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Noctámbulos - por Merire Dhyrkm

El autor/a de este texto es menor de edad

Desprende sensualidad a cada paso. Acaparando todas las miradas los hombres dejan su juerga y la contemplan, mujer mas hermosa jamás había pisado aquel bar sin embargo llego demasiado temprano y sin su compañía.
Las horas pasan -como siempre en compañía del alcohol- como sombras, veloces, ella aun permanece a un lado de la barra con su bebida y sin su compañía.
La noche llega mas rápido de lo esperado, las personas se han marchado, solo quedamos ella y yo, dispuesto acercarme sorbo al whisky de la mesa y me pongo de pie, lentamente me acerco hasta ella pero cuando estoy a punto de hablarle alguien entra, ella sonríe, es el.
Paso de largo hacia los baños. Están hablando afuera, lo se bien, planean un asesinato y solo el bar tender es testigo de aquella conversación. Tras unos minutos salgo, paso a lado de ellos.
“…esta noche…” es lo único que logro escuchar.
Vuelvo a mi lugar, pido unos tragos mas mientras los observo. Siguen con su conversación ahora en susurros hasta que de un momento para otro salen de local.
La brisa de la noche sopla aun mas fría, la oscuridad ha reinado, las personas se han marchado a soñar, las calles totalmente desoladas permanecen intactas siendo la única compañía que existe. Es difícil averiguar por donde han ido pero el sonido de aquellos tacones son totalmente identificables, imposible no seguirlos.
Llegan hasta la casa de su victima, ella abre la puerta al parecer los conoce. Entran inocentes dispuestos a no serlo más. Prefiero esperar afuera, hasta ahora no han hecho nada fuera de la ley pero cuando la rompan estaré presente.
No tarda mucho en suceder, el sordo sonido de un disparo invado la calle sin mas preámbulos es hora de actuar. Busco entro las estancias del hogar un solo indicio del que fue de aquellos, llego hasta la sala, el vestido rojo de la mujer reposa sobre un mueble no se nota en el las manchas de sangre quizás por ello lo llevo.
La primer planta esta vacía, no hay nada mas en el que el vestido. Voces retumban sobre las paredes del piso contiguo, están arriba.
Mentira, no hay nadie, solo el cadáver de la victima. Ni siquiera el arma asesina, un momento, si que lo esta y también aquellos.
Lo siento tras de mi, justo en mi nuca, el frio imprescindible de un arma.
“Es el mismo del bar” escucho por primera vez su voz, un estruendo y nada mas.

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