Literautas - Tu escuela de escritura

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¡QUÉ CASUALIDAD! - por juanjohigadilloR.

—Bueno, la visita guiada ha sido interesante, ¿no te parece…? Por cierto, me llamo Ginés, Gines Cifuentes, de la delegación de Aranda ¿Y tú…?
—¡Qué casualidad! Mi padre es de allí. Yo soy Adela Beltrán, de la delegación de Zamora. Y sí, la verdad es que la visita ha sido genial; el guía lo ha hecho muy interesante. Ya era hora de que la empresa nos obsequiase con algo diferente, no el típico bolígrafo serigrafiado, o un llavero de mierda.
—Ya te digo. ¿Qué es lo que más te ha gustado?
—No sabría decirte, pero posiblemente lo del asesinato y las desapariciones en el callejón. ¡Qué miedo! La abuela del grupo casi se caga allí mismo…
—Bueno, casi me cago hasta yo. ¡Y cómo lo describía todo! Incluso a la autora del crimen. Yo te miraba y parecía que estaba viendo a la asesina en persona.
—Hombre, gracias por lo que me toca, majete. Mira que compararme con una criminal…
—Tranquila, no quería ofenderte. Pero es que según lo describía no he podido evitar la comparación. Física, sólo física.
—Pues sí que lo estás arreglando…
—No, en serio. La verdad es que lo contaba tan bien que en seguida visualizabas todo lo que decía: el callejón en aquella época, los ropajes, el tribunal de la Inquisición, el mapa embrujado en el que el callejón aparecía y desaparecía… En fin, que el chaval se ganó bien ganada la propina que le dimos.
—En eso tengo que darte la razón. Oye, ¿tú crees que de verdad siguen matando gente en ese callejón y que luego desaparecen?
—¡Qué casualidad! Yo iba a preguntarte lo mismo.
—Sí, pero he preguntado yo primero. ¿Tú qué crees?
—Pues no lo sé, pero me resulta difícil de creer que sigan desapareciendo hombres sólo por ser solteros, de fuera de la ciudad y entrar después de medianoche.
—Pues haz la prueba.
—No te creas que no me quedo con las ganas. Igual hasta lo intento esta noche y todo.
—¿No te apetece quedarte en el hotel, con el resto del grupo?
—Que va, que va. Vaya grupo de siesos que nos ha tocado. Esta noche me voy al callejón. Por estas…
—Eso me gustaría verlo, a ver si de verdad eres tan valiente.
—¿De verdad te gustaría comprobarlo…?
—¿Y por qué no? Eres tú quien ha sacado el tema.
—Lo que pasa es que aún es demasiado pronto. Faltan un par de horas para la medianoche. ¿Nos vemos luego?
—No, no. Déjate de luego, que luego no apareces, fanfarrón. Llévame a cenar y así hacemos tiempo. Conozco un par de buenos restaurantes cerca de aquí.
—¿Pero tú no eras de Zamora?
—Trabajo en la delegación de Zamora, pero soy de aquí de toda la vida. Yo, mi madre y la madre de mi madre. Llevo en las venas esta ciudad, su historia y sus leyendas.
—Pues venga, vamos donde tú digas
—Vale, pero pagas tú…
—De acuerdo, yo invito. Venga, vamos.

*******

—¿Bueno, Ginés, te ha gustado el sitio?
—Genial, ha estado genial. Y la comida ha sido la hostia. Ahora me da pena que el contenido de mis tripas acabe desparramado por el suelo del callejón.
—No te estarás rajando, ¿no?
—Qué va. Sólo bromeaba. ¿Vamos hacia el callejón?
—Vamos. Pero yo no pienso entrar a comprobar si la leyenda es cierta o no. Yo te espero fuera.
—¡Qué casualidad! Iba a proponerte lo mismo, que no entraras.
—Pues sí, una auténtica casualidad, pero no vas a tener que proponerme nada; ya me quedo yo fuera por propia voluntad.
—Bueno, ya estamos. ¿De verdad no te animas a entrar conmigo? Según la leyenda sólo corremos peligros los solteros forasteros.
—Sí, sí, lo que tú digas, pero yo me quedo aquí.
—Bueno, no creo que tengas que esperar mucho.
—Quién sabe. ¿Y si desapareces…?
—¡Qué coño voy a desaparecer! Aunque la verdad —dijo mirando al callejón—, sí que da un poco de miedo. Bueno, voy para allá.
Adela le vio encaminarse al callejón, y sonrió al recordar la frase que él le dijo después de la visita guiada, cuando la comentó “que estaba viendo a la asesina en persona”.
«No sabes cuánta razón tienes, amigo» pensó.
Volvió a mirar y vio cómo Ginés desaparecía engullido por la oscuridad del callejón.
Abrió el bolso para comprobar si tenía lo que necesitaba, se levantó y, despacio, muy despacio, echó a andar tras él…

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