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Moonlight Sonata - por Toni V. Fernández

Me giré al escuchar sus pasos, mas bien lo que creí que eran sus pasos, no vi nada, el bosque parecía tranquilo a pesar del viento, sin embargo no era una tranquilidad que me ayudase a relajarme, intente no darle importancia y seguí caminado linterna en mano, apenas podía apuntar a causa del frío, estaba nervioso, cabreado, el bosque daba miedo y no podía dejar de temblar. Todo estaba oscuro aun habiendo luna llena, conforme avanzaba aumentaba el aspecto tétrico del bosque digno de una película de terror, el viento soplaba a través de los arboles y aveces caía nieve de las ramas haciendo mas ruido del que mi corazón podía soportar ¿donde se habrán metido Tala y mi hermana?, me preguntaba mientras intentaba que mis pies no quedaran enterrados en la nieve, hace unos meses empecé a trabajar lejos de la ciudad como conserje junto a un jardinero y su hijo para unos ricachones que solo pasaban aquí dos meses en verano y durante el divorcio de mis padres tenia que cuidar de Marcela, mi hermana de quince años… y se me estaba haciendo difícil.

Esperando encontrarlas a salvo, pensaba como castigar a Marcela por salir sin avisar, además últimamente había estado obsesionada con los ciclos lunares y una comunidad de internet llamada “Luna negra”, afirman ser humanistas, aunque tras investigar un poco vi que era una secta, de esas que hacen rituales de iniciación y demás memeces, al estar tan alejados de la ciudad, no le di demasiada importancia, pero había luna llena y esta escapada no hacia mas que preocuparme en demasía.
Pensaba en todas esas cosas y algunas mas mientras caminaba para distraerme y llegue al camino del lago, los días soleados, Marcela solía pasear por allí con Tala, mi perrita Husky.

Después de un tortuoso camino lleno de ruidos, frío y oscuridad, todo lucia diferente, los arboles quedaron atrás, el escenario cambio, la luna espejada en las heladas aguas del lago hacia que la cabaña abandonada que había en la orilla este, pareciese aun mas terrorífica. Sin tener mas sitios donde buscar, me acerque a la cabaña dispuesto a entrar, pese al miedo que daba, no tenia opción, era el único sitio donde aun no había mirado.

La cabaña era de color oscuro, la puerta estaba agrietada y las ventanas mal apuntaladas, me dispuse a entrar y ya no temblaba a causa del frío, me rasgue la mano que llevaba la linterna sin saber con que. Me asuste, entré a toda prisa y cerré la puerta, ya no abría. En mitad de la penumbra saque mi viejo teléfono móvil y encendí la pantalla para usarla de linterna, la luz era muy pobre, apenas veía un par de metros por delante. La escena no podría ser mas escalofriante, a un lado había un caballito de juguete desgastado meciéndose a causa del viento que entraba entre las rendijas, al otro lado de la sala alcancé a ver una escalera, estaba oscuro y olía a humedad y madera podrida, queriendo y sin poder ignorar esa escena, subí las escaleras que conducían al piso superior, el viento soplaba mas fuerte aun y el suelo crujía bajo mis pies, entré en la habitación y vi un armario a la izquierda y una ventana en frente, tenia el cristal roto, se podía ver el lago y entraba algo de luz, de pronto un parpadeo de luz blanca inundo la habitación seguida de un estruendoso relámpago, me asuste y me puse de espaldas a la pared. Desde ahí, vi que pasado el armario había otra puerta, otra habitación, al abrirla, encontré a Tala, venia moviendo rabo y me sentí aliviado, la acaricie y mire a través de la puerta, intuí una lampara encendida y entré. No podía creer lo que estaba viendo, era Marcela, mi hermana, y…
¡Estaba desnuda cabalgando al hijo del jardinero!
-¿¡Te gusta follarme cabronazo!?- decía entre gemidos.
Me embargó la ira, entre gritándoles decidido a abofetearlos, Tala tiraba de mi mordiéndome el pantalón y caí atravesando el suelo con el brazo de apoyo. Intentaba liberarme sin dejar de gritar y vi que el chico yacía inerte sobre un charco de sangre y desconcertado, me quede mudo presa del miedo. -Llegas a tiempo para tu turno, solo así podre ser el nuevo recipiente de Lilith- dijo Marcela mientras se levantaba cuchillo en mano.
Se acercaba muy lentamente, cubierta de sangre y sonriendo con mirada aviesa. Estaba atrapado y aterrado, sin entender nada… cerré los ojos, incapaz de seguir mirando.

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