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Café Irlandes - por Gonzalo A Torres O

Café Irlandés
Hace días que estaba por venir al café phillies me acomoda, me llamo la atención esa pareja que está en la barra lugar que ocupo habitualmente, así que busque otro lugar, parece que el valor del café a la mujer no le pareció y después de un momento se marcharon.
En ese instante el hombre calvo dejo su puesto tras el mostrador y se encamino a la puerta me le quede viendo se notaba algo nervioso siguió con la vista a ambos clientes y yo seguí disfrutando del café irlandés que también prepara.
El hombre calvo seguía en la puerta principal del café y de un momento otro dio un giro en sus tacos y camino donde estaba me dijo si había visto pasar a un hombre chino de gafas le dije que no allí lo note aún más nervioso y le dije que me prepara otro café.
Soy uno de sus clientes más fieles pero nunca antes lo había visto tan preocupado, se fue tras el mostrador y preparo el café irlandés con crema y le pregunte de inmediato porque temblaba.
Mire no sé si estará bien decirle pero según me ha dicho usted es policía en ese momento le rectifique detective, detective privado, su mirada parecía salirse de sus diminutas gafas y me dijo debo hacerle una confesión, no aguanto más con todo esto.
Como usted sabe, la guerra termino hace ya algunos años. Yo llegue a esta ciudad en agosto después de terminada. En el año 41 estuve trabajando en un proyecto para descifrar mensajes en clave en el ejército aliado, en uno de esos horribles días llego esto a mi máquina, el hombre se notaba algo tranquilo pero posiblemente era mi percepción, me paso un amarillento papel que en su pie de página tenía el signo del ejercito aliados, fechado el día 7 de diciembre 1941 en esa fecha había ocurrido el ataque a Pearl Harbor, la nota continuaba más abajo con un poema.
Allí estaba el viento jugando con los girasoles
Con la espesura de sus elementos
Que cambian como un comenta vivo
Que se mueve por el cielo de azul guirnalda
Así va la tarde y ese cura moribundo
Juega sobre un promontorio de desdichas…

En el texto se podía ver más, que la belleza de sus versos, el calvo hombre me quedo mirando, esta vez lo note aún más nervioso, me dijo que lo andaban buscando y si no entregaba este mensaje lo matarían, toda la situación para mí no tenía pies ni cabezas, y pensé que el calvo estaba medio loco, le dije que terminara de prepararme el café que me iría, me insistió y me dijo que debía llevar este papel a Italia. Mayor fue mi sorpresa cuando puso sobre el mesón varios billetes como mazos de cartas con elástico, debe ir dijo su voz pareció más insistente, y dejo ese tono aguardentoso, y nervioso, que uso para hablarme después que se fueron esos clientes.
Pero porque le dije, en ese momento salió de detrás del mostrador con una carpeta, lo he descifrado dijo, debe entregarlo en la santa sede, pueden pasar cosas malas.
Regrese a mi oficina en la calle courve dos calles más arriba del café con la carpeta y el dinero el nerviosismo en mi era bastante después de ver las suplicas del hombre, en el interior de la carpeta encontré una especie de codificación en idioma navajo, el calvo me había explicado que ellos así pudieron desbaratar los mensajes del ejército nazi y conocer sus maniobras.
Mi nerviosismo no me dejaba pensar, el calvo no me había dicho nada del contenido del mensaje, como tampoco a quien debía entregarlo en la santa sede.
Encendí la radio, la música Benny Goodman relajaría la situación incómoda que había vivido y aprovecharía de contar el dinero que me había entregado.
La música se detuvo y dio paso a un extra de noticias, un artefacto explosivo había destruido el antiguo café phillies en la avenida principal, en el barrio más populoso de Quebec, se presume fue un atentado terrorista.
En ese preciso momento no supe que decir…

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