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Justicia - por Ivan Roma

Me llamo Rico, y acabo de matar a un hombre.

Esta ciudad esta infestada de ratas con traje que son las que deciden el porvenir de los ciudadanos, La policía estaba podrida, ni hicieron nada cuando mi padre fue asesinado por meterse en asuntos de apuestas ilegales, ni cuando mi hermana fue secuestrada hace ocho años. Mi madre y yo no teníamos nada que llevarnos a la boca, por eso decidí trabajar para Mario, un matón de poca monta. Tras pasar unos meses robando a transeúntes y extorsionando pequeños negocios, esta mañana he conocido a Vincenzo, el auténtico dueño de este distrito. Mario estaba exultante, por mi parte, sólo podía pensar que mi madre podría comer caliente tres veces por semana.

-¡Bienvenidos a las grandes ligas ragazzi! – Nos recibió Vincenzo con un fino bigote danzarín sobre la boca.

Nos presentó a Lucio, el que se encargaría de nosotros hasta que estuviéramos preparados para andar solos por la ciudad. Nos dio un arma a cada uno y nos hizo montar en su coche. Lucio partió algunos dedos en una lavandería, y nos hizo romper dos escaparates de un sastre que aseguraba no poder seguir pagando por tener que mantener a su familia. Algo se removió en mi corazón mientras veía toda esa violencia y esas caras de pánico de nuestras víctimas, no podía entender dónde me había metido, debía salir de ahí ya, como fuera.

-¡Vamos muchachos! Vincenzo nos espera en el Red Garden.- Ordenó Lucio.

El Red Garden era el lupanar más famoso de la ciudad, cómo no, propiedad del jefe. Los altos cargos de la mafia hilaban allí sus negocios, y lavaban juntos sus trapos sucios. Su fachada estaba iluminada con unos focos rojos, y tenía el aspecto de un palacio europeo. Hay encontrarías las meretrices más caras y elegantes de toda la ciudad. Cuando llegamos, Vincenzo nos estaba esperando en la puerta.

Hoy ha sido un buen día muchachos, tomad, daos un capricho.- Dijo extendiendo su mano con cuatrocientos dólares.

No pensé que jamás pudiera tener tanto dinero junto, sin embargo estaba decidido a terminar con ello aquella misma noche.

Vincenzo, ¿podría hablar con usted?

Con un ademán de su cabeza hizo retirarse a Lucio y Mario, y me llevó hasta una habitación.

Hijo, la vida no es fácil, se que estás aquí por necesidad, como hemos llegado todos, la miseria se está acumulando en las calles y este es el lado más seguro en el que poder estar, créeme. Hasta yo he pensado en salir de aquí, pero tengo una familia, tengo tres hijas y a todas les gusta comer todos los días. A mi mujer siempre le gustó que la sorprendiera, y he acabado matando a quien fuera por poder regalarle un vestido nuevo cada día. ¿Acaso soy malo por eso? ¿Es malo que un padre y un esposo colme las necesidades de su familia a cualquier costa? – Vincenzo se fijó en mi expresión pensativa, y sin apartar los ojos de mi levantó el teléfono.- Mandadme una chica a la habitación donde esta mi amigo Rico, que tiene que aclararse las ideas.

Al momento el pomo de la puerta giró y entro una muchacha de ni veinte años con el rostro más inexpresivo que había visto en mi vida y una absoluta inexistencia del alma reflejada en unos ojos hundidos por el paso del tiempo. Ni siquiera me atrevía a pensar que habrían visto esos ojos.

Vincenzo me abrazó, yo le rodeé con el brazo izquierdo su espalda, mientras, alcancé con mi mano diestra un abrecartas que reposaba sobre la mesa, con el que atravesé el cuello de aquel maldito bastardo. Agarré a la chica y salimos silenciosamente del Red Garden. La llevé a mi casa, llamé a la puerta y se la entregué a mi madre, les di mis doscientos dólares y las pedí que se fueran tan lejos como pudieran. Yo me fui a Phillies a por un café bien cargado.

Ahora siento pena por este camarero arrugado tras la barra de este bar y por ese par de infelices que han elegido una mala noche para dar una vuelta, aunque en realidad debería de estar contento. El rostro del camarero se está desfigurando mientras mira a mi espalda, y el señor del sombrero intenta cubrir a su acompañante.

-¡Rico!.- Un grito asolador me llamaba a través de la cristalera.

Sonrío. Sonrío. Acababa de salvarle la vida a mi madre y a mi hermana.

Benvenuto, Mario.

Ahora, llueven cristales bajo una tormenta de plomo.

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1 comentario

  1. Me ha gustado mucho la temática y la historia. Para ser una historia de mafia, un tema en general muy trillado, has conseguido darle un toque original, incluido el final muy a lo Taxi Driver. Hay una cosa con respecto a la historia que no me cuadra del todo. ¿Por qué Rico decide matar a Vincenzo tras ver a la muchacha? ¿Por qué no antes, o después? ¿Cuál es el detonante exacto?

    En cuanto a la forma en que está escrito, en general me ha gustado, pero tiene varios fallos de puntuación y alguna falta, ¿quizá por falta de tiempo para revisarlo?

    En cualquier caso, me ha gustado la historia y, sobre todo, el poderoso final.

    Escrito el 5 mayo 2013 a las 11:23

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