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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

#RetoLiterautas Nº 18 (5 de abril, 2020)

Llegamos a otro domingo y seguimos con los retos. Hoy os proponemos escribir un relato que contenga las palabras: balneario, cuesta, fotógrafo, monólogo y tierra.

RetoLiterautas18

Al contrario que con el taller de escritura, aquí no ponemos límite de palabras ni otro tipo de restricciones. Tampoco hay hora de entrega máxima, podéis publicarlo cuando queráis.

Puedes dejar tu texto como comentario a las entradas de este post. ¡Feliz escritura!


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9 comentarios

  1. 1. Helenicus dice:

    En otro tiempo, por respetar la voluntad de Dunia, deje de insistir haciendo llamadas y enviando mensajes. Ahora, parecía claro, era ella quien estaba insistiendo. Sentí que me había rechazado y ahora venía detrás.
    Creo que tendré la oportunidad de conocer el interior de su alma, pensé. Me propongo ser respetuoso y darle la oportunidad de que se exprese libremente. Deseo conocer lo que le agrada. En muchas ocasiones ha hecho alusión a un balneario. Pienso que quizá le agradaría…
    ─ ¿Te apetecería ir la semana que viene a un balneario, Dunia? Es tu semana de vacaciones.
    ─Claro Alberto, nada me apetecería más.
    ─Pero, ¿quién tendría el honor de ir contigo?
    ─Alberto, si tú me preguntas, interpreto que insinúas y propones. Si te contesto que sí, es que quiero ir contigo.
    ─ ¿Conoces alguno o buscamos uno cualquiera por Internet?
    ─Conozco alguno, sí, pero prefiero elegir contigo.
    Balneario Termas Chelonia fue el elegido.
    Los días que siguieron todo fueron preparativos, llamadas, mensajes, sugerencias, desvelos e ilusión. Iban a ser 5 días, 4 noches.
    ¡Y llegó el día! Elegimos el tren para viajar, cargado de añoranzas y romanticismo. Cinco horas de fluida conversación, aunque estábamos más atentos a lo que íbamos a decir que a lo que teníamos que escuchar.
    Llegamos al Termas Chelonia. Yo prácticamente no conocía nada de balnearios, pero ella se desenvolvía muy ágilmente en aquel ambiente.
    Conocimos los baños, las termas, el pediluvio, los contrastes, los barros, las inhalaciones, la sauna etc.
    El cuarto día, por la tarde subimos a un cerro, donde podíamos tomar el sol, muy próximos a la sombra de unos pinos. Nuestra conversación ya había perdido fluidez.
    No verbalizábamos, sólo pensábamos: Quizá habíamos tropezado con escollos inesperados. Quizá cada uno pensó que no suscitaba suficiente interés en el otro. Quizá, quizá… No éramos realmente conscientes de lo que había pasado, incluso de lo que no había pasado…
    Se esfumó la ilusión, respeto.
    Cuando no te tengo, te quisiera alcanzar. Cuando te tengo, no te puedo tocar, pensaba.
    Regresamos antes de la puesta de sol.
    Dunia caminaba deprisa, cada vez más deprisa, volaba cuesta abajo. Yo no sabía si jugar al “¡Que te pillo!” o respetar su voluntad de poner distancia.
    Aquella noche tuvimos la cena envueltos de frialdad, pero sin reproche. Era la última noche. Ya en la habitación, Dunia estuvo tecleando indefinidamente en su Smartphone. Yo me quedé flotando y abatido en una dulce melancolía. No hubo desvelo.
    Al día siguiente la despedida.
    Salimos para la estación. No me acompaña al andén. Dice que ha contactado con un blablacar.
    ─ ¿Podemos al menos sacarnos una foto aquí en la estación? ─Le dije.
    ─Para el humor que hoy tenemos no encontraremos un buen fotógrafo.
    ─Sea respetada su voluntad, señora. ─Dije, con un frío nada molesto y con una reverencia sin desdén.
    ¡Y yo que pensaba conocer el interior de su alma!
    Cada día había más misterios entre ella y yo. No entiendo nada. Creía dialogar mirándome en su espejo que refleja dolor y contrariedad, pero sólo era un monólogo en mi mente.
    Ni reproches ni autoinculpaciones, deja fluir, respeta, libérate. Desciende ya de la nube y pon los pies en la tierra, decía para mis adentros.

    Escrito el 5 abril 2020 a las 15:06
  2. Hoy toca hablar de Grávalos. Es un pueblo de La Rioja, donde está ubicado un balneario con su mismo nombre. Realicé una petición al IMSERSO y en principio me la denegaron; a última hora, me ofrecieron una estancia en este balneario y como las lentejas.
    La verdad es que cuando salí de vuelta, lo hice de mal humor, desencantado. Hoy, algo más atemperado, me considero más objetivo para hacer un comentario sobre él. La entrada a la habitación, supuso un duro golpe, se me cayó el alma al suelo; parecía un zulo. Techo abuhardillado, con un ventanuco estrecho y alargado que daba poca luz, fría…. si no me hubieran hecho pagar a la entrada, me voy. Pedí cambio, nasti monasti.
    Luego una compañera de mesa en el comedor, muy dicharachera que se marchaba al otro día, nos dijo que como tenían dos tarjetas -ahora la llave de entrada es una tarjeta- una la dejaban puesta con lo cual la calefacción, por split, no paraba. Cuánto se aprende por el mundo… El baño sí que estaba bien iluminado; cuando me levantaba por la noche, veía a la Luna por la ventana tipo buhardilla. Las camas, resultaron amigables y cómodas. Pero no había más que un sillón y un taburete. El taburete para mí, of course. Una mierda pues de esa forma no se puede estar allí horas sentado; tenía que apoyar la espalda contra la pared. Lo más negativo.
    El spa, bien pero contrarreloj; éramos IMSERSO. Hasta las diez y media de la mañana y después, a correr la teca y la meca… si el tiempo hubiera acompañado. El hecho que rompió la monotonía fue la nevada que comenzó a caer mientras estábamos en la piscina. El panorama exterior cambió radicalmente. ¡Vaya novedad! incluso para los aborígenes; hacía dos años que no nevaba. Me convertí en fotógrafo aficionado pues temas no faltaban; desde la terraza se observaba el Moncayo desde una perspectiva diferente a la que estamos acostumbrados.
    Había dos comedores; uno para el IMSERSO y otro para los de pago (como si nosotros estuviéramos gratis). La gente se quejaba y se sentía discriminada por la comida y las habitaciones. Con la nieve nos vimos obligados a permanecer en el hotel tres días y con un frío del carajo. Fueron de excursión por el pueblo, pero yo envié a la santa, me quedé en casa. La iglesia en lo más alto, con una cuesta que ni los burros; los abuelos, si no los llevan, no la pisan.
    No así en dos salidas a sendas bodegas. Es tierra de vinos. Nos ofrecieron charlas y degustación de vinos y cavas, un monólogo cantando las virtudes enológicas de los caldos. Una de ellas, exclusiva de cava, miles de botellas reposando y madurando. En una conversación telefónica entre catalanes, uno decía a su oyente que “era una mierda” (el cava). Esa es la opinión de esa gente respecto a lo “extranjero”.
    Tuve que ir hasta Arnedo a comprar zapatos; la santa ya salió de casa con la idea fija en la mollera. Un lío hasta que encontré donde estaban las tiendas. También aproveché una mañana para ir a un pueblo llamado Muro de Aguas. Una fuente con un montón de caños, saliendo agua natural, sin lejía ni historias. Una pareja, de fuera, llenaron un remolque con garrafas de 5 litros. Otro pueblo, Igea, con una bonita iglesia. Era domingo y llegamos a la hora de la misa. Por cierto que la animadora cultural del balneario, era de este pueblo; joven y con una vitalidad envidiable.
    Resumiendo, la experiencia no fue tan excepcional como hubiera deseado, pero no tan negativa como en un primer momento me pareció.

    Escrito el 5 abril 2020 a las 17:07
  3. 3. El chaval dice:

    UNOS DIAS DE DESCANSO

    Que inmejorables días estoy pasando en el balneario de Caldas de Reis, en la provincia de Pontevedra. Sólo, con libros pendientes de leer y con un tiempo primaveral, que me permite pasear por el jardín, tocar y abrazar a los árboles plataneros de sombra.
    Mañana me vendrán a buscar para ver una pequeña presa formada por el rio Umia, que aunque hay que soportar una pequeña cuesta, me han asegurado que es digna de verse.
    Galicia, es una tierra encantadora, con sus gentes sus montañas sus bosques de eucaliptos y el deleite que supone sus vistas marineras.
    Bueno, ya tengo un pequeño monólogo dictado para empezar un encargo de mi sobrino, que tiene la idea de pasarse este verano por aquí.
    Ahora me voy al fotógrafo que le he encargado una foto ampliada por él, de la Ria de Arousa y sus bateas de mejillones, que a lo lejos parecen navíos de guerra bien alineados.

    Escrito el 5 abril 2020 a las 18:49
  4. 4. elvocito dice:

    Balneario Montemayor.

    Bello panorama desde el valle que llega hasta el Hotel del Balneario.
    Hay una empinada cuesta arriba para verlo. Los baños eran unas termas romanas de aguas sulfatadas. Calman y mejorar la circulación de la sangre. Antes de llegar tuve un cierto monologo pensando que íbamos a una cueva de baños con agua caliente.

    Se me olvido la cámara fotográfica, pero uno de mis compis se hizo como fotógrafo tomándonos para el recuerdo. Nos tocó una habitación con llaves que parecía una llave inglesa de gran tamaño a la antigua usanza. Era espaciosa y daba a la calle del esparcimiento, se veían las altas montañas abruptas. Tenía dos camas y un amplio cuarto de baño al completo con bidé.

    Cada día hacíamos muchas actividades excursionistas: Hervas, Cáceres, Salamanca, Las Hurdes, Museos y Embalses. ¡Qué delicia! Por la noche salidas a la disco o al cine hotelero. No había tiempo para aburrirse, por la noche un sueño de guindilla.

    Una bodega que sirvieron los exquisitos vinos de la tierra, en una de las visitas probé de todo con manjares como paleta salmantina y cacereña, así como quesos. Acabe en una tremenda borrachera dándome vueltas a la cabeza veía muchos pajarillos con un canto en los dientes: “Pajaritos por aquí, pajaritos por allá”…

    Escrito el 5 abril 2020 a las 19:37
  5. 5. Verso suelto dice:

    El fotógrafo

    Estos días de enclaustramiento y soledad a veces me quedo mirando a las musarañas, sin pensar en nada, hasta que inconscientemente me entrego a un monólogo que solo interrumpe algún anuncio estridente de la televisión. No es bueno estar sin hacer nada así que hoy me he puesto a ordenar mi secreter. En uno de los cajones he encontrado una foto que me ha traído muchos recuerdos; es del balneario donde pasábamos los veranos cuando aún estábamos bien de salud. Era muy agradable, había un hermoso jardín y muchos salones. Por las tardes, mientras las mujeres jugaban al rami, los hombres fumábamos y contábamos chistes y anécdotas subidas de tono, o nos enzarzábamos en discusiones filosóficas de mucha enjundia.
    Un tema recurrente era el de la forma de la tierra. La mayoría no teníamos ninguna duda de que es redonda, pero Agustín, el autor de la foto, sostenía que era plana o como mucho poliédrica. Su único argumento era que el había viajado por los cinco continentes y había hecho miles de instantáneas y todo lo que veía era plano.
    La foto en cuestión esta hecha en una ermita, en lo alto de un otero, al que trepábamos por un camino sombreado por los álamos. La subida por la cuesta era algo fatigosa y, con el tiempo dejamos de ir a la ermita. Luego murió Pilar y yo, solo, no volví a ir al balneario.
    Nunca más supe de Agustín, de él solo me queda la foto de la ermita en la que estamos todos, menos él que estaba tras la cámara.
    Cierro el álbum recordando su respuesta cuando alguien le preguntaba si de verdad creía en lo que decía. Muy serio sentenciaba: “La tierra es plana y la vida también, las dos caben en una fotografía”.

    Escrito el 6 abril 2020 a las 14:01
  6. 6. Gladys Moreno dice:

    El fotógrafo en cada exposición que realizaba hacía una especie de monólogo con su obra, parece que el conjunto de fotografías interpelaba al público sin derecho a replica. Y ésta no era la excepción.
    Cada persona que salía de la muestra, experimentaba emociones fuertes y hasta contradictorias que solo comentaría con sus amistades y cercanos lo que producía un número más que considerable de asistentes.
    Ver desde un ángulo perfecto, y capturar dentro de un rectángulo en tonos grises dos realidades diferentes:
    -el mendigo que pide unas monedas para come, al conductor de un auto de marca reconocida y del año, mientras está detenido por la lúz roja el semáforo.
    -La escultura de un conquistador español sobre su caballo, hecha por un famoso artista de la década del 40, instalada antes de la entrada a una Universidad, en cuya pared, como telón de fondo una frase con pintura roja se lee “libertad y justicia al pueblo indígena”
    -La madre con un pequeño bebe en los brazos, saliendo del hospital, mientras cruza una carroza funebre.

    Hoy el fotógrafo trabaja en un nuevo proyecto tan provovador como los anteriores, es sobre la tierra, la explotación de los recursos, tiene material, esta seleccionando.
    Tiene en sus manos fotografías de grandes incendios forestales, aparecen en las mismas figuras insignifiantes que apenas se distinguen que son hombres luchando contra el fuego. Otras muestran lo que fue un lago, un lindo balneario donde vacacionar, parece que nuestra mirada es desde el suelo reseco y quebradizo hacia el sector oriente dejando en mitad de la foto un muelle que no funciona como tal, más parece mirador de esqueletos de animales que murieron de sed y en la misma foto apreciamos muy lejos al extremo superior, entre los cerros, en la cuesta nor-oriente un cuadrado verde, muy verde, que los lugareños nombran “el oasis de las paltas”
    -en la playa ve mucha gente reunida .mirando como en la orilla van quedando sin vida miles de peces.
    Interrumpe la observación el sonido del teléfono, suponemos que es alguien relacionado con la próxima exposición, el artista dice, “será una muestra virtual porque la tierra no puede esperar”

    Escrito el 21 abril 2020 a las 07:53
  7. 7. Inés dice:

    La pareja más feliz de la Tierra. En serio que lo parecéis, les dijo el fotógrafo de su boda. Como dice las cosas la gente que habla con facilidad de cualquier cosa, las palabras disparadas desde las tripas, como un corcho de champán. Palabras que, por la fuerza con la que se pronuncian, creemos que son verdad.
    Pero no hay verdad eterna. Ni amor. Ni nada.
    Hoy, suben la cuesta que lleva a aquel balneario, parada idílica en su no tan lejana luna de miel. Empujados por la mentira tópica de que volver a lugares donde fuimos felices nos hace recuperar lo perdido, creyendo que las palabras son un pegamento mágico que vuelve a unir lo que se ha roto. Sin querer ver que llevan demasiado tiempo viviendo cada uno en su propio monólogo.

    Escrito el 27 abril 2020 a las 20:34
  8. 8. Mercedes dice:

    En el balneario hacen todo tipo de tratamientos con nombres variopintos…fangoterapia es el que más le choca a Paco. Cuando su hija, que trabaja allí de masajista, hace su monólogo de cada noche y le cuenta lo que pagan algunos por echarse tierra por el cuerpo le cuesta aguantar la risa. ¡Eso lo ha hecho él toda la vida cuando bajaba con los amigos a la playa! “Papá, es que no sabes cómo vive esta gente, se tiran una semana de masajes, ¡eso es vida!”. Para Paco la vida es la calma que se respira al pasear por el pueblo, la alegría de abrazar a su nieto cuando entra por la puerta y acurrucarse con su mujer en la cama, aunque le toque con los pies congelados y le haga pecar un brinco en mitad de la noche. Pero qué va a saber él, es solo un abuelo de otro tiempo, no como su yerno, que es fotógrafo y ha expuesto ya varias veces en la capital…

    Escrito el 27 abril 2020 a las 20:34
  9. 9. Perla preciosa dice:

    Aprendiendo a ser mayor

    Por la cuesta de la fría y empinada ciudad, subía, cogida de la mano, una pareja de cierta edad, acompañada por una señora (o tal vez señorita, y era lo ,más probable) más joven que ellos.
    —¡Aprisa, Belén, que estamos casi llegando! Vamos a dormir en casa de los Capuchinos, que están al lado del balneario. En ella nos quedaremos de noche, y de día en el balneario en cuestión: hay una buena piscina y se está muy bien, según me han contado –decía la madre-. Tú, que sabes nadar, lo pasarás estupendamente. Y en cuanto a los Capuchinos, nos están esperando con la cena y la habitación listas. Por eso no es conveniente retrasarse demasiado, dado que ellos se acuestan pronto, pues se levantan muy temprano para orar.
    —¿Por qué no has reservado cama en el hotel? –preguntaba Federico.
    —Como a Belén le gustan tanto los santuarios, pensé que en el convento de los Capuchinos estaría más a gusto. Deja que pase la experiencia y nos cuente después.
    Llegaron al citado convento y fueron conducidos al comedor por uno de los padres del mismo. Una vez sentados en la mesa, la sirvienta preguntó a Zaida la edad de Belén.
    —Parece una niña, ¿verdad? Mi marido y yo hemos sido un poco comodones y la hemos tenido en casa, pese a estar trabajando y ganando mucho dinero, porque, ¡ya se sabe!: las madres normalmente queremos que nuestras hijas no crezcan, salvo que tengan intención expresa ellas. Y ha ocurrido que se ha quedado sola, pues no ha querido pasar página, desde que cumplió los 18 años, en ningún sentido más que en el económico. Se ha quedado tan anclada en el pasado, que sus amigas de entonces se ríen de ella a día de hoy, y nosotros, por vergüenza, la hemos traído de vacaciones en nuestra compañía, para probar suerte: tal vez en presencia de personas desconocidas, mucho mayores que ella, desarrolle un poco de pudor y se haga un poco mayor en general. Comprendo que le resulte vergonzoso vernos juntos a los tres, siendo que Belén, aunque no es muy joven, no llega a los cincuenta, como para venir a un sitio de este tipo. Sin embargo, dado que en beatitud me ha heredado, hemos decidido traerla al balneario de Tarancón, pernoctando en casa de los padres Capuchinos, dado que a ella le hace mucha ilusión. Precisamente en Cuenca, según nos ha contado en reiteradas ocasiones, tiene una amiga de la infancia a la que quiere mucho y con la que habla muy a menudo, y se ha puesto muy contenta cuando le hemos dicho que veníamos a esta ciudad, prometiendo contárselo a su amiga, y pasar jutnas una bonita velada, aunque solo sea por teléfono.
    —Pues no dudo de que le resultará interesante –contestó Cundi-: estos curas son muy amables y dan muy bien de comer, y del balneario tengo igualmente muy buenas referencias. Yo no lo he probado, pero me han hablado de unas aguas estupendas y de unos bañistas muy profesionales que atienden fenomenal a los clientes.
    A la mañana siguiente, Belén y sus padres se hallaban en la piscina. Belén nadaba muy bien y muy aprisa, superando a otros usuarios, y un fotógrafo que acompañaba a un grupo de turistas alemanes preguntó a Zaida si podía fotografiarla, pues “dega mucho guapa y tenía un bikini muy sedustog”. Zaida dijo que sí, que Belén tenía que aprender a estar con todo tipo de gente para perder el pudor.
    Así pues, Belén fue fotografiada antes de darse cuenta, y muy indignada corrió a esconderse detrás de su madre, que se hallaba ligeramente separada del muro de la piscina.
    —¿por qué me haces esto, mamá? ¿Quién es ese señor, que parece de otro planeta? ¡Me las vas a pagar en casa!
    —¡Más respeto a los curas, que te están dando cama y comida en su casa sin tener por qué.
    —No digo que no tengas razóhn, mamá, pero una cosa no quita la otra. ¿Acaso te han dicho que te dediques a fastidiar a tu propia familia?
    —¡Relájate, que está a punto de comenzar la misa!
    Belén no necesitaba oír mucho más para obedecer al mandato correspondiente en cada ocasión, aunque fuera costa de pudor o de su dignidad heridos. ¡La misa era más importante que todo eso! Zaida, por su parte, hacía todos los esfuerzos posibles para mandar callar a su hija, dado que sus quejas sonaban en sus oídos como el runrún de las máquinas de obra, que molesta a todo el mundo, de forma que Belén, muy a menudo, se veía obligada a discutir para sus adentros, cual si de un monólogo se tratara. Esta vez acudió a Misa, pero con una disposición distinta de lo habitual.
    —Mamá, ¡siéntate a mi lado, como mínimo!
    Pese a quedar sorprendida por el tono de voz y las palabras, atípicos uno y otra en ella hasta ese momento, Zaida se sentó en el primer banco, muy lejos de su hija, que estaba en el tercero. Llegada la hora de la comunión, Belén se levantó de su sitio y, antes de dirigirse al pasillo de la iglesia para formar parte de la cola en la que debía ponerse para tomarla, pasó por el banco en el que se hallaba su madre, para pedirle que la acompañara.
    —Hoy no tengo ganas, Belén: me ha debido de sentar mal la comida y tengo el estómago un poco revuelto.
    De nuevo Belén quedó defraudada por su madre, que solía obedecer sus peticiones, y hubo de dirigirse sola a comulgar.
    Otra vez en el balneario a la mañana siguiente, alguien boicoteó su habitual buceo, empujándola con cierta violencia y dejando que cayera sobre la tierra ardiendo.
    ¿Qué le tendría preparado el destino, que le montaba semejantes argucias? ¿Qué diantres le pasaba a su madre, que se había vuelto una monstrua con ella? ¿Habría dejado de quererla? ¿Por qué?
    Estas preguntas, entre otras, se hacía Belén durante los ratos en los que su estado emocional le permitía un poco de reposo. Cuando cayó sobre la playa del balneario, alguien la agarró por detrás y le acarició la espalda con las manos tibias, lo que sin duda fue de gran alivio y sirvió de compensación al calor de la arena. ¿de quién se trataba sin embargo?
    Cuando se giró para descubrirlo, el personaje, un alemán tímido que no hablaba mucho español, la cogió en brazos y le palmoteó la espalda y los senos. Ella quiso desasirse, pero no pudo; quiso gritar y le tapó la boca. Cuando consiguió separarse del indeseable, se encontró con toda una serie de contusiones en los brazos y en las piernas. Incluso en la cara tenía moratones, procedentes de algunos mordiscos cariñosos que le había dado. ¡Esto era ya mucho para ella! Tal vez su madre había dejado de serlo para convertirse en una auténtica loba. La buscó por la playa, pero no la encontró. Quiso llamarla por teléfono, pero, ¡oh, dolor!, se lo había dejado en la habitación. ¿En qué clase de cenagal se habría metido?
    Se marchó al hotel y trató de buscar a su progenitora, para pedirle cuentas sobre la clase de bromas en las que la había implicado. Sin embargo, Zaida ya no estaba allí. Se había marchado a casa, munto con su marido, dejando a la niña sola. Al entrar en la habitación, halló solo una esquela que decía: “Belén, tienes que ser buena, como hasta ahora, sin olvidarte empero de ser mayor. Dios te querrá y te protegerá como siempre; mas tu padre y yo algún día faltaremos, tú estarás sola en casa, y tal vez en el mundo. Cuídate mucho, y, si decides volver con nosotros, ten en cuenta todo lo que te estamos diciendo. Mejor sería que aprendieras a vivir por ti misma, tal vez con una pareja o con múltiples grupos, siempre que tu vida fuera lo suficientemente garante de tu supervivencia el día de mañana. Adiós, querida, hasta cuando tú quieras.”
    Al leer estas líneas, belén perdió el norte por completo, de forma que no tenía ánimo ni fuerzas para moverse. ¿Qué clase de broma pesada le estaba gastando el azar? ¿Quién la guiaría ahora, con el fin de tomar una decisión, si no acertada, viable, al menos para salir del paso?
    Logró dormir unas horas, para procesar en reposo los primeros momentos de angustia, y cuando despertó, dos ideas rondaban por su mente: meterse a monja, o volver a Madrid, y marcharse a vivir sola, junto a su mejor amiga durante una temporada, con el fin de explorarse a sí misma y comprobar sus capacidades mentales, para conocerse y ver hasta dónde podía llegar.
    La primera se le antojaba sugerente, por principio de convicción y por motivación personal. Sin embargbo, teniendo en cuenta los últimos acontecimientos, estas creencias parecían difuminársele un poco y vacilar en su mente, de forma que no tenía claro que fuera la mejor solución. Podría probar temporalmente con alguna orden compatible, pero lo cierto es que no se decidía a dar el paso.
    Irse a casa de Sonia sin embargo, mientras tomaba una decisión viable, pese a que no era mala idea para empezar, sí se le antojaba, no obstante, un poco peregrina.
    Aterrada aún por la gran conmoción del abandono de su familia, Belén volvió a Madrid dos días después del suceso, muy confundida y caminando casi a ciegas, poniendo una mano delante y otra detrás para comprobar su entorno de distintas maneras, pues la vista se le figuraba ahora muy pobre para ello. No había movimiento de cabeza que no resultara extraño para sus ojos.

    Escrito el 15 junio 2021 a las 21:26

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