un viejo conocido DE los viajeros”; cuando dices que los pasajeros estaban un poco más despiertos no sabemos con qué momento lo estás comparando; falta la tilde en “qué pesados son”; sería bueno revisar las convenciones de puntuación en los diálogos; es un poco extraño referirse a los pasajeros por su nombre como si el narrador o narradora los conociera ya cuando nos dice que es la primera vez que viaja con ellos; es un poco extraño que llame “jóvenes” a los pasajeros, porque parece que son jubilados; mejor “Fernanda dijo con voz punzante” que “la voz punzante de Fernanda dijo”, pues es Fernanda la que habla y no su voz; faltan los signos de interrogación en “tú te piensas…”; es muy extraño que alguien le diga “tú te callas” a alguien sin mirar a la persona; mejor “comprobaba” que “supervisaba”; falta la tilde en “por mí bien”; mejor “media hora después” que “había pasado media hora”, que según está resulta confuso; hay una errata y es “detallada” en lugar de “detalla”; y tal vez fuera mejor “hasta que NO LOS hayamos interrogado”, aunque sobre este último punto no tengo toda la certeza que quisiera.
Muchas gracias por compartir y ánimo con el siguiente relato.