Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

La cero. - por Robar

Me giré al escuchar sus pasos.
Mi pobre Pedro, hace un tiempo, para mí interminable, que lo presiento, algo ocurrirá esta tarde, escabrosa, como transitada por un matorral.
A Pedro todo le resulta difícil y no refunfuña. No se queja, acepta con estoicidad las adversidades.
Ha sido atlético su cuerpo, su rostro de rasgos armoniosos, coronado por una abundante mata de cabellos castaños, no muestra ni una arruga. Los brazos largos, listos para el abrazo tierno y prieto y su andar resuelto y seguro. Siempre sonríe.
Cuando se estropeó la puerta delantera derecha del auto, nada dijo que es a raíz de que al descender yo, o mi madre o la suya, descargamos el peso de nuestro cuerpo sobre la misma y la bisagra está vencida; porque durante el viaje del otro fin de mes al llevarlas al campo, con un gran viento de cola, la acompañante bajó para orinar, y el huracán le arrebató la manija y la pobre puerta casi se hace giratoria.
El chapista le pasó un presupuesto elevado, por eso salió caminando, me saludó con la mano. Ya vuelvo, musitó, mientras se ponía el sombrero.
Le pesa el cambio de gafas con una graduación distinta que le produce mareos constantes, pero el óptico le insiste pruébelos, todo es cuestión de acostumbrarse.
La baja temporal en el trabajo trae aparejado un sinnúmero de problemas que sortea poniendo su mejor capacidad para el manejo de las finanzas.
También es agresivo el tratamiento que se realiza, pero él sostiene que es necesario y parte con el tiempo suficiente para someterse al mismo.
Ambos extrañamos a los hijos que están lejos, Pedro pronuncia quedo, deseo verlos pronto.
No lo miré cuando entró.
Vengo cenado, me acotó.
Me apresuré para ir a la cama. Era noche cerrada.
Ahora es grato el baño antes de acostarme -como siempre, la colonia mojaría su cuerpo y el perfume lo envolvería antes de ponerse su pijama de satén azul- lo mejor fue no secarme el cabello con el secador, y no mojar por ello la almohada, me comenta, pasé por el peluquero y le sugerí, hazme barba y pasame la cero con anticipación. Ya han transcurrido veinte días de la sesión.
Observé su figura, cerré los ojos, incapaz de seguir mirando.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

1 comentario

  1. 1. lunaclara dice:

    A mi me parece que dominas muy bien el lenguaje. Felicidades!!

    Escrito el 28 mayo 2013 a las 15:47

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.