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Retrato en gris sobre fondo gris - por Eloyzinho

Anochecía cuando salió del trabajo. Un día más, del cielo plomizo caía una lluvia pesada tornando en un gris más oscuro el ya de por sí gris paisaje urbano. Gris mojado sería un buen nombre para ese color, si es que podía llamarse color a aquel tono apagado que predominaba por todas partes. No había sido un buen día. A decir verdad, no había sido una buena semana, ni un buen mes, ni un buen año. Todo había ido a peor con el paso del tiempo. Estaba cayendo por un abismo del que era incapaz de vislumbrar el fondo.

Habían pasado doce largos meses desde que le habían propuesto ocupar aquella plaza en la empresa y, tal y como estaban las cosas, fue una oferta que no había podido rechazar. Por aquel entonces acababa de pasar una temporada ingresado en un centro para superar su adicción al alcohol y, tras rehabilitarse y haber dejado completamente la bebida, no pensaba dejar escapar esa segunda oportunidad que le ofrecía la vida. Era una buena ocasión para empezar de cero y además no tenía novia ni nadie especial allí que le retuviese o le dificultase la marcha. Fue un error. Apenas puso el pie en la gigantesca urbe, la certeza de que se había equivocado cayó sobre él como una losa. Descubrió un lugar opresivo y deshumanizado, con más de siete millones de individuos solitarios y encerrados en sí mismos. Aquello era totalmente diferente al mundo prometedor y alegre que había imaginado.

En las semanas iniciales no sólo no había mejorado su opinión de su nuevo hogar sino que cada día que pasaba veía reforzada aquella primera impresión, por lo que al segundo mes de estar instalado decidió solicitar unos días de permiso para tomarse un descanso y hacer una escapada a su ciudad de origen. La intención de ese viaje era la de servir de paréntesis para desconectar de la rutina que estaba minando su ánimo poco a poco y poder cargar las pilas para aguantar otra temporada. Lo pasó genial. Conoció incluso a una chica muy agradable y de nuevo la sonrisa volvió a iluminar su rostro. Fueron unos días felices y despreocupados, y por ello se le hizo durísimo regresar a la gran ciudad. El paréntesis resultó tener el efecto contrario al deseado y el retorno fue horroroso.

Una vez de vuelta a la capital, reflexionó sobre su situación y consultó la posibilidad de ser trasladado a una sucursal más cerca su ciudad. Le informaron que de momento era imposible ya que le necesitaban allí lo que quedaba de año, pero que después cabía la opción de cambiar de destino. Eso le animó algo así que con ese objetivo en mente se esforzó como nunca antes lo había hecho, no haciendo otra cosa aparte de dormir y trabajar. Y así había sido hasta hacía aproximadamente un mes cuando, al interesarse de nuevo por el traslado, se enteró de que la empresa iba a cerrar las dependencias que tenía en su localidad. Su frágil castillo se derrumbó de un plumazo.

Perdió el apetito y empezó a padecer insomnio, por lo que pasaba las noches vagando por las calles para no volverse loco en su minúsculo apartamento. Días solitarios dejaban paso a noches aún más solitarias en una sucesión que se le antojaba infinita. Cada vez rendía menos en el trabajo y por eso justo antes de terminar su jornada había recibido una nota en la que se le recriminaba por su bajo rendimiento. Le daban de límite otra semana para que espabilase.

Esa noche, de camino a casa se desvió y sus pasos terminaron conduciéndole a una esquina en la que se ubicaba un Diner. Se detuvo delante de la fachada. El establecimiento era de lo más normal, uno de tantos locales anónimos que había desperdigados en cada barrio. Era algo tarde y estaba casi vacío. En su interior podía verse cómo un aburrido camarero atendía a un hombre distraído junto al que se encontraba una mujer que fumaba con aire ausente. Hipnotizado, sin saber muy bien el porqué, entró y se sentó. En la barra se había derramado algún líquido y al apoyarse en ella su manga se humedeció. Gris mojado. Pidió un whisky casi sin darse cuenta. El vaso posado frente a él relucía como el oro. Quiso olvidarse de esa mañana, de esa semana, de ese mes, de ese año. Nada de eso tenía ya importancia. Apuró el whisky de un trago. Pidió otro.

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6 comentarios

  1. 1. Enrique dice:

    Muy bueno, enhorabuena.

    Escrito el 29 abril 2013 a las 14:59
  2. 2. Eloyzinho dice:

    Muchas gracias, Enrique. ¿Eres del taller? Es para devolverte el favor y leer el tuyo 🙂 Saludos.

    Escrito el 29 abril 2013 a las 22:35
  3. 3. Patriciandr dice:

    Hola Eloyzinho,
    Me gusta la idea que te ha inspirado el cuadro y la profundidad de la que dotas al personaje.
    El principio es tan poderoso, tan intenso y gráfico que tal vez juega en desventaja tuya. Me ha parecido una entrada tan buena e interesante que luego el resto del relato decae un poco… No sé muy bien cómo explicar el por qué, es como si estuvieras intentando enumerar los sucesos que le han llevado a experimentar ese momento tan gris… Me encanta el juego que haces con todos los significados y matices de gris, y cómo vuelves a incluirlo al final, a través de la mancha en el traje.
    Como último apunte, mencionaría el uso de frases tan largas, en las que he a veces he sentido que faltaba algún tipo de pausa para tomar aliento.
    Espero no te tomes a mal mis sugerencias. Insisto en que me gustó lo que supiste ver en el cuadro y tienes párrafos realmente atrayentes.
    Un saludo!

    Escrito el 4 mayo 2013 a las 03:52
  4. 4. Eloyzinho dice:

    Muchas gracias por comentar el relato, Patriciandr 😀

    Me alegro de que te hayas animado a escribirme porque no sabes lo mucho que me sirve el recibir opiniones de otras personas (sobre todo de gente que no me conoce, porque ya sabes que los amigos a veces no pueden permitirse el lujo de ser del todo sinceros, jeje).

    Confieso que intento evitar errores de forma que se ven a menudo en otros textos: faltas ortográficas, abuso de las comas y un mal uso de otros signos de puntuación, repetición de términos creando redundancias innecesarias, y, aunque en este relato no aparecen, también empleo con corrección los guiones en los diálogos. Quizás por ello he descuidado otros aspectos importantes en cuanto al contenido, como el sentido del ritmo que comentas o que el interés no decaiga a medida que avanza la narración. Supongo que ésa será mi próxima tarea 😉

    Llevo poco tiempo escribiendo aunque tengo la ventaja de tener cierto bagage literario (leo bastante, aunque mucho menos de lo que quisiera). A ver si poco a poco voy puliendo mis defectos y aprovechando mis ventajas (creo que he evolucionado desde el primer relato que escribí para el taller en el mes de enero). Prometo tomar nota de lo que me comentas, de verdad 🙂

    He visto que tú también participas en este taller y que además tienes un blog, así que le echaré un vistazo 🙂

    Muchísimas gracias de nuevo. Saludos 🙂

    Escrito el 4 mayo 2013 a las 17:18
  5. 5. Patriciandr dice:

    Hola Eloyzinho!
    No sé cómo agradecerte tus palabras; de verdad que has logrado sacarme los colores con tu comentario!! :p
    Me alegra mucho que entendieras lo que trataba de decirte en el comentario que hice en tu relato. Por lo que dices, interpreto que has empezado a escribir hace poco, y sé lo importante que es recibir ánimos y apoyo cuando te estás iniciando en esta aventura. Así que no sé si recalqué todo lo positivo que vi en él :p
    Es genial que cuides la forma de tus textos, porque es cierto que cuando nos encontramos con alguno que presenta faltas de ortografía, etc., la atención se desvía a eso y la idea que se pretendía transmitir, queda relegada a un segundo plano.
    La verdad, no sabría decirte cuándo empecé a escribir, pero tengo un parón de algo más de una década jugando en mi contra; así que ya ves, todos caminamos juntos en la senda del aprendizaje… y yo pienso seguirte muy de cerca. 😉
    Un fuerte abrazo y nos seguimos leyendo!

    Escrito el 11 mayo 2013 a las 15:19
  6. 6. manuti dice:

    Pues sí, es la cara opuesta al mío.
    El tuyo me ha gustado, pero la verdad a días de hoy necesito historias positivas en mi vida.

    Escrito el 13 mayo 2013 a las 15:17

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