Alicia y el callejon - por Ismael Tomas

.Alicia y el callejón

Me giré al escuchar sus pasos. He tenido una horrible experiencia.
Esta noche he quedado con mis amigos para cenar e ir a tomar una copa a un sitio de moda, con música en directo, un pub al que solemos ir algún fin de semana.
Eduardo, el guarda Jurado de la empresa me silba y me echa un piropo. Ten cuidado Alicia, me dice además, cualquier día te va a salir un novio que no vas a querer, estás tremenda.
Con mis veinticuatro años, con mi altura de metro setenta y cinco y una talla treinta y ocho tengo un tipo escultural, y modestia aparte, estoy perfecta con mis largas y preciosas piernas que voy a lucir con la minifalda y la cara de niña buena, infantil, adornada con mis labios pintados muy sensuales, los ojos pintados y una melena rubia teñida con las mechas cobre que me hacen mucho mas atractiva, son los remates finales que aparte de un poco de colorete justifican la hora y pico que me he tirado arreglándome en el cuarto de baño por lo que, cuando me he dado cuenta, es ya muy tarde y se han marchado todos.
Cuando salí del laboratorio entré en una calle que no tiene mucha luz. Ya es de noche, son las ocho de la tarde de un cálido día de Noviembre, aunque no es muy tarde y la temperatura es muy buena, ya casi no hay luz, pues en ese mes anochece muy pronto. Iba a paso rápido pues tenia que andar un trecho hasta salir a la avenida mas grande que ya esta más iluminada y transitada, pues el laboratorio está en un polígono apartado.
Cuando llegué a la mitad aproximadamente de la calle, a la derecha de la misma, de un callejón estrecho y oscuro, sale una persona que me asusta, su aspecto es muy tétrico, casi de un vagabundo, pero es extraño, realmente lleva un traje con un viejo abrigo encima. En un principio no le doy importancia, pero cuando me doy cuenta que me va persiguiendo acelero el paso, pues me asusta.
El acelera también y yo acelero más y así cada vez más. Gracias a mi minifalda no tengo problema en echar a correr si es preciso, pero claro, con los tacones me va a ser más difícil, eso es otra historia. Veo el final de la calle cada vez mas lejos, no se si se está estirando a medida que yo ando o mas bien galopo, pero me da la sensación de que no voy a llegar al final nunca.
El hombre, me alcanza, después de una breve carrera, me toca el hombro derecho por la espalda y noto un estremecedor escalofrío que me recorre todo el cuerpo, de arriba abajo y noto que me quedo paralizada, que ya casi no puedo andar.
Me giro para verle la cara con verdadero pánico, pues me veo atracada, violada, asesinada y, que se yo, todo lo malo que se me pasa por la cabeza en ese momento.
Veo un rostro debajo de unas oscuras gafas, o eso me parece, pues al ser de noche todo lo veo negro, y más en ese momento. El sonríe y me agarra del brazo con fuerza. Quiero gritar, pero el susto me lo impide cuando de pronto me surge la idea de la defensa personal. , le propino una patada entre las piernas y noto que me suelta y retrocede. Me he hecho daño en la rodilla. ¿No llevara el tío una prótesis de acero ahí?
Aprovecho para salir corriendo los escasos diez metros que me quedan hasta la esquina de la avenida y cuando llego afortunadamente hay un coche de la Policía Nacional pasando cerca.
Les hago señas para que paren a lo que se bajan rápidamente del coche al verme tan aterrorizada.
Les comento rápidamente lo ocurrido y entran los dos policías corriendo al callejón.
¡No hay nadie! Me increpan.
No puede ser, la calle no tiene más salida que esta o el callejón de atrás, el hombre estaba al lado mío, me llego a tocar, les digo sollozando.
El hombre había desaparecido, y me sentía frustrada. No puede ser repetía yo para mis adentros. Me puse a llorar.
Cuando se lo conté a mis amigos, uno de ellos me dijo ¿No será que saliste obsesionada con lo te dijo el guarda jurado? Bajé la cabeza y cerré los ojos, incapaz de seguir mirando.