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"De principio a fin" - por Alfonsina Olvido

"DE PRINCIPIO A FIN"

ME GIRÉ AL ESCUCHAR SUS PASOS aproximándose a mí; despreocupado alcé los ojos para mirarle y de pronto como un relámpago mi entendimiento, mi mente se abrió y vi ante mí, imágenes que ante la sorpresa y mi desconcierto pensé que pertenecían a la película que acababa de ver, o quizá de alguna pasada, revueltas unas con otras, pero no, en estas imágenes ella era la protagonista . Desconcertado y asustado con rapidez cerré los ojos, con ambas manos me froté los parpados pretendiendo con esta acción borrar estas perturbadoras secuencias de imágenes; abrí con lentitud los ojos y ella ya se había alejado del alcance de mi vista, cuando con mi mirada atrapé otra mirada y de nueva cuenta en un instante se desplegaron esta secuencia de imágenes ante mis ojos; parado enmudecido y perplejo busqué otra mirada, en esta vez, encontré una mirada muda…

-¿qué te sucede, mi amor?, ¿te sientes mal, te has mareado?, !contesta¡ insistió Teresa. -por favor, no te quedes ahí callado…
-no, estoy bien… vamos a casa, balbuceé.

Le indiqué entregándole el boleto del estacionamiento que manejara ella, me senté en el asiento del auto y cerrando los ojos, deseando olvidar las escenas reveladas de estas dos personas con las que cruce la vista.

Pero no fue así; mi mente a pesar de mi esfuerzo recordó con precisión la imagen de la primera mujer; una mujer de edad, sonriente y alegre, vestida con comodidad y despreocupada; acompañada de un hombre joven que la mirada con ternura y devoción; pude verla sentada en un cómodo sillón, tejido entre manos y el susurro melódico de un viejo acetato en el tocadiscos, ella tras una profunda inspiración, exhaló con lentitud, dejando escapar, además, el último aliento, cerrando de esta manera su ciclo vital; en paz y armonía en la atmosfera hogareña, entre sonidos y recuerdos antiguos que la envolvieron amorosos en este trance de entregar la vida a la vida misma. Así como se apagó sin sobresaltos su vida misma, así mi imagen de ella en el sillón se esfumó, para dar paso a la otra mujer con la que también me crucé; esta mujer muy joven, de atrevido aspecto, sonrisa amplia y desenfrenada carrera por alcanzar la notoriedad entre su circulo de pueriles amistades; un amante senil, decrépito, celoso que tras una docena de puñaladas le cegó la vida, vida casi nueva…

-Teresa, Teresa, angustiado grité, he visto la muerte de …
-¿Qué me estás diciendo? ¿cómo es eso? –alarmada me preguntó-
-No lo sé pero parece ser, no se porque que pude o puedo ver el momento de la muerte de las personas con las que cruzo la mirada. Le respondí.
-Para el auto, tengo que averiguarlo… así casi sin parar del todo, abrí la portezuela y de un ágil salto ya me encontraba caminando en la acera de la avenida.

Con urgencia empecé a mirar a los ojos de cualquiera, pero la mayoría desviaba la mirada. Desanimado, exhausto y sin resultados, me dirigí a la parada de autobús, esperando el ruta 6 para que me llevara a casa. Deseaba dormir, cerrar mis ojos y dejar de ver estas revelaciones que la vida me regalaba o mejor dicho me torturaba. Por alguna razón se es vedado el misterio de la muerte; el no tener el conocimiento de cuando y donde acabara la vida, es esta la razón de la vida misma; que nos empuja a desear seguir viviendo y descubriendo en cada amanecer las promesas reservadas.

Dormí como pocas veces recuerdo y me abstuve de salir de casa, mi mente y cuerpo en reposo hasta el lunes en que por obligación tengo que hacerlo. No quise conducir, me dirigí al paradero y al abordar, sentado desee desde el fondo de mi corazón que lo sucedido el sábado por la tarde haya sido sólo una premonición fugaz, es más ya no quiero ni pensar en esto: punto y final.

-Con permiso, con permiso, dijo una voz a mi lado. Abrí y levanté los ojos, sucedió de nuevo: nuestras miradas se entrecruzaron, vi como se acercaba el camión de pasajeros al entronque de la vía del tren, vi como me abrazaba a ella en actitud de protección, vi como la luz nos impactó CERRÉ LOS OJOS, INCAPAZ DE SEGUIR MIRANDO…

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