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Sin vuelta atrás - por Aime Sánchez

Ahora lo sé, me equivoqué. Pensé que encontraría la tierra prometida, pero nada más lejos de la realidad. Esta soledad me está ahogando. Si este es el precio que tengo que pagar por mi decisión, no lo quiero. Pero ya es tarde.
Sólo han pasado tres años desde que mi jefe entró en mi despacho y me propuso el ascenso. Yo no me lo pensé. Era la oportunidad que llevaba esperando toda mi vida, y por supuesto que tenía que aceptarlo. Así lo hice, sin contar con nadie, sin pensarlo y sin sopesar lo que iba a dejar atrás.
Llegué a casa y antes de decirle nada a mi novia, ya estaba preparando mi maleta. ¿Qué eran cuatro mil kilómetros? ¿Acaso nuestra relación no podría superar la distancia? Por supuesto que sí. Claro que yo daba por hecho que ella aceptaría mi decisión, pero no fue así. Según empecé a explicarle la situación cogió su maleta y empezó a meter sus cosas, pero no para venir conmigo, sino para abandonarme. Así se ponía punto y final a varios años de convivencia. La verdad es que ahora no tengo muy claro quién abandonó a quién, pero lo que sí que tengo claro es que me merecía lo que vendría después.
Tomé el avión y llegué a mi destino, a mi nueva vida. Si ella no lo entendía, yo seguiría con mis planes. Y así lo hice. Empecé a familiarizarme con lo que iba a ser mi nuevo trabajo y mi nueva ciudad, pero esto no era lo que me habían contado. Suponía que iba a trabajar dentro de la legalidad, no haciendo de intermediario en dudosos negocios con gente de dudosa reputación.
Aún así, continué con lo que se me había encomendado, y de la noche a la mañana vi como mis ingresos crecían a la vez que crecía mi nivel de vida y mi soledad. Salía todas las noches, y casi siempre regresaba acompañado a mi apartamento, pero al despertar, la melancolía se apoderaba de mí.
A medida que aprendía los entresijos del negocio, me daba cuenta de que yo no necesitaba de nadie. Esto podía hacerlo yo solo, sin tener que rendir cuentas y llevándome la tarta entera. Y así lo hice. Ya tenía los contactos, y sabía perfectamente por dónde moverme.
Unos meses después, mi nombre empezaba a sonar entre los ambientes más corruptos de la ciudad, pero no me sentía feliz. La echaba de menos, y decidí llamarla para contarle como me estaba yendo, pero no pude localizarla. Tardé un par de días en decidir qué hacer, y pensé en llamar a su familia para sacar información. Pero ella no me había esperado, se había casado y llevaba una vida totalmente normal y distinta a la mía.
Continué con mi vida y mis negocios, hasta que empecé a recibir amenazas de la competencia. Al principio no le di ninguna importancia, pensé que eran gajes del oficio, pero esto tomó tal magnitud que empecé a caminar siempre mirando hacia atrás. Contraté unos matones que me acompañaban a todos lados, pero siempre a costa de mi libertad.
Cuánto añoraba poder pasear por las calles de mi ciudad, sin preocuparme de nada, sin tener miedo, sin tener que vigilar continuamente a mis espaldas, ser un elemento más del paisaje en el que nadie se fija, en el que nadie repara. Pero esto es lo que yo elegí, y esto es lo que tengo. Nadie me explicó que cuando uno toma ciertas decisiones o, mejor dicho, ciertos caminos, muchas veces no hay regreso. Son sólo carreteras de ida que te llevaran a un destino o que te dejarán en la cuneta, pero que en ninguna caso te traerán de regreso a tu pasado.

Pero hoy todo va a terminar. Me cansé de huir, me cansé de vivir sin sentir, me cansé de mi soledad y me cansé del miedo.
Ahora estoy aquí, en este tranquilo bar. Tomaré unas copas mientras observo a la pareja de enfrente. He venido solo, sin amigos, y sin nadie que me proteja. Así lo he decidido y sé que cuando salga por esa puerta emprenderé otro camino del que nadie podrá salvarme. Pero al fin descansaré. Los que algún día creí mis amigos me aguardan a la salida, y sé perfectamente lo que esconden bajo el abrigo. Cuando salga de aquí lo haré con los pies por delante, y emprenderé un nuevo viaje, esta vez sin vuelta.

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1 comentario

  1. 1. lunaclara dice:

    Guau… Me ha gustado mucho. Lo que mas, lo de los 4000 kms!! Que risa, jajaja!!! Engancha desde el principio. Y me hubiera gustado que no acabara como das a entender, y saber mas de sus peripecias en ese mundo de soledades y tan grandes peligros.

    Escrito el 29 abril 2013 a las 15:54

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