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Carta a los sobrevivientes - por MiliCenturion

Web: http://milicenturion.tumblr.com/

Como casi todas las noches no podía conciliar el sueño continuo. Las pesadillas llegaron apenas logré cerrar los ojos.

-Una lágrima, por favor.

Instantáneamente mi boca me recuerda el sabor al mate, casi como si fuera real. Lo extraño, extraño el valor de un mate argentino.
Una sonrisa nostálgica se dibuja en mi rostro. Soy consciente que pararme en este bar a mitad de la noche es una excusa. De algún modo este lugar me traslado al cálido Café Martinez sobre Av. Santa Fe, mi segunda casa, escritorio de infinidad de manuscritos, lugar de inspiración.
En Buenos Aires el Café es como el bondi, uno se da por enterado de las noticias más insólitas, fiel fuente periodística del siglo XX.
Quizá sean los paredes de cristal sin cortinas que interrumpan el paisaje, o los bancos perfectamente alineados delante de la barra, el color crema de las paredes, o la sinfonía que forman las tazas al chocar y las máquinas expresso.
No sé que con certeza, pero hay algo en este lugar que me recuerda a mi.
-Gracias.- Le digo al barman, un hombre de más de 40 años, con poco pelo y varias arrugas; un tipo feliz.
-Una noche larga- Comenta.
Asiento con la cabeza. Estoy demasiado nostálgico para seguir una conversación. En algún momento por curiosidad o por cortesía, el me preguntaría de donde soy, y tendría que mentir. Y realmente no quiero mentir.
La palabra es la herramienta del periodista, si corrompe eso, no le queda nada.
Disfruto del aroma de la leche con café caliente, antes de tomar el primer sorbo. El olor, es el olor. El olor que me recuerda a mi querido Buenos Aires, mi casa, el lugar que me fue despojado, el país que me vomitó.
Salir está noche de mi departamento fue el escape para no pensar en lo miserable de mi situación, en mi nueva vida. La pausa en la que se convirtió mi vida esperando que el régimen militar de Reorganización Nacional se acabe, me supera.
Bebo otro sorbo, mientras observo una pareja que acaba de cruzar la puerta del bar. Una mujer pelirroja con un vestido largo que hace juego con su cabello, tomada del brazo de un hombre de su misma estatura, delgado y elegante.
La pareja toma asiento del otro lado de la barra, entre cotilleos y risas. Deben venir de alguna fiesta, pienso y suspiro. Ambos piden café doble. Menos de cinco minutos después el mismo tipo de antes se acerca con dos tazas humeantes, y comenta:
-Una noche larga.
Se me escapa una sonrisa. Ambos le asienten alegres,y el barman continúa ordenando los vasos de la vitrina. El hombre junto a la pelirroja me observa mientras bebe su café, me doy cuenta pero no le correspondo.
Acabo mi lágrima, dejó un billete de dos euros sobre la barra, y camino hacia la salida. Antes de abrir la puerta llevo mi mano derecha a mi sombrero y le hago un gesto al camarero, me saluda y me retiro.
El frío de la noche me abraza. Las ciudad va tomando color a medida que avanzo. Las calles parecen aún más silenciosas que cuando salí. Miro al cielo estrellado, y pienso en la libertad que tengo de caminar en la madrugada de una tierra que no me pertenece.
Cada diez pasos miro hacia atrás y a los lados. Cuando noto lo que estoy haciendo me recuerdo a mi mismo que acá no hay toque de queda, nadie me va a parar y a preguntarme qué estoy haciendo, no hay autos fugaces. Pienso que aquí soy libre, y en la represión que me carcome por dentro.

Definitivamente esta noche salí a buscar algo, algo que no pude encontrar en mi almohada. Creí que era mi casa, mi ciudad, mis costumbres, mi vida. Me paro frente a la vidriera de un negocio de zapatos para mujer. Veo mi reflejo en el cristal impecable.
Soy yo. Estoy más flaco, a pesar de toda la ropa que traigo puesta. Me veo cansado y bastante infeliz. Estoy acá, pero mi corazón y mente están en mis pagos. Sigo siendo yo.
Mis ideales y principios están intactos. Sigo siendo yo y eso no podrán quitármelo.

Escucho la voz desesperada de Viki desde mi interior:
"Pa los tiempo duros pasan, las personas fuertes no"
Recuesto mi cabeza en la almohada, sueño con Viki, no la que me arrancaron los militares. Con mi negra, la de los absurdos camisones blancos.

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1 comentario

  1. 1. lunaclara dice:

    La verdad es que tu forma de narrar me llama mucho la atencion. Transmites calidez, y aunque me hubiera gustado que pasara algo mas, da igual, no me importa, con lo que cuentas me vale. Felicidades!

    Escrito el 2 mayo 2013 a las 16:05

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