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Dudas, valor y paz - por Keon Grey

Allí estaba ella, perdida en una conversación ajena.
Allí estaba el, contemplando una imagen que preveía.
Es increíble la calma que se puede alcanzar cuando el rio de problemas que se viven desborda en una locura, separada de la realidad, por un fin, una ultima gran meta.
Los días anteriores corrieron como una declaración a las armas por parte del destino y la suerte, pero ¿Qué tan hondo tenia que caer para aceptar que ya no había reparo alguno para su vida?, ni siquiera placer en la idea de luchar contra la corriente de eventos.
Se llevo la mano al pecho y distrayendo la mirada de su pena en rojo, se cruzo con la foto de una familia que el tiempo borro de la historia, se movía bruscamente con el temblor de sus manos. Pero en su cabeza había paz, había cedido el control de su cuerpo y disfrutaba como un observador enfermizo, ausente, en las sombras que tantas veces le dieron cobijo.
Cuando todo lo que nos rodea se cae de un día para otro, ¿Con quien nos desquitamos?, o ¿Quien es el culpable al que debemos colgar?, ¿Quien nos hace el favor de aclararnos la mente para ver con claridad a quien debemos apuñalar para cumplir nuestra penitencia?.
Ella miraba a los labios del desconocido mientras hablaban.
El la veía al hombre azul deslizar sus manos bajo la barra sobre su mujer roja.
-Todo tiene un límite- se oyó decir, mientras se convencía con un ruido vibrante en sus labios que no existen los hombres inocentes, y que en su intento por hallar a los culpables que se evaporan, una respuesta sencilla fue golpear al mas cercano, golpearlo y liberarlo, seria su venganza, su cobro de cuentas y a la vez se convertiría en un héroe, un mártir que libero mas vidas y penas como la suya.
Le gusto ver como las cosas pueden cambiar su matiz de acuerdo a como se miren, ahora en su cabeza solo reposaba el momento, ¿Cual seria el adecuado?, las personas reunidas en el “Phillies” se redujeron a 4, su pena de rojo, el hombre azul, una espalda verde, y el viejo “Blacky”.
Su cabeza observaba pero su cuerpo respondía por inercia un impulso mas allá de su control, sus pies se movían con una torpeza leve, pero seguía la calma.
Ella abrazo al hombre azul.
El cruzo la puerta de cristal.
Salió de su ser y corrió a la barra a toda velocidad, tomo a su pena roja, por el brillante cabello fuego que esa noche estaba hermoso, y la estrello contra la tabla con la fuerza de un demonio, el hombre azul dio un salto de su silla hacia atrás para encontrase con el viejo revolver con quien cruzo tres besos. Su traje azul ahora morado desprendía un charco negro que crecía rápidamente entre sonidos inentendibles. Blacky subió sus dos manos y mostro las palmas mientras un agujero rojo tomaba forma en la mitad de sus ojos y el pasaba de ser una criatura a convertirse en un tronco inerte. El busco la que fuese hasta entonces una espalda verde, y la encontró, agachada sobre sus rodillas sin darle la cara. La pólvora exploto dos veces mas hasta que su dedo solo provoco un martilleo vacio, y de aquella figura emergió un sollozo quedo.
Cuanta calma y cuanta paz, su venganza, su ajusticiamiento al destino y la suerte lo había saciado, era libre, y no dejaría escapar esa oportunidad.
Como la primera inhalación de un hombre que se a salvado de morir ahogado, vuelve el a su ser, sus ojos reflejan paz, y sus manos al fin an dejado de temblar.
Blacky levanta su mano derecha en señal de saludo, su pena roja voltea la cara para ver al recién llegado.
Ella lo mira y no ve el rostro de su esposo.
El dibuja una delicada sonrisa en sus labios, toma el viejo revolver y aprovecha el momento.

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1 comentario

  1. 1. lunaclara dice:

    Una forma de escribir muy evocadora y poetica. Final asombroso. Muy bien escrito.

    Escrito el 4 mayo 2013 a las 15:07

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