Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

NIA - por Patricia

Web: http://deprincesasymeigas.com

Me giré al escuchar sus pasos. Caminaba hacia mí con paso lento sabiendo que, aunque pudiera, no escaparía.

Me llamo Mara y, siendo la séptima hija de un séptimo hijo, fui elegida en contra de mi voluntad como cebo para capturar a la dríada del bosque de robles, el día de mi decimosexto cumpleaños. Así predijeron oráculos, adivinos y hechiceros de todo Tarland que sería posible conquistar la única porción de tierra que Hurbesch, nuestro tirano, aún no poseía. El bosque que la dríada protegía y del que ninguno de sus hombres había logrado salir. Atraída por la inocencia de un corazón puro se mostraría en su forma humana, la única vulnerable a cadenas forjadas una noche de luna negra.

Permanecí inmóvil mientras ella se acercaba serena, mirándome complacida, ajena a la decena de hombres del tirano que me habían seguido a una distancia prudencial, conscientes de que cada ser vivo que habitaba el bosque estaba ligado a ella, y que cualquier movimiento en falso los alertaría. Me pregunté cuánto tardarían en llegar, cuánto en rodearnos y prepararse para el ataque, si ella vería el miedo en mis ojos mucho antes. No lo hizo ni estando a un palmo de mí, ni cuando empecé a temblar al sentir el roce de su mano en mi cara mientras apartaba lentamente un mechón de pelo.

-Nia… -le dije apenas susurrando-. Huye.

Soy Mara, la séptima hija de un séptimo hijo, y movida por el hambre que un tirano le hacía pasar a mi pueblo, me adentré hace tiempo en el bosque de robles, el único lugar que no le pertenecía. Lo hice a pesar de creer que moriría en el intento, en todos y cada uno de ellos. Nia, que así se llama el ser que lo guarda, siempre me dejó entrar, nunca me negó salir. Me observó en silencio cazando a sus animales o recolectando el fruto de sus árboles durante días, hasta que uno de ellos se presentó ante mí desplegando su extraordinaria belleza. Volví muchos días y noches después de aquello, aunque no siempre por hambre.

-¡Ahora! ¡A por ella!

-Nia…

Vi en su mirada el desconcierto, ese instante de duda evitó que escapara a tiempo. Los hombres del tirano lanzaron sus cadenas sobre ella, su metal le quemaba la piel.

-No… La estáis haciendo daño…

-¡La tenemos! ¡La tenemos! ¡Sujetadla bien!

Luchó con todas sus fuerzas, pero cuanto más trataba de soltarse más ardía su piel.

-¡Basta! ¡Basta!

Me abalancé sobre uno de los hombres tratando de ayudarla, conseguí que soltara las cadenas que agarraba pero no por mucho tiempo. Noté como me golpeaban y caí al suelo con la frente ensangrentada. Intenté levantarme pero estaba mareada. Nia gritaba y gritaba, y yo no era capaz de hacer nada.

Pensé con rabia que una vez más Hurbesch ganaría, que no quedaría lugar en la tierra a salvo de él. Aquel día aprendí una valiosa lección, nunca subestimar a un ser sobrenatural. Los gritos de Nia no eran de dolor, eran una llamada.

La sangre resbalaba por mi cara hasta llegar al suelo en un goteo incesante cuando sentí la tierra moverse como si algo avanzase bajo ella. Los árboles empezaron a agitarse, el viento avanzó a ras de suelo frente a mí. Nia enmudeció de repente y todo quedó en calma.

-¿Qué os pasa? ¿Por qué os paráis? –dijo el que parecía el jefe al resto.

Todos miraban a su alrededor, al cielo sin pájaros, a las hojas sin un soplo de aire que las meciese, a la vida detenida y en silencio.

Nia me miró y de la tierra surgieron raíces que atravesaron a los hombres del tirano como si fueran de barro. El aire se llenó de alaridos de terror y los que intentaban escapar eran atrapados por hiedra que aparecían de la nada, asfixiándolos, o ramas que les agarraban de piernas y brazos hasta cercenarlos. Después los animales salvajes entraron en escena y comenzaron a devorar sus cuerpos. Yo cerré los ojos, incapaz de seguir mirando.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

4 comentarios

  1. 1. Josep Garcia dice:

    Buen tono de relato fantástico

    Escrito el 1 junio 2013 a las 18:18
  2. 2. Patricia dice:

    Hola Josep, muchas gracias por el comentario, me alegra que te haya gustado.

    Un saludo.

    Escrito el 3 junio 2013 a las 14:20
  3. 3. Aradlith dice:

    Me ha encantado, tiene mucha calidad… me recuerda a alguna buena partida de rol.

    Escrito el 21 junio 2013 a las 22:05
  4. 4. Patricia dice:

    Muchas gracias Aradlith por pasarte por aquí y por tu comentario.

    Un saludo.

    Escrito el 27 junio 2013 a las 08:47

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.