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Otra noche mas. - por chemarri

Web: http://elblogdechemarri.blogspot.com

Aquella noche se quitó el vestido dos veces. Sus remordimientos desaparecían en el tiempo que tardaba su ropa en llegar al suelo. Por segunda vez, unas manos desconocidas apagaban la luz, la agarraban con fuerza mientras sus alientos se mezclaban y el sudor empezaba a revestir su piel. Se sintió viva una vez más. Olvidó. Por una noche nadie decidió por ella. No hubo bien ni mal, no hubo amor, no hubo dudas, no hubo nada.

Cuando la luz se volvió a encender, recogió sus cosas y en sus labios apareció una especie de sonrisa. Un beso bastó para despedirse; esta vez tampoco fue seguido de un “quédate”. Solo se oyó el sonido de la puerta al cerrarse y los pasos de unos tacones intentando no hacer demasiado ruido al marcharse.
Rebuscó en su bolso las llaves de la puerta de su casa. Estaba demasiado cansada y el bolso era demasiado grande. Sólo pensaba en quitarse aquellos malditos zapatos y tumbarse en la cama. Esta vez sola.

No sabía cuando podría dejar esa vida. Tampoco estaba segura de que quisiera hacerlo. Pero sí sabía bien cuando había comenzado…Aquel día que llegó a lo que era su casa y una puerta entreabierta, le hizo descubrir que la persona que amaba se revolvía entre las largas piernas de otra.
Después de quince años casados…Ni pestañeó al contemplar la escena, como si llevase tiempo esperándola. No quiso seguir mirando hacia atrás, pero lo hizo. Sí, aquello había sido tan real, que ni el paso de los años ni de los hombres por su cama había sido capaz de hacerla olvidar. Y sólo podía pensar -Quince años de mi vida perdidos…

Hubo un tiempo, quizás demasiado, dentro de su burbuja de cristal, que buscó remedio entre el alcohol y las drogas, pero lo único que conseguía era destruirse por dentro y sentirse aún mas humillada. Las sonrisas de buena esposa empezaban a fallarle, y sabía de sobra que a él no le gustaban las preguntas.

Se juró que nadie volvería jamás a humillarla de ningún modo. Aquel cerdo que ella un día amó con toda su alma, la hizo sentirse como una basura, algo de lo que desprenderse sin ningún tipo de reparo. Un objeto que exhibir…eso era ella. La cara bonita de una buena y educada familia, todo puertas afuera…Dentro debía fingir que su marido no volvía a casa oliendo a perfume barato y con carmín en el cuello de sus camisas.

Desde entonces, su corazón se cerró. Se hizo de piedra para que su dueña no volviera a sufrir. Un divorcio era más que suficiente. Hizo de la noche su aliada y de aquel bar, su cómplice. Salía en busca de alguien que la hiciera sentirse otra vez importante, amada y deseada como un día lo fue. O simplemente, que la ayudara a escapar de todo aquello que su mente le atormentaba. Muchas veces por dinero, sí, no le importaba hacerlo. Esa fantasía la había perseguido siempre. Había aprendido a no dejarse censurar, a no dejarse llevar por los hombres…siempre con el control, por una vez en su vida…ella tenía el control.

Pero, aunque le asustaba pensarlo y no quería reconocerlo, sabía que lo que estaba buscando era alguien que fuese… como él.

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