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LA MEDIA LUNA - por IGNACIO ZrgzR.

El joven impertinente no dejaba de hacer comentarios con su novia, una chica de ojos grandes como platos. El hombre de la silla de ruedas miraba al suelo insistentemente, como si no hubiera nada que ver. Empujaba la silla una chica muy joven y desganada que no se quitó los auriculares del móvil en toda la visita. Los tres matrimonios de turistas no paraban de hacer fotos, más preocupados por capturar la realidad que por disfrutarla. Era el segundo turno de la tarde y Magda pensaba que debía ser la luna llena, que estos grupos tan antipáticos se debían formar por un fenómeno producido más allá de lo razonable.
En realidad, el atractivo del palacio residía en sus miserias. Más que la arquitectura neoclásica o las muestras de pintura romántica, lo que atraía a los visitantes era la curiosidad morbosa por los acontecimientos que ocurrieron veinte años atrás y que habían dado la vuelta al mundo en las revistas del corazón y las páginas de sucesos.
—Ahora subiremos a la sala de los mapas, en el segundo piso. Son cuarenta y cuatro escalones, pero si alguien lo necesita, hay ascensor.
Magda comprobó que no se le despistaba nadie, mientras abría el ascensor para el hombre de la silla de ruedas y su acompañante.
—¿Fue ahí donde sucedió? —Preguntó uno de los turistas.
Un falso pudor impedía a los visitantes pronunciar las frases completas, y recurrían a las elipsis. Magda frunció el entrecejo y contestó empleando todas las letras.
—El crimen del palacio de la media luna se cometió en la sala de los mapas, efectivamente, está usted bien informado.
La guía esperó a que se incorporaran los que habían subido en ascensor y dirigió las miradas del grupo hacia un gran cuadro, colgado en la pared principal, en el que posaba una señora de la alta sociedad. En el más depurado estilo romántico, la condesa doña Victoria Alejandra mostraba un rostro sereno y bien modelado; toda una tarjeta de presentación de la familia.
—Tienen ante ustedes a la abuela de los dos protagonistas de la historia. Observen el anillo de su dedo con el escudo de la media luna.
—¿Eran primos?
—Sí, la víctima y el asesino eran primos hermanos —contestó Magda sin poder disimular el fastidio.
—¿Se llegó a determinar el móvil del crimen?
—Es difícil opinar sobre la causa de un crimen entre familiares —respondió Magda refugiando su mirada en el señor de la silla de ruedas, que era el único que no preguntaba nada.
—¿Quién heredó el título?
—¿A cuántos años de cárcel condenaron al asesino?
Las preguntas se apelotonaron y la guía tuvo que poner orden. Por desgracia, estaba acostumbrada.
Al finalizar el turno Magda, con el cansancio dibujado en la cara, se dirigió a la oficina para hablar con la encargada.
—Quiero cambiar de trabajo una temporada. Mira a ver si me puedes enviar al museo o al circuito de iglesias.
—¿Qué pasa? El palacio es un buen sitio —preguntó la encargada.
—Estoy aburrida de que todo el mundo se interese por el asesinato y que les importe un pimiento todo lo que explico.
—Te entiendo, es un tostón —la encargada puso cara de misterio —vamos a tener una temporada con el morbo intensificado. El martes se publicó que el asesino ha salido de la cárcel.
—¿A los veinte años?
—Buena conducta y esas cosas. Pero dicen que está muy mayor, como ido. Va en silla de ruedas sin enterarse de nada y lo tiene que llevar una chica a todas partes.
Magda soltó un grito, mientras un sudor frío le recorría la espalda.

Ccomentarios (1):

Codrum

19/12/2025 a las 12:29

Hola, Ignacio:

Gracias por compartir tu texto. Creo que has tenido un giro final muy bueno, aunque la pista, a mi entender, la das un poco antes, cuando dices que el de la silla de ruedas no preguntaba. Pero eso ayuda a que las pistas estén en el relato.

Decirte que me ha gustado. Nos has guiado por la historia con fluidez. Los diálogos surgen de forma natural y tienes facilidad para describir sin agobiar.

El hartazgo de la guía se vislumbra durante todo el texto.
El lenguaje y la forma me han parecido muy adecuados para la escena que planteas.
Ahora falta por saber: qué motivos tenía y por qué va en silla de ruedas.

¡Buen trabajo! Gracias por compartir este texto.

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