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"El Misterio del Diamante Oscuro" - por Coquivacoa

Título: “El Misterio del Diamante oscuro” (En homenaje a Enrique Jardiel Poncela)
Me giré al escuchar sus pasos.
Era el cartero.
Holmes y yo caminábamos apresuradamente en el Downtown londinense, pero yo no tenia la menor idea de adonde íbamos.
El cartero, de una forma muy discreta, la cual consistía en estirar el brazo con un sobre el la mano, gritando a voz de cuello:
―¡¡¡Correspondencia para el Sr. Sherlock Holmes!!! ― me tendió un sobre.
Lo tomé rápidamente y se lo entregué a Holmes, mientras el cartero se alejaba gritando:
― ¡¡¡Correspondencia para el Sr. Winston Churchill!!! ― (estábamos en Downing Street)
― ¡¡¡Correspondencia para su Majestad el Rey!!!
― ¡¡¡Correspondencia para el Príncipe de Gales!!!
―¡¡¡Correspondencia para el Virrey de la India!!!
― ¡¡¡Correspondencia para Sir Paul Mac Cartney!!! –
Y así hasta que se perdió de vista (y de oído).
Me volví hacia Holmes, quien tenía una mirada de extrañeza, viendo a carta abierta.
― ¡Por Dios!, Watson, ¡no entiendo nada!
― Es que tienes la carta al revés, Holmes ― apunté inteligentemente.
― ¡Hoy estás muy asertivo, querido Watson! ― me replicó con cierto tono de desagrado, el cual conozco muy bien.
―Es una carta de Lady Cristina Bellamy Collingwood , una hermosa e inteligente amiga mía.
Y a continuación me leyó la carta mientras caminábamos más rápido, ahora por Abbey Road:
“Querido Sr. Holmes:
Anoche noté en falta una de mis joyas mas preciadas, el Diamante Oscuro, valorado en 55.000 libras, regalo de mi amante, quiero decir de mi amante esposo Sir William de Collingwood.
No logro sospechar de nadie, la servidumbre, numerosa por cierto, es de toda confianza, desde el Mayordomo James Bedford que lleva al servicio de la Casa Collingwood 125 años, hasta la mas nueva, la tercera doncella, Margaret Jones, la cual trabaja aquí desde la Primera Guerra Mundial.
Y mi querido amigo, Rupert Chase, me ha jurado que el no ha sido, la última vez que lo hizo estábamos paseando en su nuevo Rolls.
Estoy desesperada, no se que hacer, seguramente Usted podrá, con su preclara inteligencia, resolver en forma discreta este problema.
Yo sabré recompensar debidamente sus servicios.

Afectuosamente,
Lady Cristina Bellamy Collingwood
Collingwood House, Stratford-Upon-Avon, Warwickshire.”
― Creo, querido Watson, que esto será muy sencillo. ― musitó Sherlock, mientras tomábamos Harley Street.
Levantó el auricular del primer teléfono público que encontramos y dijo.
― ¿Chase? ¿Silver Ghost? ¿Pago? ¡Gracias!
― Escribe, por favor, Watson ― me ordenó.
“Querida Lady Cristina:
El ladrón es sin duda su amigo Rupert, quien ayer compró en la Casa Rolls un Silver Ghost, cuyo precio es exactamente 55.00 libras, las cuales pagó en efectivo.
Atentamente suyo
Sherlock Holmes”
(Tomamos por Pine Road, caminando cada vez más rápido…)
― ¿Me estás siguiendo Watson? ― preguntó Sherlock.
― ¡Por supuesto Sherlock! ― Holmes me debía tres meses de sueldo, y yo no estaba dispuesto a perderlo de vista.
Desembocamos otra vez en Downing Street. En ese momento me di cuenta que estábamos dándole la vuelta a la manzana como por sexta vez consecutiva.
De pronto nos alcanzó el Conejo Blanco y nos dejó atrás, corriendo a todo vapor, mientras musitaba algo de tomar el té con la Liebre de Marzo y El Sombrerero.
― Envía la respuesta a Lady Cristina ― me espetó.
― De inmediato, Holmes ― respondí.
Cerré el sobre y en cuanto vi un buzón, lo introduje allí. Como a los diez minutos, apareció el cartero (el servicio está cada día peor), gritando:
― ¡¡¡Correspondencia para el Sr. Sherlock Holmes!!!
Sherlock, en tono sorprendido, inquirió: ― ¿De quien podrá ser la carta?
― Sospecho que es la respuesta de Lady Cristina ― repuse.
Sherlock abrió la carta y leyó rápidamente, mientras corríamos desaforadamente alrededor de la manzana:
“Apreciado Sr. Holmes:
Efectivamente, ese pícaro adorable de Rupert fue el ladrón, pero ya lo perdoné, debe Usted comprenderme, cuando me mira con su cara de niño regañado, es imposible resistirse, aparte de que tiene 23 años y que Sir William de Collingwood tiene 95 y está postrado en su lecho con una insuficiencia respiratoria que en cualquier momento (desde hace 15 años) se lo llevará de este mundo.
Le pago sus honorarios cuando cobre, gracias.
Afectuosamente suya:
Lady Cristina Bellamy Collingwood
Collingwood House, Stratford-Upon-Avon, Warwickshire.”

En ese momento nos detuvimos bruscamente frente al Nº 10 de Downing Street y Sherlock, sonriendo burlonamente, me dijo:
― ¡Voy a tomar el te con Winston!
Yo estaba tan hecho polvo que cerré los ojos, incapaz de seguir mirando.

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1 comentario

  1. 1. lunaclara dice:

    Me he quedado con la boca abierta al terminar de leer tu relato. Es genial! Que divertido! Que original!… Pero esto ya te lo habran dicho. Dominas el lenguaje y escribes de forma muy agil. Se lee en un pis pas. Uno de los mejores relatos que he leido. Quizas, unicamente resaltar la familiaridad con la que se dirigen unos a otros. Queda bien, pero tambien me choca, debido a la epoca en la que vive Sherlock Holmes. Felicidades!!!

    Escrito el 29 mayo 2013 a las 22:49

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