Literautas - Tu escuela de escritura

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Ecos del pasado - por WiccanR.

—Muy bien amigos, aquí llegamos a la última parada de nuestro recorrido.

El grupo se detuvo frente a la fachada de una casa de aspecto señorial. No era numeroso, lo formaban un matrimonio de mediana edad con su hija, una joven pareja, dos amigos treintañeros y una mujer de unos setenta años. El guía disfrazado de tabernero bajó la voz, cómplice, delante de la puerta de madera:
—Así es, queridos visitantes. Aquí sucedió ante la atónita mirada de sus familiares que nada sabían. Pedro de Medina y Juan Gallego, los amigos, los amantes de la señorita Cecilia de Velasco. —Hizo una pausa dramática—. Aunque al parecer pesaba más la hacienda de los Medina que el amor, ¿o no? —continuó guiñándoles un ojo—. ¿Pero que oyen mis oídos?¿Será posible que tengamos visita de tan ilustres personajes?

La puerta se abrió y surgió un hombre ataviado con pantalón y camisa holgados, calzas, sombrero y capa. En su cinturón colgaban una espada y una daga. Puso una expresión desconcertada al ver a la inesperada audiencia y exclamó:

— Pardiez, ¿a qué se debe este séquito que te acompaña, mi adorada Cecilia? —Mientras hablaba se fue acercando a la pareja joven y le solicitó la mano a ella para besársela teatralmente, ante el enojo contenido de su acompañante.
—Don Pedro, no contábamos con que os encontraseis aquí. —El tabernero se adelantó—. No quisiéramos importunarle, evidentemente se está confundiendo de amada.
—¿Cómo os atrevéis a dudar de mi juicio y entendimiento? —gritó iracundo—. No me haréis dudar de lo que mis ojos ven. Había quedado con Cecilia pero ¿porqué vendrían todos? Ahí está mi amada con el que se decía mi amigo, el rastrero Juan. A su lado se encuentran sus padres y su hermana pequeña, y su abuela completa la familia. Hasta han venido los dos hermanos de Juan.

A medida que los nombraba, el personaje fue señalando a todos los integrantes del grupo que sonreían al verse incluidos en la representación, salvo para el identificado como Juan que parecía no verle la gracia. El tal Pedro miró a la joven:

—Cecilia, ¿que hacen aquí?¿No íbamos a fugarnos con el fruto de nuestro amor que crece en vuestras entrañas? —Fue mirando a todos—. Sí, ya lo he dicho, la boda de mañana con este rufián no puede celebrarse, nosotros nos amamos.
—Eso se rumoreaba —intervino el tabernero—, pero también que aún así la dama eligió por amor, y que don Juan puede darle lo que vosotros no.
—Tengo riquezas a buen recaudo, si es lo que teméis.
—Sin duda habláis del mapa de los bienes de los Medina. —El tabernero bufó divertido—. ¿Acaso sois pirata para ese cuento?
—No es cuento y Cecilia lo sabe. Besadme, mi amor.

El actor hizo ademán de acercar la cara a la de la mujer y su novio reaccionó empujándolo y tirándolo al suelo. Los asistentes lo miraron asustados.

—¡¿Te has vuelto loco?! —gritó el hombre de mediana edad.
—Por favor, calmaos buen hombre.

El ruego del tabernero cesó al ver al actor levantarse de un salto y coger hábilmente la daga de su cinto que apuntó al novio.

—¡Shhh¡ No habléis. Esto es lo vivido antaño, una calle vacía, una noche cerrada, y una doble traición presenciada por dos familias. —La novia del muchacho lanzó un gritito, y los dos amigos hicieron ademán de moverse—. ¡NO! Que nadie se mueva o hable. —El arma presionó el cuello del muchacho—. No será Pedro de Medina quien muera hoy sino Juan Gallego.

Todo se descontroló. Con un ágil movimiento el novio agarró el brazo de su atacante y se abalanzó hacia adelante cayendo sobre él. Cuando los asistentes pudieron comprender lo que acababa de suceder, de la herida en el pecho de “Pedro” brotaba un líquido rojo y sus ojos estaban abiertos.

—¿Pero que has hecho? —gritó uno de los amigos.
—Lo que tenía que hacerse —dijo la novia acercándose al cuerpo—. Lo necesario para conseguir esto. —Se agachó y sacó un papel de uno de los bolsillos—. Este mapa nos dará riquezas. —Se levantó, cogió la mano del novio y miraron al resto—. Y con mi amado Juan forjaremos la leyenda de esta ciudad. El precio: un simple asesinato.

El supuesto cadáver se levantó frente a los desconcertados y angustiados espectadores. El tabernero se unió a el:

—Así lo cuenta la historia y, como ustedes ahora, así lo vivieron sus protagonistas.

Ccomentarios (1):

Guillermo Cédola

19/12/2025 a las 17:19

Es un relato dinámico y muy original, con un excelente manejo del concepto del “teatro dentro del teatro”. Logras que el lector comparta la confusión de los turistas, creando una tensión real que se resuelve de forma ingeniosa. La transición entre la supuesta tragedia real y el cierre del espectáculo está muy bien coreografiada, manteniendo el interés hasta la última línea.
Pero están los detalles que hay veces opacan un poco la lectura, me atrevo a comentarlo porque escribís con un estilo especial, sólo intento sumar
La puntuación en diálogos y exclamaciones: Hay varios errores de puntuación en las preguntas y exclamaciones. Por ejemplo: “¿Pero que oyen mis oídos?¿Será posible…?” o “¿que hacen aquí?¿No íbamos…?”. Debe haber un espacio después del primer signo de cierre y antes del siguiente de apertura. Además, ese “que” debe llevar tilde por ser interrogativo (qué).
Las tildes en pronombres y conjunciones:
“¿porqué vendrían todos?”: Cuando es pregunta, se escribe separado y con tilde: “¿por qué…?”.
“El supuesto cadáver se levantó frente a los desconcertados y angustiados espectadores. El tabernero se unió a el”: Ese “el” final debe llevar tilde (él) porque es un pronombre personal.
Hay algo en la consistencia de personajes, por ejemplo al principio mencionas que el grupo lo forman: un matrimonio con su hija, una joven pareja, dos amigos y una mujer mayor. Sin embargo, el actor identifica a los dos amigos como “los dos hermanos de Juan”. Aunque es parte de la actuación, la descripción inicial de los personajes es un poco rápida y puede hacer que el lector tenga que volver atrás para “reubicar” a cada turista en el rol que el actor les asigna.
Nos seguimos leyendo, si querés yo estoy en la lista con el número uno

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