Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

Noctámbulos - por Alfonsina Olvido

Recuerdo la noche que nos miramos, tu, un personaje bohemio y aventurero, un figurín de antología: pulcra apariencia, moda contradictoria, larga y ondulante melena cayendo por tu mejilla contrastando con refulgente zarcillo del lóbulo izquierdo, y, por otra, los recién siempre lustrados bostonianos rigurosos; en aquel cafetín de paso, con tus cómplices y camaradas en donde se citaban para remendar los despojos mundanos en elaborados planes ineficaces. Compañeros de tertulias; zombis, seres nocturnos, con obscuras entrañas dominadas por instintos primarios, y yo, en donde la casualidad, y las circunstancias me llevaron al lugar fatal, donde el destino fijó la cita para el comienzo de una historia compartida.

Mirada fortuita, augurando el edén prometido, cual ridícula quimera; atrapada, presa, en aparente descuido y por necesidad al peso de tu vista estrujándome, en mis escapadas minuciosamente planeadas para que encajaran en realidad azarosa, me presentaba en actitud de urgente necesidad con libros y cuadernos en donde garabateaba figuras imprecisas, con el seño fruncido en señal de preocupante pensamiento: con calma y para dar la ocasión. Tú, tomando lo que mi sonrisa y lenguaje corporal te otorgaba sin esfuerzo; me sumergí en esta vorágine sin pensar que en el ocaso, sin la claridad de la luz solar la vida de los trasnochadores es diferente. La noche abraza y aconseja en susurros los festines despreocupados y laxos, orgásmicos instantes prolongados por el silencio fuera de la ventana cuya cortinas envolventes de conspiraciones y tentaciones tenebrosas; sin la mirada quisquillosa de los moralistas y observadores de buenas costumbres, miradas agigantadas de escrutadores que sin ellos los noctámbulos miopes y embellecidos por el reflector de neones y siluetas lunares reflejadas en el rostro, muestran la apariencia brillante de hielo y las estrellas. Nos mostramos engalanados con velas, bouquet y música suave, armonizamos así, los espíritus deseosos en multiplicar placeres; así lo decidimos y así no resultó, tuvimos que cambiar de escenarios, nos arrastramos empujados a otras representaciones diurnas, ruidosas y festivas, nos desfiguramos y desteñimos bajo la luz abrasiva y consumadora solar, los sobresaltos y las obligaciones nos acorralaron; secuestrados y amordazados por las avalanchas de obligaciones terminaron por romper la bruma y el sopor que se vive sin prisas en esta brisa suave y fresca representada por la voz de mujer seductora, sensual y adictiva: la noche. Noctámbulos olvidados, emborrachados con mutuos reproches vedados y brumas solares que nublen el libre despliegue de creatividad bajo los influjos de Selene, noctámbulos acondicionados a vivir fuera del habitad natural en que fueron creados y recreados en si mismos con el parapeto de la complicidad sin sustento que ampara y fortalece. Amorfos, mutilados y deformes seres nocturnos anclados en amaneceres segadores, demonios enjaulados con destilación de amarguras y venenos caducos y corrosivos. Sin antídoto y sin purgantes mas que la propio inmolación, para resurgir de las cenizas, reconstrucción manual y obligada para continuar en trozos por esencia conjugados en un ser compuesto de bestia humana. Tu en ti mismo y yo en mi misma con caminos antagónicos en accidente macabro.

¿En que nos hemos convertido?, en sueños de nuestros sueños con convergencias distales, sueños decrépitos en seniles abismos recreados en la marea de sinapsis neurales de pluviales diluvios energéticos por osmosis compartidas. Sumergidos en albercas nauseabundas que nos sumergen con el peso de los pesares acumulados por las generaciones sin voluntad ni libre albedrió auténtico, híbridos de humanoides acondicionados a pastar, rumiar y digerir sin cuestionar. Arrancar de golpe ataduras umbilicales, alargar los cordones de plata que nos aterrizan dentro de parámetros y estereotipos culturales añejamente labrados a fuerza de golpes y profundidades medulares. Morir a diario, como costumbre saludable para renacer y renacer en interminable ciclo perpetuo, cambio constante para que al menos tenga la seguridad de haber probado lo probable y no ser un fósil inerte, rémora parásita sin pena ni gloria. Sigue a tu antojo la vida nocturnal y que suspires satisfecho en el ocaso de su existencia con una sonrisa en lo labios: tu y yo por separado; serenidad del movimiento continuo, inercia vital de ensoñación constante.

Vivir hoy de tal forma que pasado los años, no duela haberlos vivido, no perder el brillo sutil de la luna en mi semblante, no sumergirme en la indiferencia, mirar dentro del ropero del alma y sacar esa niña-mujer loba que vive en el interior y recuperar la capacidad de aullido nocturnal.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

Todavía no hay comentarios en este texto. Anímate y deja el tuyo!

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.